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Domingo, 3 de enero de 2010

En Ottro orden de cosas

En el Delta Panorámico que Marcelo Cohen puso en escena en varios de sus últimos libros, aparecen con fuerza la cuestión de la política, el simulacro y los mecanismos internos del poder.

 Por Luciano Piazza

Cualquiera que haya seguido los intensos debates políticos de los últimos años, comprenderá casi intuitivamente a qué refiere “teatrón político”, neologismo acuñado por Marcelo Cohen en Casa de Ottro. Por ejemplo, el personaje del 2009 del “teatrón político” mundial, Lula Da Silva, remarcó y denunció cuando se quejó en vivo de la televisación de la más reciente cumbre de Unasur. Lo hizo esgrimiendo claros argumentos en contra de la forma en que hacían uso de la palabra el resto de los presidentes, dirigiéndose a la pantalla en lugar de a los presentes en la mesa. En esa escena se reponía la tensión entre el lenguaje político que busca resolver conflictos y su avidez parasitaria en el arte de convertir incertidumbres en certezas. Si se puede desatacar la precisión con la que la obra de Cohen logra reponer el carácter hipotético de la palabra, se puede decir que en Casa de Ottro se escenifica la lucha de Fronda Pátegher por interpretar el saldo que dejó su participación en la esfera política.

La trama en Isla Ushoda se gesta desde que Fronda, una cientista social formateada en los “laboratorios de experimentación social”, hereda la casa de su suegro, Collados Ottro, un ex empresario devenido político que supo alcanzar el cargo de regente, la máxima jerarquía por debajo del Consejo de Ancianos. La herencia le deja un largo período para revisar su relación personal y pública con la dimensión de lo político. Fronda fue su ideóloga y testigo inevitable de la intimidad de ese hombre público. Ella estaba casada con Vados, hijo de Otro, “purista de la intransigencia política, huyó al campo a refugiarse en la melancolía. Nunca pudo restablecerse del shock nihilista de la profe Fribon; no como yo, que marché a estrellarme contra lo indestructible del cuerpo social”.

La tensión de lecturas sobre lo político entre Vados y Fronda se sostiene en la revisión de las ilusiones y los desencantos que caracterizan al trabajo político. La materialización de esa pareja es su hijo Riscos, un joven fundador del “pervopolimofismo”, un inconformismo con consecuencias crueles contra la gerontocracia imperante en la isla.

La revisión de Fronda ocurre a través de unas fichas que sirven para categorizar lo ocurrido en el pasado y cómo interfiere en el presente que vive mientras escribe en la casa de Ottro. En una de las fichas Fronda recuerda la necesidad de Ottro de sentirse querido por la gente, que lo llevó a armar una manifestación a favor, mientras espontáneamente la muchedumbre se manifestaba en contra. Fronda reflexiona que ambas muchedumbres habían actuado su entusiasmo, “y que el exceso actoral de las dos muchedumbres, que sumadas contribuían a un aumento de la teatralidad de toda la isla, derivaba en buena parte del histrionismo campante de Ottro, la nueva estrella Ushoda de la comedia de a pie”. El monólogo de Fronda interpela a la lectura de nuestra realidad política, y despliega la variedad de matices que hacen a la incomodidad de poder pensarse a uno como actor de la política.

Esta nueva incursión en el Delta Panorámico que obra como escenario desde Los Acuáticos es un espacio propicio para que se luzca la destreza de Cohen en el tratamiento del lenguaje. En la multiplicidad de voces y fragmentos que construyen la novela, la lengua tiene un movimiento constante. Los neologismos, que están desde hace rato en el oído de los lectores hayan o no leído a Cohen, se instalan en la lectura aclarando cómo se ve el mundo desde el Delta Panorámico. Durante la lectura, el hipotético que se maneja en ese Delta va invadiendo al hipotético que arrastra el lector, probablemente hasta confundirse. Y no sería extraño que ese lector luego se encontrara más cómodo con el hipotético fantástico para pensar con mayor precisión, entre otras cosas, el espurio realismo que nos interpela a diario.

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Casa de Ottro Marcelo Cohen Alfaguara 438 páginas
Imagen: pablo piovano
 
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