La Iglesia del Santísimo Sacramento, en la calle San Martín 1039, justo atrás del Kavanagh, está siendo arruinada. Ya se pintó el edificio anexo y en la iglesia propiamente dicha están listos los andamios para los pintores, que van a estropear un muy buen edificio de símil piedra y piedra. El templo está entero, con pocos deterioros, pero muy sucio, como está todo en una calle estrecha del microcentro. Lo notable es que la suciedad, como sabe cualquiera, se lava y no se pinta. Lo más sencillo sería lavar la fachada, retocar sus problemas y protegerla con siliconas. Y no pintarla, paso drástico que no tiene retorno y que garantiza que dentro de pocos años la parroquia tenga que volver a gastar para repintarla. Es que una fachada en símil piedra lavada dura muchos años. La pintura se ensucia enseguida.