¿Enciclopedia biográfica? ¿Testimonio de una obsesión? ¿Ficción de fan? ¿Cuentos encapsulados? ¿Capítulos de una novela que atraviesa la historia del cine noir entre los ’40 y los ’80? Todo eso y algo más es Sospechosos, el libro del venerado crítico David Thomson incluido con justicia en la colección Roja y Negra de Mondadori. A continuación, el prólogo con que Rodrigo Fresán presenta este volumen difícil de clasificar pero infinitamente fácil de disfrutar: un paseo por lo mejor del cine noir en busca de la resolución de un crimen.
› Por Rodrigo Fresán
Todo el mundo es un soñador y todo el mundo es una estrella
Y todo el mundo está en las películas,
no importa quién eres.
Desearía que mi vida fuera un show de película de Hollywood sin fin
Un mundo de fantasía de villanos y héroes de celuloide
Porque los héroes de celuloide nunca sienten dolor
Y los héroes de celuloide nunca mueren de verdad.
Ray Davies
“Celluloid Heroes”
El crítico y ensayista cinematográfico David Thomson (Londres, 1941, actual colaborador en The New York Times o en Salon.com entre muchos otros medios) es, por lo menos, autor de tres libros imprescindibles.
El primero de los libros indispensables que firmó Thomson es The New Biographical Dictionary of Film, publicado por primera vez en 1975 y revisado y aumentado varias veces desde entonces.
Un clásico indiscutible.
El tomo de casi 1000 páginas que le hizo decir a J. G. Ballard que Thomson era “el más grande de los escritores sobre cine”, a Guillermo Cabrera Infante que se trataba del “mejor trabajo jamás escrito en inglés sobre el cine”, a Hanif Kureishi que era algo “maravillosamente personal”, a John Updike que le parecía “inteligente y obstinado” y a Peter Bogdanovich, “un texto invalorable para estudiosos, fans y entusiastas serios. Los comentarios de Thomson son fuertes y duros pero siempre informados y nunca triviales y, haciendo excepción de lo que dice acerca de John Ford, de mí y de uno o dos directores más, se me hace muy difícil rebatir sus opiniones”.
Y ahí está la clave del asunto: porque el diccionario armado por Thomson no es un diccionario al uso. Los diccionarios deben ser, se supone, objetivos, aspirar a una universalidad libre de posibles polémicas, y no teñir sus definiciones con cuestiones personales. El diccionario de Thomson, en cambio, es todo lo contrario. The New Biographical Dictionary of Film es lo que, en inglés, se conoce como opinionated 1. Así que en él –porque es suyo– Thomson no deja de opinar, desmenuzar, desmitificar y, a menudo, aniquilar a varios hasta entonces intocables monstruos sagrados. Actores, directores, guionistas, productores, compositores de soundtracks pasan por el filtro de Thomson y son aniquilados o reivindicados en entradas de variable longitud que se leen como perfectas miniaturas, como esclarecedores cortometrajes, como capítulos sueltos de un gran script.
El segundo de los libros indispensables de Thomson es Have You Seen...?, fue publicado en 2008, lleva como subtítulo A Personal Introduction to 1000 Films (y más abajo se advierte que “incluye obras maestras, rarezas, placeres culposos y clásicos con apenas unos pocos desastres”), podría llamarse Thomson ataca de nuevo y funciona a la perfección como companion, como gemelo distinto pero complementario, de The New Biographical Dictionary of Film. Greil Marcus dijo de él que “hay un escepticismo en Have You Seen...? que produce en el lector una gran confianza, la sensación de ver a un escritor contemplando todas las películas al mismo tiempo, lo que permite a Thomson referirse a un simple gesto o emitir un juicio acerca de todo un país. No es sólo un nuevo tipo de libro de cine; es una nueva forma de conversación”. Y en él –a film por página– Thomson (en riguroso orden alfabético, desde Abbott and Costello Meet Frankenstein hasta Zabriskie Point 2) recorre, rescata, destruye y canoniza su cinemateca privada. Al igual que su Dictionary, se lo puede consultar haciendo uso del índice pero todavía mejor es leerlo como la autobiografía compartida de una vida sentada y en la oscuridad donde este hombre se da el lujo de despreciar a 2001: A Space Odyssey (“Creo ahora, como creí entonces, que no es más que una suntuosa farsa y una elaborada defensa del vacío y del desgano por usar la auténtica imaginación”) o a Butch Cassidy and the Sundance Kid (“la película que les dio a Newman y a Redford el apoyo suficente para dejar de pensar y comenzar a posar”) y de ascender a la categoría de clásico a The Moderns de Alan Rudolph 3.
