Sáb 14.09.2002
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La cultura como escenario

El territorio y su historia, fundamento de la búsqueda de Pablo Beitía.

Por Matías Gigli

La figura de Pablo Beitía está hace años asociada a la del artista Xul Solar y a su Pan Club. El motivo es obvio, un trabajo como el museo dedicado al artista en la calle Laprida deja una marca en toda trayectoria profesional. Luego de montar la exposición permanente en el Museo Histórico Quinta 17 de Octubre en San Vicente, donde un conjunto de backlights recrean una calle narrando la muestra “Justa, Libre y Soberana”, Beitía siente la necesidad de hablar de los proyectos presentes y futuros. Que, curiosamente, tienen como eje el agua como presencia física y la difícil relación entre arquitectura y naturaleza como tema a encarar.
Beitía trabaja en el ámbito de la docencia en el campus que la Universidad del Salvador tiene en Pilar, donde elabora proyectos junto a sus alumnos estudiando e interviniendo en un territorio cuyo límite con el agua es cambiante a lo largo del año. Sus trabajos actuales están ligados por una misma estructura general: la interdependencia con el río Paraná.
Frente al río Luján, en el Tigre, Beitía estudia una adaptación y ampliación para un museo. “Es la casa donde Xul Solar vivió los últimos diez años de su vida. Por eso tiene un gran interés y estamos transformándolo en un sitio para la Fundación Pan Club”, explica. El sitio tiene como base una arquitectura que usa palafitos, característicos del Delta, en un terreno bajo y con una relación con el agua complicada en muchos momentos del año.
En Villa Paranacito, sobre la ruta del Mercosur, se proyecta una villa educativa que incluye escuelas de niveles primarios y secundarios.
También contarán con carreras de tipo terciario y universitario con el objetivo de contribuir al desarrollo del casco urbano y revertir la tendencia al despoblamiento. Es una región en donde la falta de trabajo y las inundaciones permanentes han hecho estragos. La idea es generar un polo educativo con el aporte de capitales italianos, que contemple también la formación de talleres de artes y oficios, y busca revertir una tendencia negativa que afecta a un gran sector de la región.
Otro proyecto es el del Parque Arqueológico Santa Fe la vieja, es una cápsula del tiempo. La ciudad está en Cayastá, a 78 kilómetros de la actual ciudad de Santa Fe. Un día en 1670 se tomó la drástica decisión de abandonarla y fundar una nueva. La constante destrucción de la costa a causa del agua llevó a tal determinación. La ciudad abandonada fue descubierta en 1949 y es de gran interés histórico es de utilidad para el estudio del período colonial en nuestro territorio. Beitía trabaja para la sistematización museográfica utilizando los recursos y los medios disponibles para una mejor interpretación y presentación del sitio. Es que sus huellas sirven para interpretar y reconstruir la historia de la primera ciudad en nuestro suelo luego de la primera fundación de Buenos Aires y allí el trabajo consiste en organizar los recorridos e hitos de interés.
La tarea de Beitía es de extremo cuidado; por ejemplo, a la hora de armar un recorrido, los elementos de señalización no deben ser intrusivos. La atención debe circular sin detenerse en elementos actuales. Se trata de mostrar la historia, y tanto Santa Fe la vieja como el nuevo museo de Xul en el Tigre tienen como principal tema el narrar en un determinado lugar una parte de una historia. En eso Beitía, como un escenógrafo que trabaja en base a un determinado texto, sabe hasta dónde seguir al pie de la letra una determinada geografía y cuándo abandonarla con recursos actuales.
Es que cada parte de la historia, cada lugar o cada cosa precisan de una presentación, una mise en scène, ésa es la tarea que Beitía abraza con más fuerza.

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