Tener un plan
Entre la ruta y el barrio
La experiencia de las organizaciones piqueteras
Maristella Svampa y Sebastián Pereyra
Biblos
Buenos Aires, 2003
230 págs.
por Gabriel D. Lerman
Tras la aplicación de políticas salvajes de apertura económica y privatizaciones en un país cuya condición salarial lo convertía en excepción latinoamericana, ¿qué se esperaba que sucediera? La pregunta, sugerida desde el vamos, recorre el exhaustivo trabajo de investigación Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras de Maristella Svampa y Sebastián Pereyra. No puede haber sorpresa, entonces, y menos hipocresía, a la hora de enfrentar el problema. ¿Cómo puede escandalizarse algún sector de la sociedad argentina ante la irrupción de los piqueteros, si el escándalo, precisamente, es el aumento de la pauperización, el desempleo y los efectos lacerantes de la intemperie social?
La historia de cómo nacen, de cómo se tienden las líneas que tendrán sus explosiones de visibilidad con las puebladas de Cutral Có-Plaza Huincul (Neuquén) y Tartagal-Mosconi (Salta) en 1997 —y que venían gestándose desde comienzos de los ‘90 en la lucha “cuerpo a cuerpo” de las primeras organizaciones de trabajadores desocupados con las estructuras clientelares del Partido Justicialista en el conurbano bonaerense– es la contracara velada, el lado oculto del modelo que se promocionaba como “criatura exitosa”, y que recibía sucesivamente el aval político del electorado hasta coronar en la reelección presidencial de 1995. Hay que asomarse al relato áspero, doloroso, que cubre los años en que el peronismo produce su abandono histórico de los sectores populares, para empezar a comprender las formas desérticas que provocan el desmantelamiento y la “espalda” política y sindical. La renuncia de los sindicatos a asumir la defensa de sus afiliados agravó un doble proceso de, por un lado, dislocación política entre ambos y, por otro, acentuó los problemas ligados a la precariedad laboral al profundizar la desvinculación con el mundo del trabajo.
Svampa y Pereyra reconstruyen las dos vertientes del movimiento piquetero: aquella que remite al saldo de las reformas económicas neoliberales de la última década, con el caso de YPF como paradigma de empresa estatal, no sólo una “economía de enclave” sino sobre todo un “modelo de civilización territorial”, y aquella otra referida al largo proceso de desindustrialización cuyos efectos se extienden desde mediados de los ‘70 en los grandes centros suburbanos de Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata. La curva que, en el largo plazo, indica el descenso de las huelgas sindicales mientras crece el corte de rutas ilustra crudamente que los cambios en la protesta social responden a la destrucción del empleo. Pero es durante el bienio 2000-2001 que el fenómeno piquetero toca la superficie pública, como una suerte de efecto desenlace. Ambivalente, inestable, heterogéneo, víctima constante de la criminalización, el “movimiento de movimientos” que parió la Argentina irrumpe en la tentativa de rescatar viejas tradiciones del trabajo comunitario, en la urgencia de la subsistencia, con diversas apuestas en horizontes ideológicos que van de la “recuperación” de la matriz estadocéntrica e industrialista a la autonomización radical de toda economía y poder. La lucha se amalgama, empujada por la necesidad, en el reclamo de los planes asistenciales, pero adquiere otro sentido en la medida en que el subsidio es reutilizado según formas solidarias de organización. Allí residen la fortaleza y la debilidad piquetera. No recibiendo trabajo genuino sino planes, aumenta la dependencia del Estado. Pero no resignificando la asistencia social enproyectos productivos, surge el riesgo de ser funcionales a estrategias de cooptación o a la mera intermediación.
Minucioso, bien informado, de una honestidad intelectual contundente, Entre la ruta y el barrio permite entrar al mundo piquetero sin perder de vista la perspectiva histórica, la centralidad persistente de la cultura peronista, las miradas tanto de la izquierda autonomista como del trotskismo y el marxismo de partidos, y el carácter insoslayable, vital, filosófico, que reviste un tema del cual seguirá hablándose por mucho tiempo: la descomposición social o, en el mejor de los casos, de qué maneras pensar y avanzar en la recomposición social.