ANIVERSARIOS
Pasado, presente y futuro
Con la presencia masiva en Chile de artistas e intelectuales de todo el continente, el país trasandino conmemoró los treinta años de su sangriento golpe de Estado. Radarlibros caminó por las calles de Santiago y asistió a las más importantes discusiones político-culturales.
por Daniel Link, desde Santiago
La opinión pública chilena tiene un costado medular y desembozadamente pinochetista, y para demostrarlo bastaría con citar algunas notas del diario El Mercurio, que pertenece a una empresa que controla todos los periódicos de circulación nacional y gran parte de los medios regionales en el país trasandino. El lunes pasado, por ejemplo, la edición de El Mercurio (que viene republicando noticias de hace treinta años), reprodujo su tapa del 8 de septiembre de 1973 con las principales noticias, desde la “Angustiosa escasez de pan” hasta las declaraciones de León Vilarín, presidente de la Confederación de Dueños de Camiones, pidiéndole al presidente Salvador Allende que dejara el cargo. Aparte se recogen los recuerdos de Sergio Onofre Jarpa, ex senador y presidente del Partido Nacional, opositor de la Unidad Popular entonces gobernante.
En las páginas de editoriales y opinión, Tomás Machale reseña los “atropellos graves a la libertad de expresión entre los años 1970-1973” y, como si todo esto fuera poco, la hija del general Pinochet se manifiesta en contra de la política de derechos humanos implementada por el presidente Lagos, basándose en el supuesto de que hay que olvidar el pasado y dejar que las heridas (de las que su padre fue el causante, por cierto) cicatricen.
Todas las voces, todas
La prensa pinochetista no se hizo cargo de los esfuerzos de la sociedad civil por recordar y evaluar el pasado político de los chilenos, salvo cuando contabilizó los efectivos policiales dispuestos a reprimir los excesos que, con certeza profética, El Mercurio suponía que se producirían en los actos políticos frente al Palacio de la Moneda, cuando el presidente Lagos declaró oficialmente reabierta la puerta de Morandé 80, la que usaba Allende y la que usaron las tropas de asalto cuando decidieron arrasar la sede gubernamental.
Nada, desde ya, sobre los monumentales recitales organizados por la Fundación Salvador Allende en el emblemático Estadio Nacional el viernes 5 y el sábado 6, de los que estaba programado que participaran Los Prisioneros, Gilberto Gil, Daniela Mercury, León Gieco, Víctor Heredia, Daniel Viglietti, Silvio Rodríguez, Pedro Aznar, César Isella, Quilapayún, Isabel y Tita Parra, entre otros célebres artistas de la música popular latinoamericana.
El fenómeno atmosférico que en Argentina se conoce como “tormenta de Santa Rosa” aguó un poco las conmemoraciones en el Estadio Nacional, pero de todos modos los artistas se presentaron (los mismos días o a lo largo de la semana, en otras sedes, como fue el caso de Silvio Rodríguez) para homenajear a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos cometidas por los golpistas de Pinochet.
En el quiosco
Privados de periódicos que se hagan cargo de las tensiones que atraviesan la sociedad chilena en relación con su pasado político inmediato, los santiaguinos deben recurrir a publicaciones periódicas, donde las cosas se presentan de forma un poco más parecida a como el argentino medio puede imaginarlas. Por ejemplo, la revista El periodista, que consagró su “edición especial” del pasado 31 de agosto a recordar la historia política chilena, desde “Allende gobierna Chile” hasta “Se firma el Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y se consolida el modelo neoliberal”. Además de una historieta sobre el 11 de septiembre, destinada a explicar a los niños las causas y las consecuencias del golpe de Estado, se incluye una entrevista a Hermógenes Pérez de Arce, una de las figuras más cercanas al general Augusto Pinochet y eventual candidato a la alcaldía de Santiago. El capitán retirado Raúl Vergara cuenta cómo fue detenido, torturado y expulsado de Chile por las fuerzas pinochetistas y, entre otras notas de fondo, se analiza el caso de la desaparición de María Isabel Beltrán y el papel que en ella habrían tenido el general HumbertoJulio (actualmente procesado) y al actual director de investigaciones, Nelson Mery.
Extremoccidente es una revista semestral “de comentarios y ensayos” que, como tal, se despreocupa de las “noticias”, pero no del análisis de fondo de la actualidad. Editada por la Universidad Arcis, la publicación dedicó su último número a “La memoria perdida”, a treinta años del golpe. El dossier incluye una larga entrevista a Tomás Moulián y pequeños ensayos de Josefa Ruiz-Tagle, hija de desaparecidos (“Treinta años como yo”), Felipe Victoriano (“Sombra y desdicha. Acerca del golpe y la intimidad de la muerte”), Willy Thayer (“El golpe como consumación de la vanguardia”) e Iván Trujillo Correa (“La construcción sacrificial de la memoria”). Memoria, reparación y duelo, en efecto, constituyen la tríada de palabras que domina en estos días el debate público chileno; además, claro, del cada día más compartido rechazo al modelo neoliberal.
Re-unión
De las muchas reuniones de intelectuales que se realizaron en estos días, hay que destacar el encuentro Utopía(s) 1970-2003, organizado por Nelly Richard para la Universidad Arcis con el patrocinio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y la Fundación Salvador Allende. El lugar elegido fue el centro cultural Diego Portales, que funciona en el edificio desde el cual gobernó el país Pinochet una vez incendiado el Palacio de la Moneda.
Durante tres días, del 4 al 6 de septiembre, intelectuales de todo el mundo convocados por la directora de la Revista de Crítica Cultural se reunieron en 30 mesas de debate para “revisar el pasado, criticar el presente, imaginar el futuro” (tal el lema del evento). Una vez más, la memoria y la reparación, pero también las alternativas a la hegemonía neoliberal, ocuparon la escena tanto en lo que se refiere a los disertantes como al tumultoso público que, de a miles, ocupó las instalaciones del Diego Portales (donde, en otra sala, se presentó también Silvio Rodríguez) para demostrar que, más allá de los opinion makers transcordilleranos, hay un debate intenso y en curso sobre el pasado y el futuro de la sociedad trasandina.
Entre los oradores estuvieron Jean Franco, Beatriz Sarlo, Tomás Moulian, José Joaquín Brunner, Carmen Berenguer, Ana Amado, Idelber Avelar, Juan Pablo Sutherland, Pedro Lemebel, Isabel Allende, Alberto Moreiras, Nicolás Casullo, Martín Hopenhayn, Diamela Eltit y Andreas Huyssen.
Imposible sería tan siquiera intentar resumir los diferentes puntos de vista, debates y discusiones que los ávidos asistentes quisieron promover. Pero el encuentro generó en los participantes la conciencia de que, como decían los cartelones de la Fundación Salvador Allende, “el sueño existe” y ese sueño pasa hoy por los procesos de integración regional como única alternativa posible al modelo neoliberal, a la concentración económica y a la desigual distribución de la riqueza que lo caracterizan. Pero también, como se oyó en más de una mesa, hay que reconocer los errores del pasado para no repetirlos en el futuro. Que así sea.