Dom 21.04.2002
libros

Los editores no somos víctimas

Por Alejandro Katz *

Radarlibros elaboró un cuestionario para que los editores, al responderlo, diéramos cuenta de la situación de la industria editorial en este país y en este momento (o, como se decía en mi barrio: hic et nunc). Las preguntas son las buenas preguntas. Las respuestas no pueden ser sino malas respuestas. Malas por imprecisas, y malas por desalentadores. Imprecisas, porque desde hace cuatro meses carecemos de moneda, y por tanto carecemos de precios: el papel no tiene el mismo valor a lo largo del día, las imprentas no cotizan igual de una semana a la otra. Desalentadoras, porque, aun en la imprecisión, todas las respuestas tienen signo negativo. ¿Disminuyeron las ventas? Sí, naturalmente. ¿Aumentaron los precios? Sí, por cierto. ¿Encuentra dificultades para cobrar las ventas realizadas? Por supuesto. ¿Se ha visto obligado a reducir su plan editorial para este año? Evidentemente. ¿Cuáles son sus expectativas para los próximos meses? Malas. ¿Encuentra que las políticas destinadas al sector contemplan las circunstancias por las que atraviesa? Pero, hombre, si no hay políticas destinadas al sector... En la Argentina, las editoriales, sea cual fuere el origen de su capital y el volumen de sus operaciones, están en una situación patética. ¿Alguien puede acaso sorprenderse? Si la situación ya era difícil –muy difícil– antes de la débâcle de diciembre/enero, qué es posible esperar al cabo de estos meses. Pero las buenas preguntas no necesariamente dejan ver todas las razones por las cuales la situación del sector editorial es patética. ¿Hemos actuado, los editores, de modo tal que la crisis nos afectara menos? ¿Hemos contribuido a desarrollar canales de comercialización sanos y fuertes? ¿Hemos actuado a favor del crecimiento del mercado consumidor y eventualmente lector? ¿Hemos propiciado políticas públicas consistentes, creíbles, transparentes y orientadas al largo plazo? ¿Nos hemos esforzadopor controlar suficiente cantidad de propiedad intelectual de interés no local para poder exportar? ¿Hemos tenido alguna voluntad de trascendencia respecto del corto plazo y de la cortedad de nuestras fronteras nacionales, estando en un negocio cuya dimensión es la del espacio del idioma y cuyo ciclo es el largo ciclo de las ideas y de la creación? ¿Hemos organizado nuestras instituciones para que contribuyan al desarrollo de un sector de importancia estratégica para la Nación? Nuestra crisis no es producto de la crisis del país: es parte de la crisis del país, y es una de las infinitas causas –pero todas ellas igualmente importantes– de la crisis del país. El Presidente de la República es incapaz de formular un proyecto estratégico para el país; el presidente de la Cámara Argentina del Libro no ha dado pruebas de una capacidad inversa respecto del sector; no somos mejores que el conjunto, ni víctimas de la situación general: somos igualmente deficientes que el conjunto de los protagonistas de la vida pública, y las consecuencias de nuestro déficit están a la vista. r

* Director editorial de la sucursal argentina del
Fondo de Cultura Económica.

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