Dom 06.07.2008
libros

BIALET

Lo crudo y lo cocido

Especializada en literatura juvenil, Graciela Bialet se adentra en la intimidad de una adolescente que empieza a indagar sobre su identidad.

› Por Verónica Bondorevsky


El jamón del sánguche
Graciela Bialet

Editorial Norma
224 páginas

Graciela Bialet es escritora y especialista en libros para niños y jóvenes; El jamón del sánguche es su última novela, que está escrita en forma de diario íntimo por una adolescente de quince años, Cecilia, quien en las primeras páginas consigna sus modelos literarios: Papaíto piernas largas, su libro favorito de pequeña, y El diario de Ana Frank (“Esa chica no podía tener 13 años. Para mí que quien encontró su diario, en el escondite donde se ocultaron los Frank de los nazis por dos años, le corrigió los errores de ortografía y el vocabulario”).

Este comentario –ingeniosa y políticamente incorrecto– encierra una subrepticia interrogación sobre cuándo es verosímil y cuándo no el lenguaje, la forma de expresarse de una persona, sobre todo de corta edad. Para responder esta cuestión de la propia voz, la novela plantea dos líneas narrativas que enfrentan a la protagonista a una situación fundacional, relacionada con su pasado, y vicisitudes del presente, que reenvían a la idea del crecimiento y en qué consiste esto último.

El remolino de novedades en la vida de Cecilia comenzó en su fiesta de quince cuando recibió, entre otros regalos, una sugestiva cadenita con una medalla de una virgen que resultó ser la misma que tenía puesta cuando sus padres la adoptaron de bebé. Esta coincidencia, sumada a la presencia de un extraño en una de las fotos del festejo, despertará la curiosidad de la adolescente por averiguar si este desconocido es quien le dejó el colgante y, principalmente, sobre sus orígenes: qué es de la vida de sus padres y hermanos biológicos.

La segunda línea de la novela de una chica que juega al voley en su Córdoba natal, tiene una familia más que numerosa, es una apasionada de la lectura y ella misma literata, es una saga que desarrolla también de puño y letra su pelea con quien fuera su mejor amiga, ya que ésta comienza a noviar con el chico que a ella le gustaba. Y luego, el encuentro de Cecilia con su primer amor, Pablo, que la ayudará, junto con sus padres adoptivos, en el rastreo sobre sus orígenes.

Entre esas dos tramas, esta adolescente, que por su situación entre sus padres se considera “el jamón del sánguche”, es una protagonista inteligente y sensible, pero que se asimila a veces a un fiambre cuando dice “las series de TV chorrean sangre y erotismo” o “me había empezado a doler la mujer que llevaba adentro” y cobra vida cuando de la bronca golpea a su amiga, cuando piensa que todos estamos colados en la vida o cuando llama a su diario primero Angelo y luego Anyelo porque suena más romántico, más de película.

En El jamón del sánguche, la mención al comienzo de la narración a los dos libros emblemáticos de y para adolescentes (uno de ficción y otro testimonial en contextos absolutamente diferentes) da cuenta del punto de partida de Bialet para dar forma a este diario íntimo que indaga sobre la identidad y en donde está presente el paisaje cordobés, la mirada de una adolescente y problemáticas argentinas de principios de siglo XXI.

Y en el que el tono de Cecilia, muy logrado de a momentos, salta cada tanto en su afán de responder a esa mujer que lleva adentro.

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