Dom 07.12.2014
libros

NUDO Y DESENLACE

› Por Rafael Cippolini

Es la primera constante: cada nuevo libro de Ezequiel Alemian es mejor que el anterior, siendo, simultáneamente, muy parecido y muy distinto a sus predecesores. Avanza imitando a los cangrejos, hacia los costados, y llega más lejos en cada tentativa. En tanto lectores, regresamos a esa sensación de estar releyendo, mejorado, ampliado y desplazado, algo de lo que ya conocemos. Y es que Alemian suele duplicar, triplicar hasta cuadruplicar sus propias apuestas con modos cada vez más sutiles, también más transparentes. El libro que nos ocupa se titula Una introducción. Un título contundente, preciso y ambiguo a un tiempo. Ambiguo: nunca se aclara de qué va, en qué consiste esa introducción a la que hace referencia. Sin embargo, también es una excelente muestra (estoy tentado en escribir exhibición) del arte de Alemian. Hay que decirlo desde el principio: más que un estilo Alemian, sobreviene un estado Alemian, un modo, una situación, pero también un tipo de configuración que los menos perspicaces confundirán con método.

En la auspiciosa contratapa, que hace las veces de posfacio, el siempre minucioso Charly Gradin habla de relatos, haciendo hincapié en la diversidad. Pues bien, es claro que en las páginas que nos competen lo heterogéneo devora con furia toda certidumbre narrativa. Enumerando: el volumen se compone de un texto utilizado como catálogo de una exposición de arte, de un híbrido entre la anécdota de un famosísimo saxofonista de jazz y el reportaje a un escritor europeo en plena producción, de un supuesto autorreportaje donde lucidez, descolocación e identidad oscilante se potencian, del diario de un campeonato mundial de fútbol –o más exactamente de la inestabilidad de un espectador supuestamente avispado–, de otra crónica, ahora de la conferencia pública a una gloria de las letras europeas de vanguardia, así como de breves notas ensayísticas sobre un canónico pintor del siglo XIX, y más etcéteras y etcéteras, evidentes o disimulados. Una introducción es a su modo una antología de convivencia de géneros encontrados. Una gran clasificación apenas encubierta.

Una definición muy dudosamente atribuida a Roger Caillois supo decir: “Un sistema es finalmente una colección de singularidades puestas en funcionamiento”. Rescato, ante todo, esa sugerencia de señalar a todo sistema como una colección, un conjunto y disposición de elementos. Si de algo no se trata Una introducción, es de una mera compilación.

La radical actualidad de esta obra debería subrayarse en lo escurridizo que resulta ubicar la ficción en sus páginas. No resulta del todo incorrecto describirlo como un libro de ficción, pero advirtiendo que tratar de ubicar los elementos ficcionales puede resultar una proeza. A cada párrafo, la no-ficción en la ficción y la ficción en la no-ficción se entremezclan en una misma trama. O mejor todavía: deberíamos decir que estamos frente a una narrativa que se ubica más acá y más allá de lo que todavía entendemos como ficción. Intentando ser más claro, propongo un término que es casi un arcaísmo: la obra de Alemian se compone de piezas, del mismo modo que en otros tiempos era coloquial referir a piezas radiofónicas o piezas teatrales.

Yendo mucho más lejos y exagerando un poco pero no tanto, sería bueno presentar este libro como uno de los más claros síntomas de la situación de la narrativa contemporánea. Alemian acaso avanzó paralelamente desde varias líneas, obteniendo significativos aciertos en cada una: por un lado, la insistencia poética, una narrativa que fue vaso comunicante de sus poemas –algunas veces, como fue señalándose, con alguna resonancia de John Ashbery– y también en textos más experimentales, ligados a las propuestas realizadas en conjunto con su hermano Manuel en sus ediciones de Spiral Jetty. Dicho esto, una de las felicidades de Una introducción es que logra hacer convivir una distinguida destilación de todo lo anterior sin redundar en nada parecido a una síntesis, y menos todavía a un muestrario convencional. Insisto, a su modo es una antología, un conjunto de elementos desplazados que ponen en evidencia su compleja unidad. En este sentido, asimismo funciona como unidad de comparación: después de leer Una introducción es bastante dificultoso releer los textos periodísticos y cualquier otra cosa escrita por Alemian y no situarla y reconocerla en su sistema, que tanto dista de la tan extendida como cenacular literatura del procedimiento.

Una introducción es el más puntual equivalente literario –al menos en lo que atañe a la tradición argentina–, a la Tabla Periódica de los Elementos de Dmitri Mendeléyev: esto es, clasifica, organiza y distribuye las distintas zonas que Alemian fue recorriendo, conforme a propiedades, características y funciones que todavía están por enunciarse.

De ningún otro modo, sigue transformando lo previsible en terra incognita.

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