RESEñA
Tratado de numerología
¡Bingo!
Cien panfletos contra la realidad
Martín Caparrós
Norma
Buenos Aires, 2003
358 págs.
por Patricio Lennard
El ensayo, escribe Theodor Adorno, corrige lo casual y aislado de sus comprensiones haciendo que éstas, ya sea en el propio decurso, ya en su relación, como piedra de mosaico, con otros ensayos, se multipliquen, se confirmen y se limiten. El afán coleccionista con que Martín Caparrós reúne los “cien panfletos contra la realidad” que menciona el subtítulo de ¡Bingo! –publicados, originalmente, entre fines del `99 y de 2001 en las revistas Veintidós y Veintitrés— repone, de algún modo, esa lógica que el filósofo alemán plantea: partes de un nuevo todo que los resignifica, estos “ensayos mínimos”, según los define su propio autor, ponen en escena el intento de capturar instantáneas que revelen la esencia de una realidad desencantada. De una realidad que tiene en su matriz el interrogante endémico (una suerte de “fruto prohibido”, en estos tiempos de crisis) que pretende escudriñar qué ha sido y qué es de este maltrecho país que se llama Argentina.
Con la excusa de obtener del universo que va del 00 al 99 la inspiración que motive idéntica cantidad de textos, Caparrós construye una serie heterogénea en temas y saberes, y halla en su plan numérico tanto la sujeción que las reminiscencias insalvables de algunas cifras le imponen, como la libertad para referir el hallazgo de cualquier cosa que otras le permiten. Así —combinando su erudición con una aguda sensibilidad hacia los relatos del imaginario social—, la Encyclopaedia Britannica se cruza con el truco, el 17 de Octubre, los piqueteros y Maradona, en vaivenes que confunden el registro literario y el periodístico, y que reiteradamente desembocan en consideraciones sobre una coyuntura que se narra desde una conciencia desdichada. “Los argentinos”, entonces, son ese colectivo al que se apela y se escruta, cuando quien se dispone a diagnosticar sus males –desde una perspectiva que tiene en cuenta lo pasado y lo reciente de la historia— articula un “nosotros” en el mismo instante en que habla de “ellos”.
En este sentido, es difícil no pensar el presente libro en términos de una tradición congénita de la literatura argentina como es la del “ensayo de interpretación nacional”. Salvando las distancias, ecos del pesimismo y de las generalizaciones ontológicas de un Martínez Estrada, o de la preocupación por captar el habla popular como una herramienta para entender la sociedad –tan típica de la obra de Roberto Arlt—, atraviesan la escritura de Caparrós, la que, a su vez, muestra una preocupación en hacer del lenguaje un objeto de reflexión casi permanente.
Y es, en efecto, en esa voluntad de nombrar a las cosas por su nombre que el autor denuncia ese “imperio del eufemismo” que impregna a los medios masivos y al sentido común y que, en muchas ocasiones, es síntoma del modo en que la realidad es encubierta ideológicamente. Esto aparece, por ejemplo, cuando se examina la retórica política en la Argentina de los últimos años, y se desmontan mitos instalados, como el del “estallido social” –que expresa “una energía que no se acumula” y que se desmoviliza casi inmediatamente—, o el que concibe a la política como “algo asqueroso” –y que oculta la despolitización generalizada que proviene de la última dictadura y a su corolario más identificable: la perpetuación en el poder de los sospechosos de siempre. Incisivo, contradictorio, por momentos light, aunque siempre dueño de una lúcida capacidad crítica, Caparrós elabora así un fresco de los prolegómenos de la debacle argentina.