Andrew Graham-Yooll no deja de escribir sobre temas argentinos que todavía producen dolor y atención mundial. En su nuevo libro abordó la cuestión de los niños desaparecidos y apropiados por la dictadura.
› Por Sergio Kiernan
No todo traduttore es un tradittore, como afirman los italianos lapidarios. Pese a la evidencia acumulada, hay quienes se dedican a traducir sin traicionar y logran trascender originales y versiones. Suelen ser gentes a medio camino entre dos naciones, dos tradiciones de las que son nativos, y esas naciones tienen suerte de contarlos entre ellos. Es el caso de Andrew Graham-Yooll, el hijo de escoceses al que sólo los militares pudieron sacar de Buenos Aires y sólo por unos años, que sigue desde el Barracas profundo traduciendo este lío que llamamos Argentina.
Por suerte, Graham-Yooll es ecuménico en su tarea, lo que explica que sus traducciones vayan de la cumbia villera y el Teatro por la Identidad al inglés –publicados en Londres– a Harold Pinter en castellano. También explica que su libro Memoria del Miedo ande por su quinta edición británica, transformado en un clásico de la literatura de derechos humanos y libertad de prensa que Graham Greene elogió, y que su notable novela Goodbye Buenos Aires se esté por reeditar en Londres. Después de muchos años de “colocar” poetas argentinos en medios ingleses, en 2010 publicó una antología de los nuestros al inglés, y este año se edita la segunda.
Son tareas de pasión que, siendo éste el país que es, lo llevan una y otra vez a la mayor masacre que vivimos, la negra represión que le dio al mundo la expresión “desaparecido”, usada en castellano hasta en chino para representar una manera específica de ser asesinado. En Who Do You Think You Are? The Search for Argentina’s Lost Children, su nuevo libro, Graham–Yooll se mete otra vez en el tema, en su variante más dolorosa, la de los chicos secuestrados, regalados, apropiados.
El libro es editado por Seagull Books, una editorial que opera en Nueva York, Londres y Calcuta, dentro de la colección Manifestos for the 21st Century, coordinada por la revista Index on Censorship. Más conocido entre nosotros por sus muchos años en el Buenos Aires Herald, Graham-Yooll fue director del Index, la revista dedicada a proteger perseguidos en cualquier lugar y lengua, y a publicar cosas que pongan de mal humor a dictadores. Quienes lo conocen saben que Graham-Yooll es un alma buena con una vena peleona, que usa para dar estas peleas.
Who Do You Think Your Are? es una provocación deliberada, ya que se traduce tanto como ¿quién pensás que sos? –¿cuál es tu identidad?– como el más peleón ¿quién te creés que sos? “La pregunta puede parecer mal educada, pero no puede ser descartada como simple impertinencia”, escribe Graham-Yooll en la primera página. Pronto queda en claro qué tiene en mente: ¿qué es la identidad? Y no sólo las de los que la tuvieron robada, sino la de todos nosotros. ¿Qué somos? Por este camino, el autor recorre las masacres “modernas” del siglo veinte, las planeadas “en detalle por gente muy bien educada” por motivos políticos o étnicos, que nos llevaron como especie al pozo más profundo.
Un elemento en común tanto en los machetazos de Ruanda como en los hornos de Auschwitz, los fusilamientos en Serbia y la “liquidación” de los kulaks, es la búsqueda “de borrar características de identidad”. El genocidio, la destrucción de ciudades, la quema de archivos y bibliotecas, la prohibición de religiones y lenguas, todo lleva a aniquilar lo que sea que identifica al blanco como comunidad y lo hace diferente.
La cuestión que se enfrenta al seguir este camino es la de si estos modelos pueden aplicarse a Argentina, donde el genocidio no fue tan vasto ni tuvo un centro racial o racista. Graham-Yooll identifica dos razones para incluir nuestro país en esta veta de crueldad. La primera es su efecto tectónico en cambiar Argentina desde la vuelta de la democracia, con un trabajo de conciencia y memoria literalmente único. La otra fue la manera con que los militares prepararon en 1976 el noveno golpe militar de nuestra historia: esta vez iban a exterminar un sector completo de la sociedad, el “subversivo”. Quinientos niños fueron secuestrados con sus padres o nacieron en los pozos de tortura. Sólo uno en cinco pudo ser identificado y recuperó su identidad. Graham-Yooll cita a Gitta Sereny, que investigó una situación similar en el imperio nazi: la SS secuestraba niños rubios y los llevaba a Alemania, para ser criados por familias arias como buenos alemanes. Hoy es el día en que no fueron identificados.
Este pequeño y muy, pero muy bonito volumen se completa con dos obras de Teatro por la Identidad traducidas por el autor: A propósito de la duda, de Patricia Zangano, y Contracciones, de Marta Betoldi.
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