Dom 21.12.2003
libros

RESEñA

Fiebre uterina

Cómo deshacerse
del marido
Liliana Escliar

Sudamericana
Buenos Aires, 2003
222 págs.

POR JORGE PINEDO

Bajo el esquema clásico de la novela de espionaje (en una tremenda traducción del inglés al puertorriqueño), Roberto Fontanarrosa escribió Best Seller (1985), una premonitoria tomadura de pelo por partida doble: tanto al género como al fenómeno que el título alude. Con semejante ímpetu y no menos talento que el canalla rosarino, Liliana Escliar reproduce la estructura de los libros de autoayuda a fin de otorgar un generoso muestrario de técnicas destinadas a la siempre refrescante práctica de terminar con el propio matrimonio.
Cómo deshacerse del marido, en efecto, lleva la parodia al extremo de suponer en todo momento un conyugazgo burgués, tradicional, conservador, occidental y cristiano con noviazgo, compromiso, boda y luna de miel. Estructurada en tres secciones, la propuesta arranca con una desopilante caracterización del deterioro marital ironizada con pincelazos de mesura y racionalidad (“hace años que usted soporta la ridícula situación de estar casada, pero espere un poquito más para adelgazar, teñirse el pelo de violeta, volver a casa a las siete de la mañana y organizar orgías”) y racionalidad.
Como corresponde, trascartón Escliar desarrolla un sistema clasificatorio en el que agrupa tipologías masculinas a fin de aplicarles distintas estrategias destinadas a la eyección hogareña, funcionales a respectivos niveles de beligerancia. De tal modo, dado el caso, las clases “superman/ audaz/ deportista/ futbolero” se aúnan tanto como los correspondientes “doméstico/ cagatintas” u “obseso sexual/ pajero”.
Mediante un muy literario uso del lenguaje coloquial la autora en momento alguno se amilana frente a las palabras, los giros idiomáticos y la jerga popular. Alcanza sutiles construcciones gramaticales cuyo nulo esquematismo combina el humor con la sorpresa sin jamás tropezar con la grosería. Carente de liviandades, Cómo deshacerse del marido nunca se manifiesta condescendiente con el género femenino; más aún: se encarga de filtrar con suma delicadeza tanto responsabilidades (“Personajes como éstos existen porque nosotras estamos ahí para resolverles la vida”), aun las impiadosas (“Usted se esforzó en este rol de cero a la izquierda”), como las cegueras retrospectivas (“y usted tan joven que no se dio cuenta de que...”) y las necedades (“Pero usted no es, sólo se hace”).
Tránsito en el que se repasan las malformaciones típicas de la neurosis obsesiva: cobardía moral, indigencia intelectual, abulia afectiva, atavismo edípico, alma bella, su ruta..., siempre proclive al despliegue del más negro de los humores. También, espacio apto a fin de instalar imágenes contundentes (“nadie como usted para confirmar que los ángeles tienen sexo, pero no lo usan”) o drásticas (“Lo que pasa es que a este tipo se le bajaron las neuronas a los huevos y anda necesitando que se las reacomoden con un par de patadas”). De tal modo ocurre en la tercera y última sección, que enseña la mejor forma de perpetrar un crimen si las tácticas de expulsión fallan, así como la postrera recuperación hasta obtener la siguiente presa.
Sigmund Freud sostenía que los segundos matrimonios suelen ser mejores que los primeros ya que en éstos se tramitan las vicisitudes edípicas. Como el ser humano es un animal que patea dos veces (y hasta tres y cuatro y cinco) la misma piedra, no es de extrañar que este flamante producto de Liliana Escliar alegre sucesivas disoluciones de parejas que, por lo general, se hacen para mejor. Aparte: la tapa resulta una mancha en la rutilante carrera del dibujante Carlos Nine.

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