Sábado, 16 de diciembre de 2006 | Hoy
NOTA DE TAPA
La semana pasada se entregó en San Pablo el Premio Design Museo da Casa Brasileira. Ejemplo de continuidad y coherencia en pos de un diseño amigable, democrático, inclusivo, competente en su proceso productivo y sobre todo accesible a todas las clases sociales. Una oportunidad de ver algo de lo mejor del país vecino.
Por Luján Cambariere
En diseño, Brasil es un ejemplo cercano a imitar en muchísimos aspectos. Básicamente porque nos lleva la delantera en varias cuestiones (medio ambiente, diseño y artesanato, procesos productivos). Pero fundamentalmente por la visión y el empuje en pos de la disciplina que han tenido actores cruciales (empresa, industria, Estado) por un diseño cada vez más democrático. Una cuestión que se comprueba con sólo visitar un supermercado y ver en las góndolas, sin bombos ni platillos, diseños renombrados y premiados (algunos de ellos ya arribados a nuestro país como la línea de bazar Coza, de plástico).
En este contexto, el Premio Design Museo da Casa Brasileira, organizado desde hace veinte años por una institución prestigiosa que depende del Estado pero reúne, desde su dirección a su consejo, a lo más granado y serio del design brasileño, posibilita hacer una radiografía del país vecino. Sobre todo, porque apunta a premiar productos que están en el mercado, con lo que estimula a la industria y allana el camino de los diseñadores.
En esta edición, la veinteava, con un total de 578 inscriptos llegados de 16 estados y 74 ciudades, el premio contempló once diseñadores y menciones en seis categorías. En Mobiliario el primer lugar fue para el sillón Diz de Sergio Rodrígues (foto sobre el título), uno de los más importantes designers brasileros, famoso desde los años sesenta cuando su sillón Mole fue premiado en Italia y se convirtió en parte de la colección del MoMA de Nueva York. El jurado apuntó como mayores cualidades su estructura de madera bien resuelta y trabajada con maestría y también la humildad de un maestro para seguir aportando presentándose al concurso. El segundo lugar fue para Ricardo Rangel, con su mesa Neco que llamó la atención por el uso simple e inteligente del reynobond, materia prima normalmente usada en fachadas de edificios.
La categoría Utensilios deparó un montón de ideas ingeniosas. El primer premio correspondió a la hielera Ritz de Rubens Simoes y Cléber Luis da Ré, de formas suaves y orgánicas, mientras que el segundo fue para una preciosa colección de cuchillos de Fernando Mendes de Almeida y Roberto Hirth, construidos con desechos de madera de demolición y láminas de acero inoxidable de alta calidad para múltiples funciones –cortar pescado, ostras o crustáceos, frutas y semillas–. Una mención especial recibió la jarra Due de plástico reciclable, de Walter Bahcivanji, producida por Coza que ya se vende en la Argentina (Falabella y Supermercados Coto).
En Electrodomésticos, se llevó todos los aplausos el lavarropas Superpop de Gustavo Chelles, Romy Hayashi y Bruno Castanha, que conquistó el primer lugar por su drástica reducción de costo y práctico y fácil montaje, que se vende desmontado, reduciendo el embalaje, todo coherente con el objetivo de atender la demanda del público de bajos ingresos sin perder calidad y servicios. El segundo lugar fue para el nebulizador portátil de uso personal Ultra-Alivio de Questto Design para el tratamiento del asma y otras enfermedades respiratorias, que privilegia el confort en el uso en dimensiones reducidas y atiende a un segmento tan necesario como el de la salud. Menciones honrosas para el celular Blob de Nó Design que sirve para hacer acompañamiento o supervisión personal por su alcance ilimitado y el quick way Mini PoS, de Cláudio Luiz Grigio, entre otros.
Hubo un solo premio en la categoría Equipamiento para la Construcción para el asiento sanitario Slow Close, de Edison Luiz Anholon, desarrollado para proporcionar mayor confort a través de un dispositivo silencioso. Como Nuevas Ideas ganó el carro a vela Ventura, de Sergio Velloso, un vehículo híbrido que suma la función de triciclo para ser usado en tierra y de bote en el agua. Y también fue premiado el Motolog, de Rafael Moreno y Rodrigo do Vale Ciossani, que conquistaron el segundo lugar con su motocicleta para entregas express, sobre todo por su baúl-recipiente móvil, que le confiere mayor versatilidad, convirtiéndose en un vehículo de paseo o de trabajo según la circunstancia, además de la disminución del tiempo de carga y descarga.