El primero de los libros lleva en la portada un fotograma de To Have and Have Not; el segundo, uno de The Godfather.
Uno y otro son dos espectáculos –el deseo realizado de ese “show de película de Hollywood sin fin” al que le cantan The Kinks– que no se acaban nunca y que está bien que así sea.
Uno y otro empiezan justo en el momento en que uno entra en ellos.
Siempre.
El tercer libro imprescindible de David Thomson no sé muy bien lo que es, pero sí sé, con absoluta seguridad, que es una obra maestra y que se titula Sospechosos.
Y cuando digo que no sé muy bien lo que es Sospechosos, en realidad quiero decir que Sospechosos es muchas cosas y todas y cada uno de ellas son cosas formidables.
A saber:
a) Sospechosos es una suerte de enciclopedia sobre el cine noir a la vez que un sentido huracán fanfiction y amoroso valentine al género al que homenajea pero también –como en los mejores homenajes– reinventa desmontándolo para volverlo a montar.
b) Sospechosos es un director’s cut.
c) Sospechosos es un writer’s cut.
d) Sospechosos es un writer’s cut y un director’s cut que acaba transformándose en, sí, un critic’s cut.
e) Sospechosos es un artefacto metaficcional y posmodernista con guiños cómplices tanto a Vidas paralelas de Plutarco, Vidas imaginarias de Marcel Schwob y a Historia universal de la infamia de Jorge Luis Borges, como a los procedimientos de collage mashup en las obras de John Barth, Robert Coover, Stanley Elkin, Thomas Pynchon & Co. Con todo esto quiero decir que Sospechosos está muy bien escrito.
f) Sospechosos es algo así como una versión del IChing que se puede leer y disfrutar abriéndolo por cualquier página. Y entonces, sí, ser inspirados y esclarecidos.
g) Sospechosos es una versión ácida y lisérgica del juego Trivia Pursuit.
h) Sospechosos es –según el escritor Leonard Michaels– algo “comparable en brillantez a lo que hicieron mitólogos modernos como Borges, Calvino y García Márquez, donde el conocimiento profundo y la pura fabulación se nos ofrecen como un juego exuberante e infinito”.
i) Sospechosos es una máquina de hacer y de deshacer memoria.
j) Sospechosos –según el escritor y también cinéfilo Philip Lopate– es “una fértil meditación sobre las trayectorias de los personajes”.
k) Sospechosos es el sueño húmedo y en llamas de un cinéfilo 4.
l) Sospechosos es el paraíso de los maníacos referenciales del celuloide o el infernal plano para el parque temático privado que Howard Hughes o William Randolph Hearst o, mejor, Charles Foster Kane jamás llegaron a construirse para, después, encerrarse allí adentro y arrojar la llave por la ventana más alta de sus salas privadas de cine.
m) Sospechosos es una larguísima canción/álbum de Bob Dylan a estrenar en el mismo cine donde nunca ha bajado de cartel su “Brownsville Girl” (y a no olvidar nunca que Dylan es un fan confeso del cine criminal de la edad de oro y hasta propietario de un cine en su ciudad natal).
n) Sospechosos –según la escritora Diane Johnson– es “un maravilloso y perspicaz análisis del carácter norteamericano y su cultura” y descubro que el programa automático/ordenador/alfabético de mi Mac no admite la existencia de la letra ñ.
o) Sospechosos es la respuesta perfecta a la pregunta ¿Qué película te llevarías a una isla desierta?
p) Sospechosos es la respuesta perfecta a la pregunta ¿Qué libro te gustaría que se llevara al cine? (Sospecho que la tecnología para hacerlo ya existe, pero no creo que exista bufete de abogados capaz de desenredar la madeja legal a la hora de redactar y firmar contratos 5. Una vez solucionadas estas cuestiones, por favor, dirigida por Quentin Tarantino con adaptación de James Ellroy & Denis Johnson.
