Domingo, 11 de mayo de 2008 | Hoy
CUSK
Rachel Cusk es una de las jóvenes escritoras incluidas en las selecciones de Granta. En su sexta novela, recrea un día en la vida de unos seres demasiado normales de la clase media británica.
Por Leonor Silvestri
Arlington Park
Rachel Cusk
Lumen
302 páginas
Se trata de la sexta novela de una joven escritora británica que ha sido usualmente considerada como perteneciente a la órbita literaria de Virginia Woolf. En consecuencia, Arlington Park, que transcurre a lo largo de un día (aunque muy lluvioso), fue leída en línea con Mrs Dalloway. El título hace referencia a un moderno barrio residencial del centro de Londres, donde las familias de clase media fingen ser felices. Presenta una estructura de capítulos que bien podrían ser cuentos, cubriendo todo un día con amplias digresiones que se adentran en las mentes de las protagonistas y se ahondan en giros hacia el pasado aunque curiosamente sin lugar para ninguna ternura. Probablemente porque las criaturas literarias de Cusk distan mucho de ser seres dignos de cualquier simpatía, henchidos de odio racial y exacerbando las peores costumbres –como el egoísmo y la indiferencia– ante los males del mundo.
Se trata de las historias cruzadas de varias amas de casas desesperadas o mujeres profesionales que combinan la doble jornada laboral, sin nada de humor y abundante crítica al sistema, que se dan cuenta que son ellas las que hacen todo (“comprando comida para él, lavándole la ropa, pariendo a sus hijos y cuidando de ellos”) y la gratificación en esa división de tareas es nula: Juliet, la frustrada profesora de literatura que prometía más; Amanda, fría madre, obsesiva de la limpieza y enamorada de su Toyota; Cristine, siempre con el temor de volver a caer en la ruina de la vulgaridad; Stephanie, una típica ama de casa lobotomizada, y Maisie, una londinense que no sabe cómo llego hasta ese suburbio anodino que se la fagocita; son sólo algunas de las mujeres del muestrario de fracasos revestidos de vida “normal” de Arlington Park.
En este suburbio donde “todos se sentían observados, como si un tenebroso público se hubiera congregado ante sus casas y los espiara por las ventanas sin dejar de aplaudir”, Cusk, con ironía, cinismo, descripciones objetivistas a lo Ballard que desnaturalizan los hechos más cotidianos de la burda vida suburbana, y un pulcro estilo que se abre camino a través de golpes lingüísticos artificiosos, critica las mieses del progreso y la bonanza económica del Primer Mundo. A diferencia de protagonistas como la Nora de Ibsen, ninguna de estas mujeres puede tomar las riendas de sus vidas y simplemente largarse a otro lugar.
Por momento tanta “denuncia” del matrimonio como tumba de toda felicidad se torna monocromático y ni siquiera el lirismo de la prosa de Cusk puede sostenerlo. Se tiene la sensación de que lo mismo podría haber quedado claro con un cuarto menos de libro. Pese a todo, la metáfora del adiestramiento de las niñas para llegar a ser mujeres de bien, buenas esposas y mejores madres de Arlington Park es una verdadera postal de Europa –Inglaterra, más precisamente– en la actualidad.
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