Un repaso de la mejor historia de la radio argentina, la que comenzó un día de 1935 con El Mundo, las grandes orquestas y los radioteatros.
› Por Sergio Kisielewsky
El Mundo, La Radio
Martín Berrade
Corregidor
158 páginas
El 29 de noviembre de 1935 se crea LR1 Radio El Mundo, inaugurando una nueva forma de comunicación entre el éter y el gran público. Con la presencia de grandes directores de orquestas de tango en vivo, la puntualidad rigurosa en el inicio de los programas y el éxito que otorgaba la presencia de actores y locutores de gran profesionalismo, su creación fue un paso gigantesco en nuestro medio radiofónico. Con ciclos como Los Pérez García, escrito por Oscar Luis Massa; Glostora Tango Club, Radio El Mundo llegó a tener siete estudios de grabación y aptos para recitales de gran convocatoria y cada director artístico se asemejaba a lo que hoy puede ser el DT de la Selección Nacional de fútbol. Cabe destacar que uno de los que llevó adelante este emprendimiento fue el mismísimo Armando Discépolo. En la plantilla había en ese entonces algunos jóvenes que “prometían”: Antonio Carrizo, Cacho Fontana, Armando Rolón y Hugo Guerrero Martinheiz. En diversas épocas y cada uno con su estilo, dejarían una huella imperecedera. Es el mismo Rolón quien afirmó que “la radio fue sorprendente, sobre todo por su belleza artística, desde su puerta giratoria hasta sus zonas más recónditas, su cuerpo de locutores y su staff de redactores y escritores”.
Músicos y cantantes como Aníbal Troilo o Nelly Omar se daban cita convocando a grandes multitudes, obligando a que el tránsito se corte en el microcentro a causa de tanto fervor. Figuras de la música clásica como Juan Abizu (“el tenor de la voz de seda”), los violinistas Yehudi Menuhin y Jasha Heifetz se alternaban con intérpretes del jazz creando una épica difícil de igualar si se pasa revista a la historia de la radio. Nano Herrera fue a ver a Dizzi Gillespie en 1956. Por su parte Nat King Cole se tuvo que ir por la terraza por la cantidad de gente que lo fue a ovacionar. Los ejemplos son muchos y variados, en especial las visitas de Orson Welles en 1942 y Edith Piaf en 1957.
Martín Berrade (licenciado en comunicación audiovisual y él también hombre de radio) pasa revista en forma cronológica por los cambios que atravesó la radio y en especial su metamorfosis a partir de la irrupción de la TV en 1951.
Si grandes intérpretes de los diversos género musicales jalonaron dicho medio de comunicación no fue menos importante la difusión del radioteatro en la emisora de Maipú 555. Basado en novelas populares, el género en el que descolló Alberto Migré, sus textos fueron interpretados por artistas de la talla de Julia Sandoval, Jorge Salcedo, Hilda Bernard, Eduardo Rudy, Beatriz Taibo, Atilio Marinelli y Alfredo Alcón.
Oyentes que eran premiados al enviar noticias, acaparando por momentos el 82 por ciento de la audiencia, LR1 fue un semillero de formación profesional y cultural; las locutoras tenían su camarín y el gran público un día antes retiraba su entrada en forma gratuita para ver a su artista predilecto. Berrade explora en detalle no exento de emoción cómo El Mundo influenciaba en el vocabulario del porteño, en los hábitos y cambios en el lenguaje. La radio no sólo no pasaba desapercibida sino que creaba sus propias líneas y círculos de sentido. La censura de sucesivas dictaduras contribuyeron al decaimiento de lo que supo ser un faro en el modo de encarar el oficio radial. Quizás, el más cercano a crear un vínculo intenso, palpable, un puente sólido a base de ilusión.
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