En 1937, un grupo de alemanes opositores al nazismo se instalaron en Argentina y dieron comienzo a una importante tarea política y cultural. Este libro reconstruye una historia poco conocida y es un gran aporte para trazar un perfil de la inmigración más desconocida en América.
› Por Angel Berlanga
Das Andere Deutschland, DAD, La otra Alemania: así se llamaba la agrupación que en 1937, con el nazismo echando musculatura, armaron en la Argentina unos cuantos exiliados políticos y otros cuantos germanohablantes radicados aquí hace ya más tiempo, con varios objetivos: asistir a emigrados y perseguidos, dar a conocer ante la opinión pública el accionar del régimen encabezado por Hitler, denunciar las actividades pro nazis en el continente, advertir sobre sus hipotéticos propósitos expansionistas y, en especial, subrayar que el Führer, su doctrina y sus seguidores “no representaban a toda la nación alemana”. El prejuicio hoy día se lleva bárbaro con la apreciación monolítica y estereotipada de nacionalidades (los españoles son así, los ingleses son asá), pero en aquellos años la cosa era todavía mucho más áspera.
Germán Friedmann rescata y detalla en este libro el despliegue de actividades, incidencias e ideario de este grupo a partir de un trabajo exhaustivo, puesto en evidencia ya a partir de la veintena de páginas con notas de citas, fuentes y bibliografía que, en la lectura, se corresponden con una preocupación por saber, por ver realmente, más allá de lo intrincado que esto resulte. El marco temporal más específico de su investigación se centra entre 1933, con la llegada de Hitler a la Cancillería, y fines de los ’40: crecimiento, apogeo, derrumbe y secuelas del nazismo vivido e interpretado por la agrupación aquí, con los entrecruces de la política, la sociedad y la prensa local, cotejados y auscultados sobre todo a partir de las páginas del DAD, publicación homónima (quincenal o mensual, según las épocas), y del periódico Argentinisches Tageblatt, cuya tirada rondó los 40.000 ejemplares sobre el final de la guerra mundial y que, entre otras campañas, denunció la infiltración de contenidos nazis en las escuelas alemanas en la Argentina y promovió la creación del Colegio Pestalozzi. Estas expresiones, junto a la Cangallo Schule, a una serie de comités y asociaciones, a la compañía Freie Deutsche Bühne (Teatro Libre Alemán, 750 representaciones en los ’40), conformaron aquí un Frente Germanoparlante Antinazi, que buscó preservar su identidad.
Sólo que los otros, los nazis, también machacaban sobre eso: ambas facciones se denominaban “la verdadera Alemania”. Desde las páginas del Argentinisches Tageblatt se denunció un plan de Hitler para apropiarse de la Patagonia (basado en documentos fraudulentos) y el accionar de una Quinta columna en Misiones, con las consecuentes repercusiones periodísticas y políticas que terminaron produciendo un efecto boomerang, porque aquí, en tren de preservar el propio nacionalismo y en medio de una corriente de rechazo a los valores y la cultura de los inmigrantes en general (muy impulsada por los medios de prensa), “terminó estableciéndose una relación directa entre el carácter alemán y el nazismo”, sin diferenciar demasiado a unos de otros. 1943 es una bisagra en el libro porque marca un punto de inflexión: ese año se dio un giro en la guerra que preanunció la derrota del Tercer Reich, alcanzaron difusión los crímenes sistemáticos contra los judíos y se produjo aquí el golpe de Estado que liquidó la Década Infame. La evolución histórica que tomaron esos acontecimientos y sus múltiples efectos sobre las principales figuras de la DAD son seguidas en detalle por el autor: algunos retornaron a Alemania al finalizar la guerra, otros se quedaron y tendieron a centrarse fuertemente en su sesgo judío, algunos se alemanizaron frente al nacionalismo local y otros fueron inflexibles respecto de mantener distancia de quienes simpatizaron con el nacionalsocialismo o, incluso, de quienes no se habían pronunciado.
Friedmann es doctor en Historia, investigador y profesor universitario. Escribe, en sus conclusiones: “Los análisis que interpretan las identidades colectivas como un fenómeno fijo y estático no hacen más que naturalizarlas, en lugar de entenderlas como el producto de un proceso de identificación siempre provisorio, con límites y perfiles cambiantes y en permanente construcción y reconfiguración en el marco de un campo social que está siempre en relación con otras identidades”.
Sí: su trabajo compone el complejo mosaico antinazi alemán aquí, en esos años siniestros para la historia de la humanidad.
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