No es casual que el museo tenga desde el 2003 como directora a Adélia Borges, periodista, conferencista, curadora y autora de varios libros (Designer Nao é Personal Trainer, Maurício Azeredo: A Construçao da Identidade Brasileira no Mobiliário, y Cadeiras Brasileiras, entre muchos otros). Sin duda una de las personas que más sabe de diseño brasileño, pionera en promover esta visión de un diseño para todos, que acercó a m² su aguda mirada desde San Pablo:
–¿Se puede saber por dónde anda el diseño brasileño a través del concurso? ¿Es un buen termómetro de fortalezas y debilidades?
–A lo largo de los veinte años de historia, el Premio Design MCB se afirmó como un gran termómetro, y al mismo tiempo como un gran motivador del diseño brasileño. Sirve básicamente para apuntar a la excelencia dentro de nuestro diseño. No tanto a la vanguardia o experimentación en el lenguaje, sino a lo concreto, a productos que ya pasaron por el test de llegar al mercado, aquellos que se destacan por su buen proyecto. La comparación hecha por un periodista del periódico Folha de Sao Paulo a diez años es que el premio es el “Oscar del diseño brasileño”. Y es bien cierto, porque todos lo esperan y es de los más importantes. Así a lo largo de los años nuestras fortalezas y debilidades fueron cambiando. En el inicio, por ejemplo, teníamos una participación muy alta de diseñadores que presentaban computadoras, porque Brasil tenía el mercado cerrado a la importación de productos de informática. Cuando las fronteras fueron abiertas, ese sector sufrió un gran bajón. Hoy pienso que el sector de textiles y revestimientos es el que sufre más problemas debido de nuevo a la importación de productos del exterior que llegan a precios muy bajos. En compensación, el sector de equipamientos electrónicos atraviesa un resurgimiento. Sobre todo porque algunos productos como los de la línea blanca –heladeras, hornos– necesitan atender a demandas regionales. O sea, no da para importar los modelos enormes de heladeras norteamericanas, por ejemplo, que no son bien aceptadas por los brasileños. La mayor fortaleza lograda por el premio hoy es que el design ya está apostando a productos para las clases C y D. No se restringe a aquellos productos destinados a una elite, como era en un comienzo. Esa es una gran conquista en el sentido de democratizar el acceso al diseño.
–¿Qué cuestiones priorizan a la hora de evaluar?
–Los criterios que sugerimos a los jurados son innovación (cuál es su grado de innovación de solución de design, originalidad, creatividad, si propone un modo no usual de cumplir la función para la que está destinado); beneficios para el usuario–aspectos funcionales (facilidades de uso, mantenimiento, transporte, almacenamiento, buena relación costo-beneficio, seguridad del producto, concepción a prueba de errores o distracción en uso, funcionalidad, acceso universal, diseño amigable); aspectos estéticos (capacidad de comunicación, identidad, componentes simbólicos, emoción, contextualización cultural, armonía con el ambiente, adecuación del producto a las condiciones culturales de los usuarios, forma indicadora de uso adecuada); aspectos productivos/responsabilidad ecológica (uso apropiado de materiales y recursos, procesos de producción eficientes, durabilidad, economía de energía, uso racional de la tecnología disponible, facilidad de re-uso y reciclado) y aspectos de mercado (solución de una demanda de mercado, beneficios para el productor, como aumento de ventas o penetración en el mercado, reducción de tiempo de manufactura y comercialización). Aunque cada jurado tiene soberanía para privilegiar los puntos que juzgue más pertinentes.
–A lo largo de estos años, ¿qué productos le gustaron o llamaron la atención?
