REVISTA TIPOGRáFICA DEJA DE EDITARSE
Con veinte años cumplidos, se despidió la revista TipoGráfica, medio dedicado al diseño, la comunicación y la tipografía que puede jactarse de haber sido pionera en su género en Latinoamérica.
› Por Luján Cambariere
Puede considerarse inexplicable que después de fundarla y sobre todo sostenerla, en épocas en que el diseño era una disciplina totalmente desconocida (tanto más aún la tipografía), hoy, en tiempos más efervescentes, su creador, el diseñador Rubén Fontana, decida cerrarla. Motivos, si se buscan, según él, hay más de diez. Sus allegados, en especial su mano derecha y editora de la revista, Marta Almeida, explica que mucho tiene que ver con lo afectivo o casi cabulero de haber cumplido dos décadas. Fontana aclara que se cumplió un ciclo y prefiere irse en su apogeo: “Este es un corte racional, sentido, profundo y agradecido”, sostiene.
“Se deja de editar, pero no de ser”, aclaran. Y hay que creerles porque cada número de esta prestigiosa revista pionera en su género en la Argentina y en América latina está más cerca del concepto del libro. Por sus reconocidos colaboradores y la profundidad y atemporalidad de los contenidos de análisis. Y porque, además, era encarada como un proyecto cultural. Su preocupación por la educación y la formación se manifestó en conferencias, seminarios y workshops que promovieron la visita de destacadas personalidades internacionales. Y quedó de manifiesto en las dos Bienales de Tipografía Letras Latinas, las muestras de diseño tipográfico más importantes de América latina. En ambas oportunidades, Buenos Aires fue la sede principal de las exhibiciones que en forma simultánea se presentaron en Bogotá, Caracas, Lima, Santiago de Chile, San Pablo y el Puerto de Veracruz.
TipoGráfica nació en 1987 como una publicación periódica creada para cubrir la ausencia de bibliografía en castellano en los albores de la carrera de Diseño Gráfico, que en 1984 recibía a las primeras generaciones de estudiantes en la Universidad de Buenos Aires. Su abordaje particularizado sobre los problemas de la comunicación, el diseño y la tipografía la posicionó como una de las cinco publicaciones más destacadas de la escena internacional.
“Cuando empecé en la facultad, me di cuenta de que recién cuando empezábamos a hablar con los alumnos, éstos se iban, terminaban el ciclo. La revista era la posibilidad de continuar con ese diálogo, que creo tan fructífero. Vale decir que empezamos de menos de cero. De forma obstinada y omnipotente. Básicamente por la necesidad de leer estas cuestiones que nos interesaban en nuestro idioma y con nuestra identidad”, señala Fontana.
¿La tipografía? “Cubría mi pasión. Le tengo un total agradecimiento al conocimiento de la tipografía. Me especialicé solo y ha sido mi sustento. He vivido de este oficio, de dibujar letras, toda mi vida. Un misterio esto de que todos podamos decir cosas a través de un código desde hace 6 mil años. Un templo sagrado no regido por nadie y defendido por muchos, que es pura magia.” Y continúa: “Ponerle ese nombre fue definirla. Y hoy, después de dos décadas, puedo decir que el secreto ha sido que hemos podido ir eligiendo a las personas y los temas. Nunca pretendimos que fuese un negocio, por eso pudimos darnos ese lujo. La revista nace y muere con ese signo. Por eso veinte años no es una razón menor. La vida se ha ido modificando tanto. Luego de un meritorio ciclo, TipoGráfica deja de editarse con la certeza de haber edificado un pensamiento independiente que trasladó el concepto fuera de la imagen para manifestarlo, también, en la palabra. Cuando nosotros salimos no había nadie. Hoy no hay esa carencia. Hoy tenemos permiso para dejar de aparecer, no de ser”, repite.
“A Fontana lo conocí en la Universidad de Buenos Aires. Dio la ponencia más linda que alguna vez escuché entrelazando vida y obra. Para ello se sirvió del diseño de la línea de subtes londinense. Cuando terminó el relato latían superpuestos los cruces que hacen a la persona que hoy es. Diseñador y tipógrafo autodidacta. Creador y titular de la materia ‘Tipografía’ en la Universidad de Buenos Aires (hasta 1997 fue titular de las cátedras de Tipografía I, II y III. En la misma universidad dictó posgrados de Tipografía y fue profesor titular de la cátedra de Diseño Editorial). Inventor, entre otras, de la fuente Fontana ND, director del Estudio Fontanadiseño especializado en programas de identidad corporativa y representante de la Asociación Tipográfica Internacional (ATypI) en la Argentina, ha dictado conferencias, posgrados y maestrías en distintas escuelas y universidades de la Argentina, Brasil, Chile, Canadá, Cuba, España, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Holanda. Su labor profesional ha recibido más de 40 distinciones, entre ellas el Premio Konex de Platino a la trayectoria en Artes Visuales y su trabajo gráfico figura, entre otras, en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.”
Un tipo, según aquel relato, profundamente agradecido a cada pequeño acontecimiento que marcó su destino: “Cuando tenía seis años, mi primera maestra, Juanita, me eligió para decir el poema de turno en la festividad escolar. La conmemoración sería importante, por ello se tomó la determinación de mudar el acto a otra escuela, la más grande de la zona, que además poseía un teatro. El nombre de la escuela que nos adoptó era William Morris, en la calle Lafuente.” El alumno Fontana se adelantó unos pasos para recitar las ocho estrofas de su primer poema: “Sopita de letras”, detalla, y se pregunta: “¿Existe alguna relación entre esta sucesión de ‘casualidades’ y lo que sería mi temprana vocación por la tipografía?”.
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