Sábado, 4 de noviembre de 2006 | Hoy
DISEñO Y PRODUCCIóN
Martín Favre ganó este año dos concursos muy diferentes, pero con la común vocación de producir en serie.
Por Sergio Kiernan
Continuando con el tema de tapa, una pregunta válida es la de para qué sirven los concursos de diseño. En arquitectura, la palabra concurso es usada como se usaba antes “competencia”, por lo que un concurso siempre es para un diseño que se aspira a construir. Esto es, el concurso es parte de la práctica profesional con que el arquitecto se gana la vida. Pero el concurso de diseño sigue más cercano al salón de artista, donde se premia lo original pero no se genera nada más que la distinción y el dinero del premio. El gran ejemplo es Unilever, que lleva años promocionando un concurso de diseño de envases que nunca resultó en ningún envase producido en el mundo real. Es una idea de relaciones públicas que se va desgastando y perdiendo importancia con el paso del tiempo.
El joven diseñador Martín Favre, platense y de 33 años, prefiere otro tipo de concurso, el que tiene el acento en la parte industrial. Este año ganó dos, ambos centrados alrededor de la industria del mueble y ambos con fuertes y concretas posibilidades de producción.
Primero fue el Salao Design 2006 celebrado en San Pablo, Brasil, como parte de la feria MovelSul, la más importante de Latinoamérica y muy importante en serio. Cada dos años, la MovelSul realiza un concurso internacional de diseño que no implica adquisición de derechos pero pone a los ganadores frente a frente con lo más fuerte del sector. Favre y su asociado presentaron una silla, la Cruz del Sur, cuyo lado fuerte es ofrecer una solución al muy serio problema de logística de la industria del mueble. Sucede que un mueble, cualquier mueble, ocupa mucho lugar y es un rompecabezas a la hora de transportarlo. Para peor, dentro de la caja queda más aire que mueble, y lo que es sólido puede arruinarse con mucha facilidad. La Cruz del Sur es una silla plegable que puede armarse en 30 segundos, tiene apenas un tornillo y ocupa una cuarentava parte de un metro cúbico, ya que entra en una caja perfectamente plana. Para mejor, no parece desarmable y el famoso tornillo resulta invisible. Los brasileños le dieron el gran premio, la incluyeron en el lujoso libro que reúne los premios y se quedaron con el teléfono de Favre. El modelo está en vías de fabricación, primero en Argentina.
A menor escala, el concurso de la firma Thonet también tiene su lado industrial porque buscaba modelos para fabricar sin más vueltas. Favre lo ganó con la silla DUO (ver foto), con la colaboración del estudio Pellettieri Engineering, Jorge Agatiello, Alejandro Rocca y Nicolás Reyna. La idea de participar surgió de la cátedra que da Favre en la Facultad de Bellas Artes de la UNLaP, donde se cursa diseño industrial, y terminó en un diseño en madera, laminada en las zonas de contacto y sólida en la estructura.
¿Es importante pensar en producción? Para Favre –que no se dedica especialmente a los muebles– no hay otra cosa que valga: “Ya exportamos artesanías, piezas especiales, muy creativas pero imposibles de producir en serie. Tenemos que llegar a la escala industrial”. Amén.
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