Dom 01.08.2004
libros

EL EXTRANJERO

Reeditan a Max Frisch

STILLER
Max Frisch

Suhrkamp
Frankfurt, 2004
584 págs.

Max Frisch usaba con bastante frecuencia la frase und so weiter. En las entrevistas que dio para la televisión, con su encantadora tonada suiza, la pipa eterna entre los labios, pero también en sus libros. En Stiller (1954) –novela fundamental de la posguerra europea que ahora, medio siglo más tarde, se reedita lujosamente siguiendo la primera impresión–, la forma abreviada usw. aparece varias veces entre dos párrafos, aparte, solita, ella misma un párrafo ínfimo, insondable, más desesperado que los otros, extensos y declamatorios. La fórmula equivale a nuestro “etc.”, pero significa literalmente lo que en inglés and so on, por lo que la traducción más aproximada en castellano sería el algo torpe “y así sucesivamente”. Etcétera, que también existe en alemán, no consigue expresar con tanta precisión la idea de continuidad mecánica, de prolongación invariable no de una serie de cosas (et caetera: y las otras cosas) sino de una situación, un estado de cosas. “Mi miedo: la repetición”, anota Stiller en su cuaderno carcelario. Este temor al estancamiento, al usw., lo lleva a abandonar a su esposa enferma y a desaparecer sin dejar rastros. Seis años más tarde vuelve a Suiza con un pasaporte norteamericano a nombre de Mr. White; alguien lo reconoce (es un escultor medianamente famoso) y lo encarcelan. Le dan un cuaderno para que escriba su vida, para que demuestre que tiene una. Stiller, en uno de los principios más espeluznantes de la literatura, escribe: “¡No soy Stiller!”.
El libro (cuyo título es Stiller, y no el que infelizmente adoptó la traducción española) podría terminar ahí: la tapa anuncia a Stiller y el encarcelado detrás de ella dice que él no es Stiller. Durante cientos de páginas, como un preso que engorda en lugar de enflaquecer, el interior del libro no hará otra cosa más que enfrentarse a las tapas que lo aprisionan y le dicen quién es. ¿Por qué volvió Stiller? ¿Por qué se dejó encerrar en ese libro? Para contestarse estas y otras preguntas es que Stiller/White escribe este diario esquizofrénico: para entender que “uno puede contar todo, menos su verdadera vida” y que “esta imposibilidad es la que nos condena a permanecer como nuestros compañeros nos ven y nos reflejan, esos que pretenden conocerme, esos que se denominan mis amigos y ya no me permiten cambiar”. Pero, ¿por qué volvemos nosotros, cincuenta años más tarde, a leer Stiller? ¿Por qué nos dejamos atrapar de nuevo por este libro enloquecedor?
Muchas cosas han cambiado desde 1954, empezando por los métodos policiales para identificar a una persona. Hoy basta en teoría un pelo para resolver el enigma: en vez de hacer desfilar por su calabozo a su esposa, parientes y amigos, alcanzaría con comparar el código genético de White con algún pelo de Stiller olvidado hace seis años. Pero para Stiller mucho no habría cambiado: con o sin ADN, su condena sería ser, una y otra vez, Stiller. Los avances tecnológicos no resuelven, antes bien potencian el drama existencialista planteado en el libro: ¡No soy mi ADN! Volvemos al libro, como Stiller a Suiza, porque soñamos con haber cambiado, con poder reinventarnos, con no haber cedido a la placidez desesperante del usw.

Ariel Magnus

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