En Los que hemos amado, un grupo de jóvenes apenas salidos de la niñez terminan de perder su inocencia en un viaje al sur de Marruecos. Una novela clásica de iniciación con el discreto encanto del mundo surfer.
› Por Martin Kasañetz
Los que hemos amado –reciente novela del escritor español Willy Uribe–- intenta remitir al lector a la pubertad, esa etapa de la juventud apenas estrenada que, a un paso todavía de la última niñez, detalla, de manera cruel, un camino de descubrimientos pero, sobre todo, de pérdida de la ingenuidad. El personaje principal de esta historia dejará, a través de un recorrido perturbador, esa temporada de fe perfecta de los primeros años de la vida hasta chocar de frente con el mundo que lo rodea.
En el invierno de 1981 dos chicos surfers de Getxo, una pequeña localidad española, viajan al sur de Marruecos buscando liberarse del tedio con lo que ellos gustan llamar “Olas, hachís y vitamina C”, un tríptico de placer juvenil del que suelen presumir. Uno se llama Eder, mentor de este viaje, de buena familia, rico y poseedor de un carácter dominante –por momentos maquiavélico– que parece saberlo todo acerca de todo, anticipándose siempre a su amigo y compañero. Sergio es un muchacho de pueblo que vive en la ingenuidad y está siempre disponible para ser carne de cañón de los aprovechadores. Este personaje es el complemento de Eder, ya que es pobre, no sabe quién fue su padre y su madre lo ha abandonado una vez más para fugarse con su novio de turno.
Uribe parece construir la relación entre estos dos jóvenes desde la inexperiencia de los comienzos de la vida y tomando como eje la sexualidad: una marcada tensión que, por momentos, se logra entre ellos pero particularmente (quizá por medio de un relato demasiado tibio) a través de la ambigüedad sexual y del debut de Sergio.
Otro de los aspectos importantes de esta historia es un costado de novela negra que evita los lugares comunes del detective y su infaltable compañero, del análisis sobre las pistas o de los sospechosos posibles. En este relato, los personajes están inmersos en la criminalidad sin hacer muchas reflexiones al respecto.
Willy Uribe nació en Bilbao, ha publicado las novelas Nanga, Sé que mi padre decía y Cuadrante Las Planas entre otras. Además, tiene varios libros autoeditados, entre los que se destacan algunos títulos sobre surferos como Crónicas del salitre, A vueltas con la marea y Surf Stimularor, con un amplio conocimiento surfer que vuelve a utilizar en Los que hemos amado, introduciendo mucha información sobre tablas, playas con diferentes olas pero, sobre todo, explicando los códigos particulares de esas tribus sociales, haciendo que sus personajes luzcan reales.
Por medio de un veloz relato de viajes que se desarrolla casi en un solo acto, sin detenerse más que para dormir, fumar hachís o cargar combustible, el lector irá comprendiendo, al igual que los personajes, las zonas inexploradas por la inexperiencia y la juventud. Es por eso que, en el comienzo de este viaje, uno de los personajes adultos con el que Sergio dialoga –la abuela de Eder– parece presagiar lo que él comprenderá un poco más tarde: “Hemos amado significa que comprendemos. Porque hemos amado y hemos sufrido sabemos cómo son las cosas. Quien no ama, o quien tan sólo sabe dejarse amar, no habrá aprendido nada y su vida habrá sido en vano”.
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