RESCATES
› Por Rodolfo Edwards
El rescate de la obra de César Mermet (ciclópea tarea que emprendió un equipo de escritores bajo el sello Ciudad de Lectores) representa todo un acontecimiento para la poesía argentina. Con apenas un libro publicado, hoy inconseguible (La lluvia y otros poemas, publicado por la editorial de Rodolfo Alonso en 1980, dos años después de la muerte de Mermet), absolutamente desconocido para la mayoría, su poesía sobrevivió gracias a los cuidados del legendario Félix della Paolera, quien se encargó en todos estos años de velar ardientemente el legado literario de su amigo: "Abruptamente, me vi ante la afortunada instancia de tener que repetir la tarea de Max Brod, aunque en este caso debía enfrentar escritos más indescifrables y tentativos que los de Kafka", dice Della Paolera. Mermet nació en la provincia de Santa Fe en 1923. Después de vivir unos años en Mendoza, se radicó en Buenos Aires. Dedicado a quehaceres relacionados con la publicidad, la radio y la televisión, escribió su obra al margen de los circuitos literarios de su tiempo y siempre tuvo una especie de resistencia a la publicación y se dedicó a corregir sus textos en forma obsesiva. Cuando el grupo comandado por Félix della Paolera (integrado además por Pedro Mairal, Alejandro Crotto, Enriqueta Racedo y Marcos Soldati) emprendió la tarea de desciframiento de los originales de Mermet, se encontraron con cerca de 2500 páginas mecanografiadas. Pronto advirtieron la presencia de verdaderos jeroglíficos escritos sobre márgenes, tachaduras y variaciones infinitas, lo que dificultó el trabajo pero no debilitó el entusiasmo del equipo. A pesar de su particular ostracismo, Mermet mantuvo una amistad con Jorge Luis Borges, quien alguna vez dijo sobre él: "Su obra, que yo no sospechaba, me ha conmovido; he sentido en ella la presencia de las tierras de Santa Fe y Mendoza. No se trata, por cierto, de descripciones; se trata de experiencias de la emoción". Borges marcó certeramente los dos motores de la poética de Mermet: "experiencia" y "emoción". Del ajustado encastre de estas dos instancias, de su modulación, se desprenden sus mejores momentos. Partiendo de acontecimientos triviales, construye (lucubra) series de posibilidades y combinaciones inesperadas mientras adjetiva sobriamente. Una lectura atenta de sus textos revela un hecho realmente sorprendente: los textos de Mermet leídos desde hoy parecen escritos por algún poeta de los "noventa". En su poética se ven claros rasgos de objetivismo, alusión a objetos y situaciones globalizadas en medio de una cultura de masas, pero también visiones alucinadas de espacios abiertos, camperos, todo aderezado con un humor seco, muy moderno para la época. Es como si hubiese presentido futuras sensibilidades practicando una especie de "poesía de anticipación"; basta observar la fuerte narratividad y el distanciamiento irónico en poemas como "Shopping Center": "Gastar es delicia miserable, dolorosa y malignamente irreal, como un flotante orgasmo en el ajeno sueño./En estas submarinas galerías del mito del fasto,/en estas exposiciones de modelos mentales,/alusivos brillos y señales preciosas,/yo podría comprar cualquier cosa hasta cualquier hora".
Demasiado emocional para los postulados racionalistas de los poetas del cincuenta, muy tibio para los comprometidos sesenta, quizás fue acertada la decisión de Mermet de alojarse en ese silencio creativo, lleno de voces. En los enigmas y los vaivenes de la literatura argentina la poesía de Mermet ha sobrevivido sana y salva.
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