CASA FOA EN CANALE
Con la cautela casi pasiva que ya es su marca registrada, Casa FOA abrió otra edición en la bella fábrica Canale en Parque Lezama. En el sur de la ciudad, la muestra de interiorismo sigue mostrando que es apta para cardíacos: no hay sorpresas, no hay sustos, y cada ambiente vuelve a tener un televisor de pantalla plana colgado en alguna parte. Hasta dentro de la bañadera. Literalmente.
Todo evento escrito o visual, toda creación pública, tiene un sujeto imaginario. Esta es una persona que no existe en la realidad, excepto como armado de expectativas del emisor. Así, se dice que tal comercial está dirigido a “jóvenes de ambos sexos de hasta treinta años y ABC1” o, en el colmo de la inexactitud, “a hombres de entre 27 y 50 años”, pero siempre ABC1. Casa FOA, o los exhibidores que reúne Casa FOA, también tiene su visitante imaginario, que parece ser una persona con dinero y sin pasado, alguien capaz de pensar en mandar a crear un interior sin la menor mácula de una vida anterior. Este cliente virtual no tiene libros, apenas algunos CD (los que entren en un coqueto shelf ultradiseñado), y su ropa es tan nueva y tan en gama que puede colgarse en armarios transparentes como parte de la instalación. Esta persona no cocina nada con olor, por lo que siempre pone la cocina en medio del living y a metros de la cama, sin temor a la cebolla o el bife. Es un ser humano neat, clean, minimal y por supuesto ABC1, que no tienen fotos de sus tías, ni siquiera colecciona algo (aunque sea juguetes antiguos, tan de moda), y puede tener profesiones originales como “músico y gourmet”.
Alrededor de este artificio, Casa FOA construye una revista de decoración en tres dimensiones con 54 “notas” de las que se rescatan un objeto aquí, un tono allá, y poco más. El año pasado, en el hipódromo, costaba recordar qué se había visto y qué no, tan parecido era todo. Este año hay un poco más de color y no todo es cremita o blanco, con lo que es más fácil no entrar en trance.
Hay dos espacios que rompen la línea monocorde de FOA. Uno es del anticuario Gabriel del Campo, que tiene un divertido sentido de la escenografía y piezas audaces que lo sostienen (¿a quién más se le ocurre exhibir y vender alas de ángeles en mármol?). El otro es la ambientación de una habitación de hotel telúrico equipado con objetos de Usos, que abre con una colección de equecos y aporta texturas artesanales, vívidas, interesantes. Por lo demás, al que le encante tener todo ordenado, tendrá aquí y allá muy buenos e ingeniosos muebles de dormitorio y de cocina, algunos francamente notables.
Y, como decía Porky, eso es todo amigos. Casa FOA será un éxito entre los que compran pisos en megatorres de Puerto Madero, gente que sí necesita ideas y equipos para ese tipo de vida. Los demás pueden recorrer el edificio Canale antes de que lo transformen en residencias, cuando será totalmente destruido en su interior para levantar algo, por supuesto, más alto. La fachada tan hermosa va a quedar, pero nunca más se la va a ver en proporción a lo que tiene atrás. n
Casa FOA abre todos los días de 11.30 a 20.30 en la fábrica Canale, Martín García 348, frente al Parque Lezama. La entrada general es de $15, con descuento los lunes y martes para jubilados y estudiantes.
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