Sáb 07.06.2008
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RECOLETA Y PARQUE CHACABUCO

Las gestiones

Buscando un modelo de trabajo más cercano a los vecinos, se presentaron dos proyectos de ley que crean Areas de Gestión en Recoleta y Parque Chacabuco. Una manera de coordinar entes públicos y escuchar a los vecinos.

Uno de los misterios de una gran ciudad es cómo gestionar ciertos espacios o lugares que anudan varias actividades. El problema no es sólo físico sino que cada actividad suele caer bajo la jurisdicción de una entidad oficial diferente. Estas frustraciones de la vida urbana suelen concentrarse en las áreas públicas, que en el proverbio significan los parques. Uno cuida el parque en sí, pero otro las paradas de colectivos, el de más allá los monumentos y aquel que haya o no ventas de algo. Solucionar un problema o pedir un cambio acaba como el trámite del arbolito.

En ciudades pequeñas estas cosas se arreglan hablando con el único que reúne todas las jurisdicciones, el intendente. Capilla del Señor tiene una institución informal que consiste en que todos los jueves el intendente come al mediodía en el Club Italiano y los vecinos pueden acercarse. No es que Capilla esté bien gobernada, pero al menos te arreglan un camino.

Pero Buenos Aires es tan grande que hasta las ambulancias se olvidan que existe tal o cual barrio, porque nadie puede recorrerla toda. Para peor, la ciudad sigue siendo la Capital y tiene retazos de cuando daba lo mismo que la gobernara el Presidente o su delegado nombrado a dedo, el intendente. Es por eso que esta ciudad de provincia es la única que no tiene policía ni puede regular su transporte público, todavía federal.

Sin embargo, hasta cuando el gobierno porteño tiene toda la autoridad legal subsiste el problema del apilamiento de jurisdicciones. El diputado Sergio Abrevaya –Coalición Cívica– está proponiendo que algunas zonas puntuales de la ciudad se administren de un modo diferente, con más participación de los implicados y creando una instancia donde los distintos estamentos se vean la cara y discutan. Así, propone crear Areas de Gestión en Recoleta y en Parque Chacabuco, que comparten cierto tipo de problemas, siguiendo el modelo exitoso del Parque Avellaneda, que viene manejado entre autoridades, ONG y vecinos desde hace rato y con muy buenos resultados.

Un Area de Gestión es simplemente un ordenamiento en el que un coordinador nombrado por el Ejecutivo encabeza un concejo que funcione como un foro consultivo. En el caso de Recoleta, el proyecto de ley que ya presentó Abrevaya crea un grupo formado por el administrador, el jefe comunal de la comuna 2, un representante del Centro Cultural Recoleta, uno del Museo de Bellas Artes, el director del Cementerio de la Recoleta, un representante de la iglesia del Pilar, uno del Palais de Glace, dos de la Feria de Artesanos, dos de los comercios frentistas al AGR, dos de los vecinos frentistas, cuatro de organizaciones con vida activa en el barrio y los coordinadores de área designados por el GCBA. Esto es, vecinos, comerciantes, usuarios, directivos o representantes de las instituciones del lugar y gentes que hablen por las reparticiones oficiales involucradas.

El proyecto Recoleta es el más complejo de los dos porque incluye entidades como el Centro Cultural y el famoso cementerio, y porque tiene áreas donde los frentistas no están en la vereda de enfrente sino literalmente al borde. Es que el Area incluye el cementerio y el viejo asilo, el shopping y todas las plazas de la rodean, incluyendo el Museo Nacional de Bellas Artes y las plazas que embocan el arranque de Alvear –las de los ombúes– que definen veredas peatonales.

Una de las virtudes de este tipo de gestión, explica Abrevaya, es que se ahorra dinero. Un ejemplo reciente fue la marcha atrás que anunció el jefe de Gobierno Mauricio Macri al pie de la vaca, cuando suspendió la construcción de una rampa de bajada de la autopista en pleno Parque Chacabuco. La reacción de Macri es bienvenida porque escuchó a los vecinos, pero ya se habían gastado millones de pesos en obras que nunca se hubieran hecho si el parque tuviera un ámbito de debate entre vecinos y gobierno.

Otra virtud es ahorrarle dinero al ciudadano particular, lesado por lo mal que se hacen las cosas en nuestra ciudad. Esto ocurre tanto porque hay accidentes como porque todo tarda una eternidad. Un ejemplo son los bacheos que cortan o limitan eternamente la circulación en ciertas calles, perjudicando a los comerciantes y hasta bajando el precio de la propiedad hasta que se terminen los trabajos.

La tercera ventaja es el control social ejercido a través de un ámbito de debate en el que se comparte información. Una obra así generada es más transparente y tiene apoyo de los vecinos, que no quedan como sujetos pasivos. En lugar de llegar siempre tarde a reparar una situación porque los vecinos se enojan, el gobierno genera acciones de acuerdo con ellos.

Abrevaya conoce bien Recoleta entre otras cosas porque se crió allí y porque fue el primer titular de su CGP, y porque hizo algunos estudios de sus poblaciones. Por ejemplo, distingue su turismo extranjero y nacional, su población de visitantes porteños que van a pasearla, los vecinos permanentes y los que van a la iglesia y al cementerio a misas, casamientos y entierros. Y luego, claro, está el problema de la sobredimensionada Feria de Artesanos, que solía tener 400 puestos y ya pasa los mil, una saturación que el espacio no resiste.

Es interesante pensar en estos modelos de gestión que no le restan autoridad al gobierno porteño pero particularizan lo que se hace en ciertos ámbitos. Es una idea que permite pensar en mantenimiento preventivo, planeamientos de usos, mejora de la convivencia. También será acaso la única manera de lograr soluciones a problemas que desafían al más genial. Por ejemplo, que el Parque Chacabuco esté dividido por la autopista, que deja un tercio separado del resto por lo que ya es un murallón. Como en casi toda su extensión, la autopista funciona como techo de instalaciones diversas que se fueron construyendo en ese espacio muerto. El parque quedó partido por un paredón que cada tanto tiene un paso, como si fuera una puerta. ¿Qué hacer? Entre otras cosas, hablar con los vecinos y con los que viven y trabajan en ese lugar.

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