Aleksandar Hemon nació en Sarajevo y siendo licenciado en literatura, se trasladó a Chicago para perfeccionar su inglés cuando lo sorprendió la guerra de Bosnia, imposibilitando su regreso. Basado en un hecho real del asesinato de un inmigrante en los comienzos del siglo XX, Hemon también cuenta en su novela su propia historia con una mezcla muy humana de humor y tragedia.
› Por Martín Pérez
Un bosnio se va a vivir a Norteamérica e intenta convencer a un amigo que quedó allá para que viaje también. Pero no termina de lograr su objetivo: su amigo es reacio a dejar atrás a su familia, a sus conocidos, su rutina cotidiana. Así que insiste, le escribe a menudo, le dice que Norteamérica es el paraíso, y su amigo le explica que puede ser, pero que él está bien donde está: no necesita trabajar demasiado y tiene tiempo para todo, mientras que allá tendría que trabajar de sol a sol. “No tendrías que trabajar, las calles están asfaltadas con dinero, lo único que hay que hacer es agacharse a recogerlo”, insiste el bosnio, persistente. Su amigo finalmente acepta y realiza el viaje. El día que llega toman un café en su casa, hablan de los viejos tiempos y el recién llegado decide salir a dar su primer paseo. Cuando regresa, cuenta que era verdad lo que le había contado: se acaba de encontrar un sobre lleno de dinero tirado en la calle. El bosnio, asombrado, le pregunta si lo levantó. “Por supuesto que no”, le responde su amigo. “No esperarás que me ponga a trabajar el mismo día que llego.”
Aunque es un libro en cuyo centro yace una tragedia, Aleksandar Hemon salpica su primera novela con chistes de emigrantes, protagonizados principalmente por un bosnio, Mujo, y narrados por Rora, coprotagonista de una de las dos historias que se reparten en El proyecto Lázaro, un ambicioso ida y vuelta narrativo que se sumerge en una tragedia con el ritmo de la comedia. No son los chistes –siempre en la boca de Rora, puntuando sus aventuras de regreso al este de Europa junto a Vladimir Brik– los que subrayan el tono de comedia, sino más bien la dinámica de una narración que siempre bordea el absurdo, tanto en una como en la otra historia que guían la novela. Lo que narra El proyecto Lázaro es, por un lado, el injusto asesinato del inmigrante Lázaro Averbuch por parte de la policía de Chicago a comienzos del siglo pasado, en un confuso incidente que desató una psicosis nacional en contra de los inmigrantes. Y, por el otro, la historia de Brik, un inmigrante intentando sobrevivir en el Chicago de hoy, con el proyecto de escribir una novela sobre la trágica historia de Lázaro, joven sobreviviente de pogroms en su tierra, y el sufrimiento que debió atravesar su hermana Olga, que nunca terminó de entender lo que había sucedido con su hermano pequeño.
“De lo que quería escribir era cómo la Tierra de los Libres mató a Lázaro, a la edad de diecinueve años, unos pocos meses después de haberlo recibido”, escribió Hemon en un texto aparecido en The Paris Review sobre El proyecto Lázaro, unos años antes de su publicación. Por eso se embarcó a la tierra de donde vino Lázaro un siglo antes, un viaje de regreso a casa junto a un amigo bosnio que no disfrutó de su suerte, y en vez de mudarse a Chicago antes del sitio de Sarajevo, debió soportar ahí toda la guerra de Bosnia.
Historia dentro de la Historia, esta vez sí con mayúscula, el devenir de ese alter ego de Hamon que es Brik apenas si funciona como el coro al comienzo de la tragedia de Lázaro, pero cuando los exabruptos xenófobos devienen en absurdos, y la aventura en la que se descubre atrapada su hermana Olga —con el cuerpo de su hermano desaparecido— corre el riesgo de resultar asfixiante, su road movie balcánica es la que termina cargando con el peso de hacer avanzar la trama. Y los chistes de Rora, siempre alrededor de la naturaleza báltica, absurdos y nada autocompasivos, proporcionan otra historia dentro de las historias de una novela que fluye sorpresivamente libre, más allá de sus obligaciones y ambiciones.
Autor de dos volúmenes de cuentos anteriores a esta novela, el más conocido de ellos, La cuestión de Bruno (editado por Anagrama), y con otro esperando traducción cuando se publicó esta novela, Love and obstacles, Hamon es uno de los referentes de una generación de emigrantes que comenzó a escribir en inglés durante los años ‘90 y se consagró en la década pasada. Como Brik, la guerra lo sorprendió en Chicago y le impidió regresar a su país, y se terminó casando e instalando en Norteamérica. Como Brik, también, le siguió los pasos a Lázaro, y la novela logra su espesura también a partir de ese juego de espejos. Pero el absurdo de lo que debe vivir Olga deviene casi inevitablemente en un por momentos cruel slapstick, un paso de comedia de cine mudo, y la presencia de Rora al lado de Brik permite que su devenir respire, y esa piedra que es su búsqueda pueda seguir rodando.
Hamon ha dicho que tanto Olga como Rora son personajes completos, y es Brik el que busca completarse durante el transcurso de la novela. Y la respuesta tal vez haya que buscarla en los chistes de Rora, que desnudan la trágica naturaleza bosnia y al mismo tiempo la esconden, retratando en realidad la verdad de un mundo absurdo, en el que nunca hubo bolsas con dinero tiradas en la calle esperando que alguien las recoja, sino más bien historias que acechan en cada esquina, y son los inmigrantes los que las deben contar, ya que nadie puede hacerlo en su lugar.
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