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Con más de cuarenta títulos, Natsuo Kirino es la reina del policial japonés. Out es su debut en castellano: una novela que, a la vez que entretiene con un grupo de mujeres reunidas alrededor de cadáveres de víctimas con los que planean hacer sushi, hecha luz sobre ese misterio que es para Occidente el comportamiento oriental.
› Por Rodrigo Fresán
Out
Natsuo Kirino
Emecé, 2008
551 páginas
Tal vez me esté volviendo loco, pero durante toda la lectura de Out no dejaban de aparecérseme los rostros de Penélope Cruz, Cecilia Roth, Carmen Maura o Victoria Abril.
Chicas y mujeres Almodóvar que se llevarían más que bien con Masako, Kumiko, Yoshie y Yayoi: cuatro chicas del montón, cuatro empleadas de Tokio en el turno de noche de una fábrica de alimentos precocinados sufriendo existencias más trash que fast y no al borde sino al fondo de un ataque de nervios.
Y es que la trama de esta novela de la japonesa Natsuo Kirino (nombre de batalla de Mariko Hashioka, nacida en Kanazawa, 1951, y considerada la reina de la novela criminal de su país) resultaría fácil de comer y digerir para y por uno de los grotescos y ováricos melodramas del director manchego.
Una de esas historias en las que una mujer castigada, Yayoi, un día dice basta y estrangula a un marido maltratador y ludópata y adicto a una amante cara. Y las otras tres –Yoshie, una viuda agotada por cuidar a su suegra enferma; Kuniko, una joven insatisfecha que sólo sueña con lujos inaccesibles; y una mujer mayor, Masako, verdadera heroína de todo el asunto y demasiado inteligente para su pareja aburrida y para su hijo adolescente casi zombi– se alían con Yayoi para deshacerse del cuerpo y repartir sus trozos por toda la ciudad. Y después a esperar la llegada del componente macho, también, inequívocamente almodovariano: un policía que sospecha del cuarteto aunque no cuente con pruebas, un dedicado nipón-brasileño que redime un poco al género masculino, y un prestamista psicótico con conexiones yakuza quien primero se convierte en el principal sospechoso y –habiendo perdido por ello su negocio– chantajea a las amigas para que trabajen para él haciendo sushi con otros cadáveres molestos.
Así, en Out (publicada en 1997, y que se inserta en toda una tradición feminista y más roja que negra en el cada vez más cercano Lejano Oriente; para mayor información leer Bodies of Evidence: Women, Society, and Detective Fiction in 1990s Japan de Amanda C. Seaman o mirar películas como Simpathy for Lady Vengeance de Park Chan-wook), la catarsis del sacrificio del hombre malo equivale a las delicadas y mentales epifanías de Banana Yoshimoto.
Dicho esto, lo verdaderamente interesante para un lector occidental es el modo en que Kirino retrata en un puñado de involuntarias aventureras a toda una sociedad donde las cosas y los sentimientos funcionan tan eficiente como automáticamente y revela qué es lo que sucede cuando alguien decide hacer algo que no estaba en el guión ni figuraba en el reglamento.
Out –título con el que también se la publicó en japonés porque, según Kirino, evoca a la perfección la kakkiri dame o sensación de “no valer nada y de ya no tener nada que perder”– es una novela oscura y sin moral ni moralejas en la que las mujeres no son fatales sino fatalistas y donde, se intuye desde las primeras páginas, ninguna dispondrá de un extático acantilado en cinemascope desde el que arrojarse a la gloria y la leyenda o soñar con caer bien paradas. Es decir, están advertidos: los que busquen aquí la alegría delictiva de resueltas chicas sueltas estilo Thelma y Louise, mejor que pasen de largo y vayan a comer a otra parte. Los que se atrevan a un policial diferente que no por eso desatiende las necesidades y obligaciones de siempre, bienvenidos al lado más sombrío de los neones de una ciudad que nunca duerme porque se mantiene despierta haciendo pedacitos, masticando y tragándose crudos a muchos de sus habitantes.
En una entrevista, Kirino –quien comenzó publicando historias de amor y admira a Flannery O’Connor– explicó que lo que a ella le interesa es escribir acerca de cómo reaccionan las personas normales enfrentadas a situaciones excepcionales: “Ese instante terrible en que alguien se descubre capaz de hacer algo impensable”. Lo que lleva a Kirino y a Out –fenómeno de ventas, ganadora del más prestigioso premio de literatura policial y a la que algunos culpan del incremento de asesinatos Made in Japan de maridos a cargo de cónyuges cansadas– a sentarse a la mesa de la autora que mejor narró todo eso: Patricia Highsmith.
Grotesque –del 2003, segunda novela en ser traducida al inglés de entre los ya cuarenta títulos de Kirino y, se presume, próxima a aparecer en español– insiste en el tema pero desde otro ángulo, investigando las muertes muy violentas de Yuriko y Kazue: dos maduras prostitutas y ex alumnas de un prestigioso colegio cuyas vidas se reconstruyen desde diferentes ángulos muy en plan Rashomon.
En cualquier caso, seguro, otra para Pedro.
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