El extranjero
Chemical usa. Il viaggiatore assente
Daniele Brolli
Rizzoli
Milán, 2002
180 págs.
Cualquier porteño, respaldado en una luminaria de un barrio otrora compadrito, podría haber augurado que el destino de Daniele Brolli sería, inexorablemente, literario. Las inversiones, de hecho, signan su intrincada trayectoria de escritor. Nacido en Rimini en 1959, Brolli fue el encargado durante una década de seleccionar y traducir relatos inéditos de nombres ilustres de la literatura para diversos medios italianos. Recién en 1996, con la publicación de Segrete identità, él mismo desveló para estupor de la prensa especializada su talento mimético: los textos firmados por Hemingway, Vian, Burroughs y ¡Soriano!, entre otros, eran todos de su propia invención. Aún más, su pasión apócrifa no se limitó a la copia estilística sino también a la creación de autores inexistentes hasta ese momento. La labor multifacética de este ilustrador, guionista de comics y editor de antologías de cuentos de terror y de ciencia-ficción -entre las cuales la biblia cyberpunk Mirrorshades de Bruce Sterling en su versión mediterránea– confluye con eficacia en su último libro.
Chemical USA se presenta como un diario de viajes onírico a través de la extensa geografía cultural del país del norte. Un hombre se adormece con la melodía de “Norwegian Wood” que una mujer le susurra por teléfono, y comienza la travesía. Con la temporalidad del sueño, en un lapso de diez años desde 1992 hasta la actualidad, se suceden sin correlación alguna las seducciones sosas y persuasivas de un imperio que transforma desiertos en memorabilias. New York, Graceland y el Area 51 son tamizados por la mirada irónica y porosa de un turista que se sabe extranjero pero reconoce, a la vez, que no podrá desasirse de esas insidiosas visiones postales de regreso al hogar. Esta voz sin nombre –el viajero ausente del título– se desplaza por el espacio norteamericano haciendo uso de los teléfonos públicos: su presencia difusa se desliza, a veces distante, otras taxativa, entre la miríada de personajes que componen los microrrelatos de Chemical USA. La prosa de Brolli, fragmentaria y digresiva, aúna ficción con pulsión ensayística y construye un recorrido que gusta teorizar sobre cada objeto en que se posa. La imposibilidad de la muerte en Disneyland, las sobreactuaciones de De Niro y la afición de las minorías por los superhéroes mutantes de la historieta X-Men se apuntan como observaciones de viaje, sin afán científico, con graciosa intuición. La narración explora también espacios marginales en las figuras del solipsista John Lurie, el activista político de los ‘60 Abbie Hoffman y en un encuentro con el paria y prolífico escritor James Purdy.
Esta guía extrañada sobre el imaginario y la iconografía norteamericana afirma su mezcla genérica en un apartado que reproduce dibujos del