q) Sospechosos es una gran guía de dvd a revisar o a ver por primera vez.
r) Sospechosos –según el director de cine Philip Kaufman– es algo que “en principio parece inocente y muy entretenido. Pero, como solía afirmar Nelson Algren, cualquier tipo debe ser inocente de algo. Y para cuando comprendes de lo que es inocente David Thomson ya es demasiado tarde”.
s) Sospechosos es un despacho/mensaje en una botella (o en una lata de película) enviado desde un dimensión alternativa a la que se fueron a vivir Vladimir Nabokov y Philip K. Dick y Stanley Kubrick y Roberto Bolaño y Guillermo Cabrera Infante. Sospechosos es uno de los libros más graciosos y divertidos jamás escritos.
t) Sospechosos es un riquísimo banco de datos del que podrían salir muchísimas películas tanto más inteligentes que aquellas con las que nos castiga Hollywood por estos días.
u) Sospechosos es un catálogo de prequels y de sequels.
v) Sospechosos es un libro de relatos.
w) Sospechosos es una novela.
x) Sospechosos (lo comprendemos recién al llegar a las últimas páginas, a las escenas finales, cuando se nos revela el primer plano de un narrador que, como la enloquecida Norman Desmond al final de Sunset Boulevard, finalmente parece decirnos “Muy bien, Mr. DeMille, estoy lista para mi primer plano”) es una de las historias más tristes y desoladoras jamás narradas y filmadas...
...y volver a empezar porque no nos alcanzan las letras. Así que, mejor, conformarnos con lo del principio con la convicción de no poder definirlo del todo pero con la certeza de que
z) Sospechosos es una obra maestra 6.
Y vayamos entrando, que la función va a comenzar.
Pero todavía quedan unos minutos, así que aprovechemos para hablar un poco más antes de que haya que guardar silencio mientras se ve y se lee.
Supongamos que en la butaca de al lado está sentado David Thomson y que nosotros le preguntamos cómo fue que se le ocurrió la idea para Sospechosos. Entonces –como lo hizo en una entrevista– Thomson nos respondería: “Alguien me pidió que hiciera un diccionario de personajes de películas. Lo que me pareció una tarea imposible de asumir y abarcar. También pensé que muchos géneros no se relacionan bien entre sí. Así que decidí limitarme al noir. Hice una lista y me puse a pensar en ellos y se me ocurrió que muchos podrían haberse conocido más allá de lo que habíamos visto en sus respectivas películas. En otras palabras, una gran red –una novela– comenzó a atraparlos y a contenerlos y a relacionarlos unos con otros7. Esto fue sucediendo de a poco y llevó un largo tiempo. Pero me interesaba combinar ambas especies: la enciclopedia y la novela. Y yo tenía esta imagen de una biblioteca donde cada uno de los personajes se iba poniendo de pie y resumía su existencia para el lector. Pienso que una de las facetas más interesantes de Sospechosos es la manera en la que el mismo formato de una enciclopedia se presta a la intertextualidad. Pensé entonces que la estética del noir se apreciaba mejor como una suma de todas sus partes y que, además, representaba una apreciación nueva de la historia moderna porque todo podía llegar a ser noir: una cierta forma de ficción, sí, pero también la cuna de la paranoia absoluta y de la sospecha constante que definen a nuestro tiempo. El noir era una opción de leerlo y de comprenderlo todo 8. Y el título de mi libro era un sujeto a la vez que un adjetivo: de un modo u otro, todos somos sospechosos de algo o para alguien, y es más que probable que hayamos cometido algún ‘crimen’ que preferimos no recordar... Así que me puse a ver todas esas películas para descubrir pequeños detalles aparentemente casuales o poco importantes y a llenar los vacíos de las tramas sin que eso significara traicionar las esencias de los personajes”.
Así, contrariamente a lo que pueda pensarse en principio, Sospechosos es mucho más que la versión serie negra de la portada de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. De acuerdo, se explora el género desde 1940 a 1980, están todos los que tienen que estar 9; pero lo que aquí acaba imponiéndose más allá del ingenio de la ecuación es el genio del resultado. El logro indiscutible de Sospechosos es que –luego de tanto entretenimiento y alcanzado el monólogo/confesión del último sospechoso– nos regala una rara emoción: la exaltación de quien ama a las películas pero, también, el inesperado sentimiento de haber sido irradiados y abducidos por el agujero negro y noir de tantas horas en la oscuridad y de, por fin, luminosos e iluminados, sentirnos parte de ella.
