Argentina en los campeonatos mundiales. La historieta argentina centrada en la figura fundamental de Oesterheld. Se trata de dos obras que acaban de reeditarse de Juan Sasturain, el hombre y escritor que supo ejercer los más variados oficios literarios antes de la televisión
› Por Martín Pérez
Desde que conduce Ver para leer, Juan Sasturain parece haberse transformado súbitamente en un escritor. No es que no lo fuese antes de que su rostro apareciese una vez por semana en Telefé. Pero previo a semejante “estigmatización”, era algo quizá más importante. Porque Sasturain ha escrito novelas, cuentos y poemas, claro que sí. Pero también fue uno de los que primero y mejor escribieron de historieta dentro de las páginas culturales de los diarios, luego dirigió toda clase de revistas dedicadas al género e incluso –pasando del otro lado del mostrador– hasta llegó a ser guionista de Alberto Breccia. Fue responsable de las páginas de humor e historieta del diario La Voz, donde fue publicando como folletín lo que luego sería la primera novela de su saga dedicada a Etchenique. Y supo trabajar en la sección Deportes de este diario, entre tantas otras cosas.
Porque, antes de ser escritor, sucede que Juan Sasturain escribe. Aunque ahora reciban el premio de la reedición que los ordena en el estante y los saca del olvido, sus policiales y sus relatos –que, a través de los años, para quienes le fueron siguiendo la pista, hubo que buscarlos en toda clase de colecciones, editoriales y tamaños– no son más importantes que todo lo demás que ha escrito. Sino que más bien se entrelazan con su trabajo dentro de los medios masivos y sobre las culturas populares y masivas, hasta completar el fresco de sus oficios terrestres dentro del amplio marco de la palabra escrita. Que es de donde salen estos dos flamantes volúmenes: La patria transpirada y El aventurador.
Subtitulado Argentina en los mundiales, el primero es en realidad la tercera encarnación de un texto que comenzó acompañando un libro ilustrado realizado junto al periodista deportivo Daniel Arcucci dos mundiales atrás. Para su primera reedición, quedaron afuera las entrevistas de Arcucci y al minucioso repaso mundialista –que ya incluía originalmente el recuerdo de la cobertura in situ de Francia ‘98–, se le sumaron “los tristes desvelos” (sic) del 2002. Esta reedición suma la “serena tristeza” (otra vez sic) de Alemania ‘06, pero lo que sigue deslumbrando, más que la crónica de lo vivido, es la evocación de lo recordado.
Dentro de cuatro años más, la patria seguramente volverá a transpirarse y –quién sabe– habrá una nueva edición de este libro. Pero entonces se disfrutará lo mismo que se celebra en esta edición: la condición de gran narrador de las cosas pequeñas que tiene Sasturain, recorriendo sus recuerdos como quien hojea una vieja revista. Con la habilidad para detenerse en un detalle que ilumina todo lo demás, como en el relato del tiro en el palo de Rensenbrink con el que comenta todo el tan remanido Mundial ‘78. Aunque tal vez el mejor de los textos sea el del Mundial que menos se recuerda, y del que menos se sabe, el del ‘34. Con unos pocos datos alrededor de aquel largamente olvidado equipo argentino amateur que viajó a probar suerte, y debió volverse enseguida, Sasturain completa una miniatura que encarna al fútbol en estado puro. Y que resume con maestría los logros de su libro.
Si La patria transpirada es el mejor de los posibles ejemplos de un trabajo por encargo, de un libro con un objetivo claro, externo a sus autores que, sin embargo, saben hacerlo propio, El aventurador casi se podría decir que es todo lo contrario. Porque nadie le pidió nunca a Sasturain que escribiese sobre Oesterheld. De hecho, cuando lo hizo por primera vez, en el suplemento Cultura y Nación del diario Clarín allá por el año 1978, nadie lo recordaba fuera de las revistas que aún publicaban sus historietas. Pero luego de los sucesivos textos que fue enhebrando año tras año, década tras década, en diversos diarios y revistas, prólogos y epílogos, quedó claro que nadie podía compartir y explicar mejor la obra del maestro de guionistas de la época de oro de la historieta argentina.
Por eso, si hubiese que elegir a alguien para que escribiera un libro sobre un Oesterheld que se fue convirtiendo en mito con el paso de los años, hace tiempo que Sasturain tiene todos los números. Pero El aventurador no es ese libro, sino que apenas testimonia su ausencia. “Supongo que alguna vez pensé escribir un libro sobre Oesterheld que sintetizara, ordenara todo. No he sido capaz”, confiesa en el prólogo. Y lo que sigue a continuación, luego de un extenso texto inédito que intenta poner cierto orden, es todo lo que Sasturain supo escribir sobre Oesterheld y sus personajes, especialmente El Eternauta.
Algunos de esos artículos, como los fundamentales El Eternauta no tiene quien lo escriba (revista Medios & Comunicación, 1982) u Oesterheld y el hombre nuevo (prólogo al Especial Oesterheld de Fierro, 1985), ya habían sido recuperados en El domicilio de la aventura (Colihue, 1995), que compila memorables artículos sobre Mafalda o Inodoro Pereyra, donde Sasturain despliega su particular forma de analizar la historieta, sin caer en tecnicismos, iluminando la obra sin pedanterías, compartiendo sin pretender apropiarse. Virtudes que forman parte de los textos de El aventurador, que abarcan casi tres décadas de ir y volver sobre los mismos temas, las mismas historias, el mismo autor. El testimonio del libro que no fue, que a la vez se convierte en un volumen indispensable para quienes quieran saber sobre la historieta argentina, sobre el hombre que prácticamente inventó el oficio de guionista en estas pampas o sobre el personaje que lo ha sobrevivido hasta convertirse en un mito.
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