ENSAYO
Billetes, próceres, convertibilidad y devaluaciones constituyen hitos insoslayables de la saga del dinero en la Argentina. Un ensayo sigue los rastros del fetiche por excelencia que circula por todas partes y a todos tienta.
› Por Veronica Bondorevsky
Y tú también te vas.
Argentina y el dinero
Patricia Avila
Adriana Hidalgo Editora
330 páginas
Una mirada inquieta se ha posado en un signo de intercambio social tan ansiado como devaluado a lo largo de nuestra historia nacional: el dinero. Y esa percepción singular es la de Patricia Avila, ensayista y artista visual argentina. En billetes o moneda, el dinero es ese oscuro objeto de deseo –individual y social– y en este ensayo la autora le sigue los pasos para repasar, por un lado, su forma (cómo está diseñado, quiénes son las personalidades y los símbolos patrios que aparecen y han aparecido en diferentes momentos de la historia) y, por el otro, su contenido (la función diversa, [dis] valor y recorrido de este objeto material, que en nuestro país –y en dónde no– ha recorrido un laaarrgo camino).
Algunas coordenadas para empezar a ubicar el dinero a partir de la reflexión que propone el libro: el dinero es un signo material, tiene impreso en su gráfica el contexto en el que surgió y, en muchos casos también, los intercambios sociales de su época. Por eso, Y tú también te vas propone un recorrido histórico a lo largo de nuestra moneda, surcado de diversas curiosidades.
Hay un acercamiento propio del mundo de la semiótica cuando la autora describe cómo pueden leerse los próceres y los símbolos que han adornado los billetes a lo largo del tiempo: por ejemplo, la presencia constante de San Martín y Belgrano, en tanto héroes indiscutibles de la patria, y las altas y bajas de otras figuras. Avila articula dos dimensiones: la de relevar y recuperar para las series de billetes y monedas que el país emitió (cinco en total, empezando por el peso moneda nacional y culminando con el peso convertible –¡uf!–) cómo cada una posee símbolos de esa mitología –opaca– que gira en torno de la idea de identidad nacional. Es decir, la manera en que el dinero ha sido utilizado por la clase dirigente para construir también allí ese relato engañoso que llamamos historia nacional.
Y, por otro lado, la autora recupera algunos ejemplos de esos graffiti anónimos de los que son portadores los billetes, como “hacer 4 copias, para pedirle a San la muerte que Perón resucite”, “Este billete y Alfonsín son iguales: cada vez valen menos” o la frase “Y tú también te vas” que da título al libro.
Allí, en estas pequeñas producciones, es posible observar cómo los ciudadanos han manifestado los más variados y hasta poéticos mensajes (esta última dimensión es la que Avila propone como entrada para interpretarlos), que también, como ella analiza, están anclados a un momento del país y manifiestan el habla personal, el sentir de la gente, frente al gran anonimato de la circulación del dinero.
Que Y tú también te vas tenga un objeto de estudio tan cotidiano (por efecto o defecto ya que, como bien canta Tita Merello, “¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?”) resulta extraño y novedoso: permite ver el billete en detenimiento, confrontarlo con una vasta producción crítica como la que presenta Avila y, finalmente, hacerlo estallar con la voz de cada portador que recupera, ahí sí, la fuerza del relato de la historia nacional.
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