En Sospechosos, David Thomson reúne muchísimos más “usual suspects” que el capitán Louis Renault en Casablanca, pero lo verdaderamente admirable e inesperado es que, de algún modo, entre todos ellos, también, como en alguna de esas ficciones en las que la pantalla absorbe a los espectadores –como extras, como cameos, como sorpresivos y sorprendidos figurantes en una película merecedora de todos los Oscar de aquí a la eternidad– también estamos todos nosotros.
Y, claro, inevitable, alguna vez le preguntaron a David Thomson sobre una posible segunda parte o actualización de Sospechosos. A quiénes pondría y todo eso.
Thomson respondió: “De hacerlo –aunque no creo que lo haga– invitaría a las películas y a los directores que más me hacen pensar acerca de las vidas de sus personajes más allá de lo que enseñan en un par de horas. David Lynch o Paul Thomas Anderson, por ejemplo. El modo en que sus criaturas llevan existencias aparentemente normales que no son más que las fachadas de vidas secretas. Magnolia me parece un riquísimo yacimiento en este sentido y los personajes de Anderson siempre sufren pasados misteriosos de los que intentan huir a toda costa. De ahí que el noir sea algo tan eternamente moderno, porque de lo que habla una y otra vez, finalmente, es de la fantasía universal de querer ser otro, de volver a empezar, de desaparecer aquí y aparecer en otra parte”.
Y, a continuación, Thomson agregó: “Cuando acepté hacer Have You Seen...? lo cierto es que no me gustaba la idea de encarar algo que se parecería tanto a un sumario de mi carrera, a un resumen de lo visto y pensado y escrito. Así que lo fui postergando, porque me incomodaba la sensación de estar acercándome a ese punto. Pero me regocijó descubrir, cuando me puse a ello, lo mucho que me divertía escribirlo y lo bien que me la estaba pasando. Se sabe que nadie quiere escribir su último libro. Pero se llega a una edad –yo no la he alcanzado pero ya puedo verla más o menos cerca– cuando comienzas a preguntarte si el que estás escribiendo será tu libro de despedida. Lo cierto es que estoy cada vez más convencido de que los libros que me quedan no serán sobre cine, porque he tenido la oportunidad de decir casi todo lo que me interesaba decir sobre el tema. Sería tonto afirmar que me queda algo importante por revelar luego de haber producido dos volúmenes de más de medio millón de palabras cada uno. Así que me parece que me voy aproximando al The End en lo que al tema se refiere”.
Por suerte para nosotros, antes de llegar a ese lugar final y a este principio de convencimiento, Thomson escribió y dirigió Sospechosos.
Ahora, otra vez –en blanco y negro y en rojo y noir y en colores– la luz se apaga para que las luces se enciendan.
Música.
Títulos.
Sombras.
Aquí –el cuello alzado de la gabardina y el vestido ajustado, la cabellera fatal y el rostro velado, las sonrisas torcidas y las cejas enarcadas, los nobles deseos y las malas acciones, los cuerpos ardientes y los cerebros fríos, las frases inolvidables y las escenas perfectas, los corazones destrozados y las traiciones indestructibles, los puñales por la espalda y los revólveres a quemarropa, los cigarrillos siempre encendidos y la lluvia que los apaga, los primeros planos cerrados y los encuadres abiertos– vienen y vuelven ellos y ellas.
Todos juntos ahora.
1 Actitud que, por supuesto, le ganó a Thomson numerosos lectores indignados, enemigos eternos y rivales en el oficio que cuestionan y desprecian todos y cada uno de sus veinte libros hasta la fecha. Está claro que no es mi caso (hasta le perdono a Thomson lo que afirma de 2001 un poco más abajo) y me permito recomendar, entre los que leí, su exhaustiva biografía de David O. Selznick (Showman), su aproximación muy personal al mundo de Orson Welles (Rosebud), su poco ortodoxo pero muy interesante intento de contarlo todo (The Whole Equation: The History of Hollywood), su exploración geográfica de un territorio de mapa cambiante (In Nevada: The Land, The People, God, and Chance), su periplo extraterrestre para atrapar a un monstruo (The Alien Quartet) y su obsesión casi patológica con la ex Mrs. Cruise (Nicole Kidman). No he leído aún su reciente memoir juvenil (Try To Tell The Story) o su reciente libro sobre la Psycho de Alfred Hitchcock, pero, seguro, ya entraré a algún cine donde las pasen, y me sentaré a leerlos.
