GEORGE NELSON
Organizada por la firma Colección-Herman Miller, el Centro Cultural Borges presenta George Nelson en Buenos Aires. Una retrospectiva del genial creador.
› Por Luján Cambariere
Conmemorando los 100 años de su nacimiento (1908-1986), el próximo jueves 29 de mayo, el Centro Cultural Borges inaugura una muestra en honor a George Nelson. Uno de los mayores profesionales que ha dado la disciplina, con piezas emblemáticas del mobiliario del siglo XX. Organizada por la firma Colección en el marco del Foro Creatividad Etica (www.creatividadetica.org) y con curaduría del arquitecto Néstor Otero, la retrospectiva presenta algunas de sus principales creaciones realizadas durante su paso justamente como director de diseño de la firma Herman Miller. Iconos del diseño, muchos de ellos, provenientes de colecciones privadas, importados directamente de Herman Miller Estados Unidos y los fabricados localmente por Colección Sacif, exclusivo licenciatario y distribuidor de la firma en nuestro país.
“Por las cosas prácticas y hermosas”, dicen que podría haber sido su lema. Nelson fue, junto a Charles y Ray Eames, uno de los padres fundadores del modernismo americano.
De esos profesionales de soluciones inteligentes y absolutamente innovadoras para su tiempo, que vale la pena descubrir. Estudió Arquitectura en Yale, donde se graduó siendo muy joven, para luego graduarse Bellas Artes. Años después, en los ‘30, cuando seguía su formación en Roma, tuvo la idea de viajar por Europa y entrevistar a los principales arquitectos modernos, esperando poder publicar los artículos en su país (cabe aclarar que Nelson, además de diseñador, fue un prolífico escritor y crítico de diseño con ideas de avanzada. De hecho él fue quien predijo que los avances de la tecnología informática conducirían en el futuro –para nosotros hoy– a una mayor miniaturización de los objetos). Su proyecto tuvo tanto éxito que sirvió para dar a conocer la vanguardia europea a los diseñadores norteamericanos. Ya de vuelta en Estados Unidos, fue el editor de Architectural Forum (1935-1943) y luego asesor editor (1944-1949). En 1942, cuentan, mirando fotografías aéreas de ciudades devastadas, se le ocurrió el concepto de la zona peatonal, que fue difundido por el periódico Saturday Evening Post. Defendió a veces, hasta ferozmente, los principios del modernismo e irritó a muchos de sus colegas, quienes como diseñadores industriales hicieron, según Nelson, demasiadas concesiones a las fuerzas comerciales en la industria.
Para 1940, George Nelson ya era reconocido como un gran innovador. En su libro de posguerra Tomorrow’s House, introdujo el concepto de “family room” (sala de familia). Otro momento de inspiración le llevó a diseñar la pared de archivo Storagewall, el primer sistema de archivo modular, precursor del mobiliario de sistemas, causando sensación en la industria del mueble. Este concepto atrajo la atención del presidente de Herman Miller, quien le ofreció el puesto de director de diseño de la compañía. Un nombramiento que se convirtió en una especie de puente para que otros profesionales de su talla colaboraran con la firma como Ray y Charles Eames, Harry Bertoia, Richard Schultz, Donald Knorr e Isamu Noguchi. Así, desde su comienzo a mediados de los cuarenta hasta los ochenta trabajó con lo mejor de sus tiempos. Nelson fue un excelente articulador para el lucimiento de otros colegas, aunque sus propios diseños fueran excelentes. Relojes, la primera mesa de trabajo en forma de L, precursora de los puestos de trabajo actuales o la Coconut Chair, productos que se volvieron íconos en la historia de una profesión que él ayudó a formar.
Nelson afirmaba que para que un diseñador pueda enfrentarse creativamente con las necesidades del ser humano “debe primero romper radical y conscientemente con todos los valores que considera antihumanos”. Los diseñadores deben también tener en cuenta constantemente las consecuencias de su trabajo sobre las personas y la sociedad. De hecho declaró que “el diseño total significa nada más y nada menos que un proceso de relación de todo con todo”. Por eso, sostenía que los proyectistas debían adquirir una amplia base de conocimientos y tratar de comprender el mundo que los rodea.
Así, dan el presente en la muestra su funcional mesa esquinero (1954) de base trapezoidal esculpida en aluminio y cubierta laminada que refleja las limpias líneas y el agradable balance de estilo y funcionalidad que caracterizan todas sus creaciones. Su Platform Bench, un lugar de descanso multipropósito en listones de arce sólido para las personas y sus cosas. El clásico sillón Coconut, que debido a las curvas en su asiento y respaldo y sus lados bajos y poco profundos fue diseñado para sentarse en cualquier posición (la cáscara de la silla es de plástico moldeado y su base es de acero cromado con 3 patas de soporte).
Nelson estaba fascinado con todo lo japonés y la influencia es clara en sus diseños de gabinetes en teca, con reminiscencias de tansu (ebanistería tradicional japonesa) para guardar todo tipo de cosas. Y, como era de esperar, el famoso y divertido Marshmallow. ¿Diseño caprichoso? Puede ser, él podía darse sobradamente ese lujo. Así 18 redondos, coloridos y cómodos almohadones flotan sobre el bastidor. Igualmente nada está librado al azar. Los almohadones se pueden desmontar para una fácil limpieza e intercambiarlos para nivelar el desgaste o crear una nueva apariencia. Nelson, un grande.
* Del 29 de mayo al 8 de junio en el Centro Cultural Borges (Viamonte esq. San Martín).
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