Sábado, 1 de marzo de 2008 | Hoy
Por Matías Gigli
A Luis Seoane lo tienen bien valorado en su Galicia, a pesar de haber nacido en Buenos Aires en 1910. Es que en Galicia vivió y la tuvo que dejar como muchos otros cuando empezó la Guerra Civil en 1936, regresando con los que encontraron en nuestro país su segunda patria. Al cumplirse diez años de la creación de la fundación que lleva su nombre en A Coruña, se llevó a cabo una muestra que abarcó tanto su obra plástica como sus incursiones en la escritura.
En la muestra se recorre su obra, especialmente las intervenciones murales en muchos espacios públicos de Buenos Aires. Tanto es así que la exposición que asumió como director científico y coordinador Rodrigo Gutiérrez Viñuales junto con Miguel Anxo Seixas Seoane se tituló Buenos Aires: Escenarios de Luis Seoane y explica la ciudad, su tiempo, su obra e influencias.
A la muestra la acompañó un importante catálogo razonado que se extiende en novecientas trece páginas y conforma un aporte interesante no sólo para conocer a Seoane sino también para articular una mirada singular hacia nuestra ciudad. En el libro escribieron Xosé Luis Axeitos, Guillermo Gasió, Ramón Gutiérrez, Rodrigo Gutiérrez Viñuales, Nelly Perazzo, Horacio Salas y Miguel Anxo Seixas Seoane. La coordinadora por parte de la fundación fue Carmela Montero.
La obra de Seoane que interesa al transeúnte de la ciudad alcanza lugares tan emblemáticos como frecuentes en su recorrida: el Centro Cultural San Martín, las Galerías Santa Fe, la Galería Larreta en la calle Florida, la Galería Las Victorias en la Plaza Libertad, además de muchos espacios de acceso en edificios de departamentos como el de Montevideo 1985, donde vivió Seoane, Montevideo 1920, Corrientes 2166 y otros.
Seoane tuvo además de una sensibilidad por la búsqueda de formas, una extraña inquietud por la síntesis y los planos de color, lo que marcó en él un perfil artístico que se movía con fluidez tanto en las grandes superficies de los edificios que intervenía con sus murales como en el mundo del grabado y del óleo.
Su incursión en el mundo del mural lo acercó al ambiente de los arquitectos y con ellos trabajó mucho: con José Aslán y Héctor Ezcurra en galerías comerciales, con Mario Roberto Alvarez en el Teatro San Martín, con Enrique y Lázaro Goldstein en numerosos edificios de departamentos, con José Aisenson en un vitral en el vestíbulo del Teatro de la Sociedad Hebraica Argentina de Sarmiento 2233 y con Max Mazar Barnett y Rosa Schon en la Galería del Centro.
En los años de trabajo en Buenos Aires que van de 1936 hasta su muerte en 1979, Seoane incorporó color y relieve a sus obras, dibujando tanto con pintura como con materiales adheridos al plano. Así organizó una singular producción que no encuentra fronteras entre el mural, la pintura y la escultura y mantuvo con convicción la representación de la figura humana aun en las décadas de mayor alejamiento de las vanguardias a la representación figurativa.
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