2 Advertencia: por razones de universalidad y respeto, referiré los títulos originales de películas mencionadas a lo largo de este prólogo.
3 Y, por si a alguien le interesa, en el año 2002, la revista especializada inglesa Sight and Sound le solicitó a Thomson la lista de sus 10 películas favoritas de todas las nacionalidades y todos los tiempos y aquí están en orden de preferencia: Blue Velvet de David Lynch (1986), Céline and Julie vont en bateau de Jacques Rivette (Céline y Julie en barco, 1974), Citizen Kane de Orson Welles (1941), Il Conformista de Bernardo Bertolucci (1970), His Girl Friday de Howard Hawks (Ayuno de amor, 1940), Un condamné à mort s’est échappé de Robert Bresson (Un condenado a muerte se escapa, 1956), Pierrot Le Fou de Jean-Luc Godard (Pierrot el loco, 1965), La règle du jeu de Jean Renoir (La regla del juego, 1939), Ese oscuro objeto del deseo de Luis Buñuel (1977) y Ugetsu Monogatari de Kenji Mizoguchi (1953).
4 Y me da mucha felicidad imaginarme las alegrías que este libro deparará a un elenco que incluye nombres como los de Juan Marsé, José Pablo Feinmann, Paco Camarasa, Julio Crespo, Javier Marías, Juan Ignacio Boido, Alberto Fuguet, Alan Pauls, Jordi Costa, Diego Curubeto, Maruja Torres, Guillermo Saccomanno, Enrique Vila Matas, Marcelo Figueras, Carlos Boyero y Guillermo Piro, por citar tan solo apenas un puñado entre sus muchos posibles espectadores ideales. (Nota: Sospechosos es uno de esos libros para regalar a los amigos para así poder hablar sobre Sospechosos con ellos.)
5 Lo más parecido a Suspects que se ha intentado en la gran pantalla es, supongo, la encomiable comedia Dead Men Don’t Wear Plaid (Cliente muerto no paga, 1982) de Carl Reiner y coescrita y protagonizada por Steve Martin con la ayuda de gente como Humphrey Bogart, Bette Davis, James Cagney y siguen las firmas sobre el cemento por siempre fresco de Hollywood Boulevard.
6 Y escribo esto y recuerdo y voy hasta mi biblioteca y ahí está otro libro de David Thomson en el que –en 1990, cinco años después de Sospechosos– repitió metodología pero cambió de género y paisaje. En Silver Light, Thomson hace por el western lo que aquí hizo con el noir; por lo que me veo felizmente obligado a corregir lo del principio:
“UNO El crítico y ensayista cinematográfico David Thomson (Londres, 1941; actual colaborador en The New York Times o en Salon.com entre muchos otros medios) es, por lo menos, autor de cuatro libros imprescindibles”.
7 Un mínimo ejemplo del Método Thomson: en Sospechosos se nos informa de que Julian Kay (Richard Gere en American Gigolo, de 1980) es hijo de Joe Gillis y Norma Desmond (William Holden y Gloria Swanson en Sunset Boulevard, de 1950) quien supo ser, durante los años ‘20, amante de Noah Cross (John Huston en Chinatown, 1974). Y todo encaja –Thomson consigue que encaje– para que así sea. Una y otra y otra vez.
8 De ahí que Thomson –con inteligencia– considere a El gran Gatsby, al James Dean de Rebel Without a Cause, a Lolita y al Jack Nicholson de The Shining como inequívocos especímenes noir.
9 Consultar la filmografía/bibliografía al final del libro si no se puede aguantar la ansiedad, pero lo mejor es ir encontrando a los personajes/actores de a poco, sorprendiéndose con cada capítulo hasta alcanzar la revelación final.
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