–En el primer año, en 1986, me gustó mucho la silla Paulistano de Paulo Mendes da Rocha, arquitecto que este año fue premiado con el Premio Pritzker de arquitectura. Su silla saca partido de un material con la tecnología disponible en aquel momento, logrando hacer un producto con la inteligencia de la simplicidad que sorprende. De allá para acá, fueron tantos... Puedo citar el ventilador Aliseu de NCS Design, que rompió totalmente con el lenguaje de los ventiladores de techo de entonces, hecho íntegramente de plástico; los tejidos de Arte Nativa Aplicada basados en una extensa investigación de la identidad brasileña; las sorpresas visuales de la dupla Gerson de Oliveira y Luciana Martins, como la silla Cadê, con un design en la frontera con las artes plásticas; los vidrios sinuosos y sensuales de Jacqueline Terpins; la reinvención de dos objetos de antaño por Carlos Alcantarino; los lavarropas populares de Chelles & Hayashi; las luminarias de la dupla Giorgio Giorgi Jr./ Fabio Falanghe, y, más recientemente, de Fernando Prado. No habría espacio para citar a todos en este desfile que viene a nuestra mente cuando pensamos en el premio.
–¿Se puede analizar un “espíritu de los tiempos” o tendencias a través de ellos?
–No me gusta mucho la palabra “tendencia”, que juzgo más adecuada para la moda, con su ritmo más fugaz de dos lanzamientos anuales. Mas año a año el premio expresa el espíritu de aquel tiempo y lugar. Y eso es bien interesante y rico para documentar.
–¿Y cuál sería el de esta edición?
–Voy a tomar las palabras del presidente del jurado, el diseñador y crítico Claudio Ferlauto: “La muestra de 2006 destaca la diversidad de productos y revela otro aspecto de interés público: muchos productos en exposición pueden encontrarse en los negocios, en avisos o anuncios, como es el caso del celular Blob o del lavarropas Superpop. ¿Será que este conjunto habla con el consumidor?, ¿que estamos actualizados en diseño y que éste no es más aquella cosa complicada y distinta del usuario? ¿Que sabemos que un clip, un post it, una remera básica (T shirt) son diseños tan complejos e útiles como las terminales de computadoras o automóviles... Sólo que su complejidad está en su producción, y en los otros en su concepción, o sea, en la capacidad de “resumir” nuestras necesidades a lo mínimo. Las máximas modernistas tales como “la forma sigue a la función” ya fueron revisadas, pues las funciones son de otro nivel en el siglo XXI. Más curiosamente, es otro slogan de los modernos –“menos es más”– el que parece cada vez más vivo que nunca en nuestra sociedad, que precisa economizar sus recursos naturales.
–¿Cuál es el estado del diseño brasileño en este momento?
–Estamos viviendo un momento muy rico, de florecimiento del design en todos los segmentos de producción y en las más variadas regiones del país. Definitivamente no está más restringido, como hace una década, a San Pablo o Río de Janeiro. Hoy Rio Grande do Sul despunta como el estado de mayor expresión del diseño industrial hecho en altas series. Mientras que en el centro-oeste y nordeste tenemos la belleza de la unión del diseño con el artesanato. Y también un gran interés por el design brasileño en los centros más desarrollados. Vendemos como nunca a boutiques de Nueva York –inclusive piezas de los años ’50– y a Milán y de allí al mundo entero, sin duda los Hermanos Campana son estrellas de primera categoría. Ese reconocimiento es muy gratificante, especialmente para un pueblo con complejo de inferioridad como el nuestro, que siempre precisó de ese aval de afuera para pasar a dar valor a lo propio.
–¿Dónde están las oportunidades para Brasil en diseño?
–La principal oportunidad, a mi modo de ver, está en la unión entre el diseño y el artesanato, que propicia productos muy sintonizados con nuestro tiempo y nuestro lugar. Esa actividad está aumentando la autoestima de grandes poblaciones y está generando ingresos para personas que estaban por debajo de la línea de pobreza.
–¿Un deseo a futuro?
–Que cada vez más gente hable de diseño no sólo desde el punto de vista del mercado, sino más de su dimensión social. Que el diseñador no disocie el ejercicio de ciudadanía del ejercicio de su profesión. Que el design contribuya cada vez más para la mejora de la cotidianidad de las personas. Y que nosotros, países latinoamericanos, nos conozcamos mejor y podamos intercambiar más.
* Museo da Casa Brasileira: La muestra permanecerá abierta hasta el 21 de enero; www.mcb.sp.gov.br
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