Si a algunos escritores les agradecemos ciertos libros, hay editores a los que tendríamos que agradecerles por los libros publicados y por los escritores que dieron a conocer. Uno de esos casos es el de Robert Giroux —un gigante del mundo editorial que descubrió a buena parte de los mejores escritores del siglo XX, además de integrar la prestigiosa firma Farrar, Straus & Giroux— que falleció el viernes pasado en Nueva Jersey a los noventa y cuatro años. Giroux fue el editor en Estados Unidos de 1984 de Orwell (novela a la que no tardó en darle el visto bueno pese a que la esposa de su jefe le había encontrado “pasajes desastrosos”), The town ant the city, el primer libro de Jack Kerouac, los primeros libros de Robert Lowell, Flannery O’Connor y Susan Sontag. Y como si todo eso fuera poco, fue el descubridor nada menos que de Salinger a quien le propuso publicar los cuentos que habían aparecido en The New Yorker y luego El cazador oculto, aunque por presiones de su editorial finalmente nunca la pudo ver en sus filas. Quienes lo conocieron suelen marcar el contraste entre su conducta reservada y paladar negro en lo que hace a intuición literaria y las virtudes mucho más empresariales de Roger Straus.
El 22 de agosto pasado el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal fue condenado a pagar una multa de más de mil dólares por injuriar al empresario alemán Inmanuel Zerger, con quien enfrenta al parecer una antigua disputa de tierras. Como consecuencia, la Justicia nicaragüense le congeló sus tres cuentas bancarias y, ni lerdo ni perezoso, el escritor descargó toda su bronca en una reciente entrevista concedida a El Nuevo Diario de Managua: “Me siento acosado por perros rabiosos. Pensé que los últimos años de mi vejez iba a pasarlos en paz pero Dios sabe lo que hace. Creo que esta sentencia es injusta e ilegal y una venganza de Daniel Ortega” se explayó Cardenal refiriéndose al presidente actual de Nicaragua, a quien criticó en repetidas ocasiones.
Andreas Camilleri obtuvo el II Premio Internacional de Novela Negra RBA, dotado con 125.000 euros con su obra La muerte de Amalia Sacerdote. A través de una videoconferencia, Camillieri explicó que su nuevo trabajo, sorprendentemente y por vez primera, no cuenta con su emblemático Salvo Montalbano. Por otra parte, está ligeramente basado en un hecho que conmocionó hace unos años a los italianos: el asesinato de una muchacha a manos de su novio.
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