Campo de tensiones
› Por Daniel Link
Contra lo que el sentido común podría sostener, un suplemento cultural como Radarlibros es un campo de tensiones, lo que se observa con nitidez en los que fueron considerados los acontecimientos del año, pero también en los votos muchas veces discordantes de los colaboradores: Vivir para contarla cosechó tanto adhesiones como rechazos, lo mismo que Plataforma o Cinismos. De ahí la importancia que adquieren las coincidencias (tanto en lo que se refiere a los agrados como a los disgustos). Si bien es de rigor excluir de la encuesta los libros publicados por quienes hacen Radarlibros, preferimos este año que Claudio Zeiger no votara para que su Tres deseos encontrara un merecido lugar en la lista de los mejores libros del año.
De los resultados se deduce que, si determinados libros (Tratado de las sensaciones de Arturo Carrera o En otro orden de cosas de Fogwill) hubieran tenido una mejor difusión (fueron libros editados en España y de los cuales hubo poca o nula distribución en Argentina), habrían ocupado otros lugares en la lista de libros del año (Faunitos de Arturo Carrera, que fue editado localmente y aparece entre los mejores libros de poesía, es parte del Tratado de las sensaciones).
Pedro Lemebel, por su parte, ocupa con justicia las primeras posiciones tanto en ficción como en ensayo (o testimonio) extranjero, lo que puede ser un índice, una vez más, de la crisis que sufrió este año la importación de libros, o (hipótesis más estimulante) un cambio en los paradigmas del gusto, que privilegió antes lo latinoamericano que lo anglosajón o la “literatura internacional”. Habrá que ver si la tendencia se afirma durante el año próximo.
La impresionante performance del poeta bahiense Sergio Raimondi con Poesía civil merece ser destacada, sobre todo porque su libro (editado a fines del año pasado) recién se distribuyó en Buenos Aires este año y, sin el apoyo de la prensa, casi descoloca de su privilegiada posición a Diana Bellesi (responsable indirecta, por otra parte, del triunfo en el rubro poesía extranjera de Desnuda y aguda la dulzura de la vida, del cual fue antóloga y traductora).
En un año en el que la crisis económica y política arrastró casi todas las energías de los argentinos, una de las pocas coincidencias en el rubro acontecimiento cultural del año se expresa en la sorpresa de haber llegado, una vez más, a diciembre. Esa voluntad de supervivencia y de seguir adelante tal vez sea el fenómeno más destacable, tanto en lo que se refiere a lo político como a lo estrictamente literario.
En el momento en que el mercado del libro parecía hundirse en el pantano de contradicciones que los mismos actores de ese mercado irresponsablemente fomentaron, los libros argentinos siguen dando muestras de vitalidad, imaginación y generosidad. Ni siquiera la coincidencia en el lanzamiento de Ni muerto has perdido tu nombre con dos peso pesados del mercado como Gabriel García Márquez o Isabel Allende consiguió opacar sus méritos.
Los lectores podrán coincidir o no con las preferencias de los colaboradores de Radarlibros. A quienes editamos el suplemento cada semana, sus predilecciones y rechazos nos sirven para orientar nuestro trabajo futuro. A unos y otros (lectores y colaboradores) sólo nos resta desearles lo mejor para el 2003.