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Domingo, 17 de agosto de 2008

Cuando las musas vienen marchando

El filósofo Jean-Luc Nancy indaga, en esta serie de ensayos, en por qué hay ciertas cosas que todavía sólo se pueden decir con arte.

 Por Fernando Bogado


Las Musas
Jean-Luc Nancy

Amorrortu
160 páginas

El discurso filosófico de nuestros días tiene un solo objeto que persigue con obstinación, el cual puede aparecer o no de manera clara, pero que subsiste siempre como lienzo en donde los colores de la verdad, la ética, el origen, el fundamento e incluso la estética se despliegan de forma más o menos ordenada. ¿El nombre de ese objeto, de ese lienzo, de ese fondo? El arte, claro está. O el Arte, con la mayúscula que toda teoría estética sabe poner algunas veces. O –levanta la mano Jean-Luc Nancy con el gesto del artista inspirado–: Las Musas, título de un libro que reúne diferentes artículos e intervenciones del reconocido filósofo cuyo tema es..., sí, las artes.

¿Por qué el plural (las artes y no el arte)? El volumen abre con el planteo de un problema que sobrevolará cada una de sus páginas y que, al mismo tiempo, opera como una de las preocupaciones de la obra completa del autor, aquello que se define como el singular plural del arte/de las artes. La gracia (divina) de las musas residiría, entonces, en un velar con fuerza sobre las formas, suscitar la división y un sentirse tocado por el mundo. Dar una definición, para al autor, es siempre motivo suficiente para el despliegue de una serie de minuciosas observaciones que van revisitando textos como la Teoría estética de Adorno, El origen de la obra de arte de Heidegger o la Estética y la Fenomenología del espíritu de Hegel. Cada concepto sobre la experiencia artística –su planteo como técnica, los problemas de su “esencia”– es pensado no solamente desde el filósofo retomado, sino también desde el particular momento y lugar en donde se está hablando (“Sobre el umbral”, por ejemplo, fue originalmente una conferencia en el Louvre dada frente al cuadro de Caravaggio La muerte de la Virgen.)

Jean-Luc Nancy, filósofo de renombre internacional, autor junto a Philippe Lacoue-Labarthe de El mito nazi o, en solitario, de La deconstrucción del cristianismo, ha demostrado poseer una sensibilidad particular al leer textos canónicos de la filosofía en clave deconstructiva, si es que lo dicho no es un pleonasmo: influenciado por los trabajos de Jacques Derrida, el autor de Las Musas pone en juego en cada uno de los escritos reunidos en este volumen ese estilo tan particular que ha hecho de la deconstrucción una suerte de (anti) paradigma filosófico imposible de dejar de lado a la hora de hablar del pensamiento occidental en los últimos 20 años, si no más.

Esta particular forma de trabajar “literariamente” con los textos, a la cual se le endilga el título de posmodernismo snobista, ha sido revisitada con ahínco por varios pensadores en los últimos años, ya sea para criticarla o recuperarla como marco de pensamiento válido para tratar de entender el mundo contemporáneo. Los estudios biopolíticos francoitalianos –tan en boga en los últimos tiempos, reunidos en torno a las formulaciones de Foucault– reconocen también una influencia deconstructiva que tiene en obras de Nancy como La comunidad inoperante uno de sus mayores exponentes. Son esos mismos problemas comunitarios en torno al “sercon” heideggeriano los que, por momentos, incumben a un pensamiento sobre el arte/las artes, relacionando el problema de su naturaleza fenoménica con las dificultades de hablar de una comunidad, de una ontología del “estar acompañado por”.

El acercamiento deconstructivo del filósofo al problema de las artes, de su variedad, de los sentidos (en tanto percepción, pero también en tanto orientación significativa a un ente) excitados por cada obra, no es otra cosa que superponer un estilo cuasiliterario a la literatura, cuasipictórico a la pintura, etcétera. Nancy plantea claramente en su libro cierto principio poético (y, quizá por eso, filosófico) apenas susurrado por un Jean-Luc súbitamente rejuvenecido (¿tocado por las musas?), que levanta la mano otra vez y agrega: para decir algunas cosas, hay que hacerlo con arte(s).

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