RESEñA
Orientalismo
EL HONOR DEL SAMURAI
Takashi Matsuoka
trad. Fernando Mateo
Ediciones B
Barcelona, 2003
444 págs.
POR MARTÍN DE AMBROSIO
Takashi Matsuoka es antes que nada un norteamericano que en su condición de nisei (hijo de japoneses en América) investigó sobre la cultura de sus ancestros. He aquí su primera novela-producto, una manufactura sobre todo occidental, donde Oriente es un misterio poco cotidiano. Igual de occidentales son ciertos cálculos que con lógica de buen vendedor hace Matsuoka y que se ponen en evidencia en una trama con mucha aventura, mucha sangre, y algunas dosis de amor, profecías y venganza.
Por cierto, el autor también se encarga de desparramar lugares comunes respecto de culturas que no pueden comprenderse mutuamente, de lenguajes que no se dejan traducir y de personajes que dicen, oh, es todo tan raro en este siglo XIX japonés.
Aun cuando –si es cierto lo que dice la solapa del libro– el autor “trabajó durante años en un templo budista zen”, Matsuoka se permite numerosas referencias que dejan en claro de qué lado de Greenwich está parado: “No es extraño que Japón esté atrasado con respecto a las naciones extranjeras. Ellas tienen ciencia e industria. Producen cañones, barcos de vapor y ferrocarriles. El contraste con nosotros es patético: tenemos una sobreabundancia de ceremonias vacuas. Producimos reverencias, inclinaciones y más reverencias”, entre otras apologías que ciertamente no suenan zen. Será por eso que ante la falta de reflexiones inteligentes sobre los choques de culturas el autor apuesta todo al exotismo y al vértigo.
Sin embargo derrapa, porque lo que en una primera impresión resulta extravagante, deja de serlo rápidamente. Después de todo, lo que sucede en las praderas, los bosques y las llanuras japonesas con ninjas, samurais, espadas y geishas no es tan distinto de lo que pasaba en la misma época en los Estados Unidos con pistoleros, sheriffs, pistolas y prostitutas.
En cuanto a la trama, El honor del samurai cuenta la historia de un señor feudal llamado Genji que tiene visiones proféticas que incluyen lo que para el tradicionalismo nipón es alta traición (aceptar a los extranjeros, salir de caza, beber abundante sake y retozar con las bonitas y frágiles geishas).
A partir de la llegada de los extranjeros del caso, que no son sino misioneros norteamericanos, se sucede una serie de intrigas y asesinatos, que incluyen servicios secretos y traiciones. Los elementos principales que movilizan el relato son dos: las profecías del pro-occidental Genji y el deseo de venganza de parte de uno de los misioneros, que resulta ser nada menos que uno de los vaqueros más habilidosos de Texas. Todo eso en el contexto histórico de la forzada apertura de mercados al capitalismo industrial que vivió el extremo Oriente y que lucía inevitable (de hecho, lo fue), pero que tuvo bastante resistencia sobre todo durante el período 1860-1863, cuando algunos samurais se encargaron de ponerle coto, asesinatos mediante.
Los estudios Universal compraron los derechos de la obra y la filmarán en breve, tal vez pensando en un nuevo Shogun. La verdad, teniendo en cuenta lo que le suele agradar el exotismo a Hollywood, hubiera sido raro que no lo hicieran. En síntesis: best-seller de lectura rápida, con pizcas de exotismos, aventuras y amor, que deja la amarga sensación de lo prefabricado.