Domingo, 16 de noviembre de 2003 | Hoy
ANIVERSARIOS
Fundada y dirigida por el psicoanalista Jorge Jinkis, la revista Conjetural cumple veinte años y los festeja con la muestra La cosa freudiana, antología pictórica en la que un notable elenco de artistas plásticos (de Gorriarena a Noé, de Carlos Alonso a Eduardo Stupía) se atreve a pintar los sinuosos avatares del inconsciente. A continuación se reproducen el texto del catálogo de la muestra y una suerte de autobiografía de la revista que Luis Gusman, Sara Glasman, Mario Levin y Juan Ritvo –miembros de su consejo de redacción– prepararon especialmente para Radarlibros.
Conjetural, revista psicoanalítica,
publica su número 40 y celebra sus veinte años. La mayoría
de sus números se encuentran agotados, y muchos de ellos se han convertido
en verdaderas piezas inhallables, ya sea por su valor como material de investigación,
o por su carácter mítico, o, si se quiere, como simple curiosidad
de coleccionista.
Durante veinte años la revista ha abordado diferentes temas, sin transformarse
por ello en una publicación especializada o temática. Podemos
decir que su eje fundamental fue desplegar en el campo del psicoanálisis
una política de la lengua a partir de una marca puesta en el estilo,
la argumentación y la polémica.
Sin enrolarse en el tópico que se conoce como “campo interdisciplinario”,
Conjetural no se privó sin embargo de publicar, por ejemplo, las versiones
de Ana Livia Plurabelle en diferentes lenguas, del portugués al italiano
y del francés al alemán. Por esas circunstancias, en ese número,
el 24, aparecieron los nombres de J.R. Wilcock, Beckett, Haroldo de Campos,
Joyce, Leónidas Lamborghini, Luis Chitarroni y Carlos Feiling como traductores
de esa lengua plural que es la joyceana.
Algunos números hicieron circular textos inéditos entre nosotros.
Por ejemplo, en el 4, la primera versión de “Qué es un autor”
de Michel Foucault; o, en el 8, la traducción de Ramón Alcalde
de un capítulo de esa teoría sobre el suicidio, entre el método
del catálogo y el decálogo, que John Donne llamó El Biathanatos.
Como parte de su historia, el número 20 estuvo dedicado a Oscar Masotta,
en su papel ya no de introductor de la obra de Lacan en la Argentina sino de
inventor de un estilo de transmisión del psicoanálisis en nuestro
país. Es decir, Masotta como lector de Freud y de Lacan.
Bajo lo que podríamos considerar y reducir brutalmente como una política
del síntoma, Conjetural se ha ocupado a lo largo de estos años
de la cosa pública: la obediencia debida, el caso AMIA, el 11 de septiembre
del 2001, el documento del general Balza. Es decir, una política de la
memoria y una memoria de la política.
Considerando siempre al psicoanálisis como uno de los instrumentos posibles
para leer los problemas que afectan a la polis (pero sin tratar de imponer un
metalenguaje que los explicara), no se trataba de suministrar la carnada psicológica
para darle estofa a esa ideología siempre actual llamada psicología.
Aunque hubo temas que a veces dominaron algunos de sus números (por ejemplo,
el acto analítico, el pase o el objeto del deseo), la singularidad de
la revista no reside en una insistencia temática. Son sus secciones fijas
las que funcionan como una especie de lector crítico dentro de la propia
publicación, otorgándole el elemento móvil que toda revista
necesita para ser considerada como tal.
Práctica de la dificultad es una manera humilde de poner en práctica
lo que exige el principio freudiano de que cada cuestión teórica
pone en juego, cada vez, toda la teoría. In fieri –cuya traducción
está inspirada en work in progress, “obra en marcha”–
es la posibilidad de la discusión de un trabajo por otro: un debate entre
textos que provocan otro texto.
A lo largo de estos 40 números se publicaron artículos que intentaron
atravesar, con mayor o menor fortuna, los problemas cruciales del psicoanálisis.
Pero cumpliendo con la función que una revista debe cumplir: intervenir
polémicamente en el campo en que se sitúa. Si “El síntoma
del lacanismo” fue una lectura del campo publicada en el primer número,
podemos decir que desde entonces hasta ahora no hemos dejado de interrogar –e
interrogarnos sobre– cómo afecta a un psicoanalista la cosa freudiana.
La muestra La cosa freudiana se exhibe en la sala 8 del Centro Cultural Recoleta entre el 14 y el 30 de noviembre.
La
cosa freudiana
POR CONJETURAL
Una revista que persiste
desde el año ‘83, y que no es órgano de ninguna institución
(lo que significa que no debe complacer a nadie), es algo inusual en nuestro
medio. Pero la existencia no es un valor.
Conjetural, nombre amable, invitativo, ha querido, en el estilo que la orienta,
sacudir la modorra, nombre que recibe la ataraxia en estas orillas. Polemizar
tal vez, cuando la conversación lo permite; algún grito para el
sordo; callar para que resuene la decadencia de nuestro lenguaje; en fin: discutir,
que vale por quebrar, por disipar y también por sacudir. No es necesario
entender que discutir es contrariar a alguien. En principio es: con alguien
sacudir algo. Alguien puede ser un lector accidental, o, mejor, un lector incidental.
Contamos con él y con esas “imbéciles moscas”. Como
decía Gombrowicz, basta que una vuele para que el lector se distraiga.
No hay Bouvard –“He visto a las mejores cabezas de mi generación
sucumbir... a la imbecilidad de las moscas”– sin Pécuchet
–“Los más fuertes han perecido en la demanda: se hace primero
una pequeña concesión, luego dos, luego veinte”–.
Durante largo tiempo uno se hace ilusiones con respecto a su moralidad; luego
ya no le importa, y luego se vuelve un imbécil.
Jacques Lacan consideró que era vital para la práctica del análisis
freudiano (¿hay otro, acaso?) mantener en el seno de esa práctica
una posición conflictiva, y que para ello el lugar del analista no debía
cesar de ser cuestionado. No alcanzan 20 años para atenuar la violencia
de esta convicción.
La historia del psicoanálisis tal vez no ha valorado la vertiente amistosa
de la transferencia, pero Conjetural, que es una reunión de amigos, irrumpe
como una interpretación política en el plano de la historia. Por
supuesto hay una trama, lagunas y malentendidos. Quiere decir que somos plural
y cada uno se arregla con el retorno de las diferencias.
Si en esa historia Lacan es un significante que inventó el psicoanálisis,
es posible que ese nombre de autor soporte el peso anfibológico del verbo
inventar. En cambio, Conjetural es un significante inventado por el psicoanálisis.
Es una alegría que los artistas, que en cada trazo nos confrontan con
la singularidad del misterio, hayan querido acompañarnos en esta celebración.
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