EL EXTRANJERO
Any Human Heart
William Boyd
Hamish Hamilton
Londres, 2002
504 págs.
› Por Rodrigo Fresán
“Yo Logan, Yo, Logan Mountstuart, vivo en Villa Flores, Avenida de Brasil, Montevideo, Uruguay, América del Sur, El Mundo, El Sistema Solar, El Universo”. Así, en español, empieza la octava novela de William Boyd (Accra, Ghana, 1952), una de las mejores que ha escrito. Boyd arrancó junto con Martin Amis, Ian McEwan y Julian Barnes; pero siempre aparece un poco despegado de este comando de narradores que revolucionó a las letras inglesas a principios de los años 80. Tal vez porque a Boyd –de regreso a la literatura luego de haber firmado el guión y dirigido la película bélica The Trench– no le preocupa tanto innovar sino fortalecer una tradición. Lo suyo siempre ha estado más cerca de Somerset Maugham, Evelyn Waugh, Anthony Powell, Graham Greene y el más satírico Aldous Huxley que de maniobras metaficcionales milenaristas. Así, cabe dividir su obra en comedias (Un buen hombre en Africa, Como nieve al sol, Barras y estrellas, Armadillo) en las que siempre aparecen ingleses confundidos y desesperados por un entorno que no comprenden; y en dramas (libros más ambiciosos como Las nuevas confesiones, Playa de Brazaville, La tarde azul) donde lo que se narra es, siempre, la vida de ingleses incomprendidos por un entorno confuso y desesperado. Estas últimas –entre las que se inscribe Any Human Heart– son, todas, novelas que pretenden y consiguen una “explicación” del siglo XX desde diferentes disciplinas (el cine, la investigación del comportamiento animal, la arquitectura y la medicina) en la vida y obra de héroes casi modélicos en sus alzas y bajas.
El anglo-uruguayo Logan Gonzalo Mountstuart –quien ya había aparecido en esa encantadora falsa monografía sobre el pintor apócrifo Nat Tate que William Boyd publicó en 1998– es el protagonista de esta novela redactada en forma de diario íntimo yendo del año 1923 a 1991, pasando por varios matrimonios y amantes, una guerra mundial y una Guerra Civil Española, muchos países, una carrera como escritor escandaloso (y, se intuye, bastante mediocre) y una todavía más dudosa encarnación como crítico de arte y, más tarde, enlace de poca monta para un grupo terrorista. Por el camino, Mountstuart se cruza con Virginia Woolf, Pablo Picasso, James Joyce, Ernest Hemingway, el Duque de Windsor y Mrs. Simpson (una de las mejores partes del libro), Ian Fleming, Jackson Pollock, Frank O’Hara y muchos otros. Está claro que el obvio modelo literario de Boyd es la magnífica e insuperable novela secular Poderes terrenales, de Anthony Burguess. Decir que Any Human Heart está casi a la altura de semejante circunstancia y ambición es, pienso, el mejor elogio posible para la mejor y más panorámica novela de Boyd desde aquella otra saga histórica y privada que fue Las nuevas confesiones, donde se narraba el cinemascope de la vida y los films del maldito director de cine escocés John James Todd. La escritura de Any Human Heart –en forma de entradas de journal intime con índice onomástico al final– le permite a Boyd jugar con lo que se cuenta y lo que se deja de contar. Una novela que se lee como si se espiara por el ojo de una cerradura para –suele ocurrir en la lectura de los mejores diarios de escritores– acabar descubriendo, al otro lado de la puerta, a ese ojo que nos estuvo mirando todo el tiempo mientras leíamos.