Domingo, 6 de mayo de 2012 | Hoy
Los cambios del nuevo siglo, nuevas formas de comunicación y sociabilidad, el matrimonio igualitario, empezaron a trazar barreras entre generaciones de gays en la Argentina. Ernesto Meccia reconstruye historias de vida de lo que llama los últimos homosexuales. O los primeros de los gays.
Por Gabriel D. Lerman
Ernesto Meccia cuenta que, tras haber publicado La cuestión gay en 2006, empezó a participar cada vez más de encuentros y jornadas en capital, en las provincias, y también en redes
sociales, sobre la temática homosexual en Argentina. Y relata, de un modo muy personal, un fenómeno que bien podría describirse como el modo virtuoso en que un investigador social bucea en un aspecto de la vida colectiva, emerge con un documento significativo y relevante, y lo pone sobre la mesa, a consideración del público. Que, en los términos clásicos, de eso se trata publicar un libro. Ahora bien, lo interesante es lo que empezó a sucederle con los lectores. Reproduciendo prácticamente un estilo que respondía a la edad del auditorio, del aula o del público de la feria del libro en la que participase, surgían dos tipos de actitudes, que se acentuaban cuando se trataba de un lector que se definía gay. Aproximadamente, los menores de cuarenta se acercaban jubilosos y festejantes a comentar el contenido, agradecer, proponerle nuevas preguntas, disfrutar de un festivo y abierto abordaje del tema, resaltar su valentía, su rigor metodológico. En cambio, había otro grupo de gente, que por lo general superaba los cuarenta años, que se comportaba de un modo más reservado, a tientas, que formaba fila a su alrededor, esperaba un largo un rato antes de acercarse. Recién hablaban con él muy al final, cuando ya el resto se había ido y, ahora sí, quedaban frente a frente, prácticamente a solas. La experiencia se repetía una y otra vez, y empezó a generarse la pregunta de qué era lo que estaba pasando, por qué los más jóvenes se comportaban de un modo y los mayores de otro modo. Allí nació el segundo libro que presenta ahora: Los últimos homosexuales. Sociología de la homosexualidad y la gaycidad.
Una de las vetas más interesantes de este libro es justamente algo que Meccia advierte como riesgo: el problema que lo atañe no es exclusivamente gay y, por lo tanto, gran parte de su esquema analítico podría ser aplicado a otros colectivos sociales inmersos en dinámicas de discriminación y de reconocimiento social. Porque Meccia aplica el interaccionismo simbólico como mediador del intercambio social y, si bien alguien podría reclamarle la necesidad de utilizar una teoría social específica para su recorte, el logro es alcanzar resultados más abarcadores en el plano de observar las relaciones en el conjunto de la sociedad, la amplitud del mundo y el destaque de la diversidad. En este sentido, Meccia puede inscribirse de forma destacada en la sociología contemporánea argentina y, de manera legítima, reclamar un lugar como una descripción de la cultura y la vida cotidiana de nuestro país. A través de un escalonamiento del tema, Meccia aborda el par homosexualidad-gay y piensa las reconfiguraciones en las subjetividades con las figuras del “incorporado”, del “extrañado”, del “neutralista”, del “sensato”, del “desafiliado”, del “replegado” y del “contestatario”. A su vez, revisa el tránsito de una etapa a la otra, con sus formas y lugares de socialización, y explora los cambios con entrevistas en profundidad a partir de lo cual construye seis relatos de vida. Hay un capítulo, que lleva por su subtítulo “La carrera moral de Tommy”, que presenta el efecto más extremo y doloroso de este poderoso estudio enmarcado en la sociología del rechazo o la estigmatización. Lo que se ve allí es que ser víctima de la discriminación no resulta gratuito ni pasajero ni es un asunto ornamental de la incorrección política: puede terminar con la vida. En tren de construir categorías sociológicas, Meccia aborda, por último, los discursos de expertos, jueces y legisladores, en el marco de las demandas y los debates por el matrimonio igualitario.
Desde aquellos trabajos pioneros de Jorge Salessi, como por ejemplo el inolvidable Médicos, maleantes y maricas, ha descendido toda una literatura ramificada e influyente, que ha hecho crecer la indagación, la creación política y cultural, y el respeto social. Hasta ese lugar llega, con honestidad intelectual, con polenta e inteligencia, el horizonte utópico de Ernesto Meccia: un lugar bajo el sol para todos y todas, para los que quieren vivir la diferencia.
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