Sábado, 25 de octubre de 2008 | Hoy
Políticos que escuchan y vecinos que exigen se vieron esta semana en un club de Montes de Oca. Una instancia de trabajo que muestra la fuerza de la agenda patrimonial y sigue esta semana en Villa del Parque.
Por Sergio Kiernan
Este miércoles, en una bella casona de la calle Montes de Oca, se realizó una reunión para velar por Barracas. El Encuentro por la Preservación del Patrimonio Arquitectónico del Barrio de Barracas juntó en el club Santa Lucía a grupos de vecinos, periódicos vecinales, instituciones barriales y ciudadanos de los que ven algo malo y deciden hacer algo bueno, con políticos dispuestos a escuchar. La reunión es la muestra que la agenda patrimonial es parte de la política porteña y tiene sus palos y sus zanahorias, dependiendo de dónde se para cada uno.
El Santa Lucía se asienta en una de esas casas de barrio de buen porte, con sus detalles franceses y su gran salón, que terminó alcanzando apenas para la reunión. Ese fue el primer detalle que muestra la fuerza de la agenda. El segundo era que estaban desde el presidente del barrio de Barracas hasta el director de su junta histórica, junto con docentes, comerciantes, jubilados, profesionales... un corte de lo que es un barrio y no un grupo de arquitectos o restauradores. Lo que destaca aún más el tercer detalle: la pasión con que se argumentó por la preservación del barrio. Esta era gente que hablaba de lo que es suyo y no de alguna abstracción cultural.
La invitada principal del encuentro fue la presidenta de la Comisión de Patrimonio de la Legislatura, Teresa de Anchorena. La diputada (CC) estaba flanqueada por su jefe de asesores Facundo de Almeida y por sus asesoras, las arquitectas Laura Weber y Gabriela Musio. A su lado estaban el presidente del Santa Lucía, Norberto Bevilacqua, y el organizador de la defensa de Barracas, el arquitecto Ignacio Fusilier, alma del grupo Proteger Barracas. Más tarde se agregó al encuentro el diputado nacional Fernando Sánchez, que representa a la ciudad en el Congreso. Por teléfono, Elisa Carrió mandó su apoyo a la agenda.
La discusión fue simple. Anchorena explicó que estaba en “una bella parte de Buenos Aires”, contó para qué sirvió la comisión que creó y preside –en tres años se catalogaron más edificios que en los diez anteriores– y destacó la juventud general de los presentes y de los militantes del patrimonio, “jóvenes que cuidan el pasado”. La diputada remarcó que Barracas “es un barrio muy cercano al centro pero que tiene aire de barrio y espacios de alta calidad”, con alturas acotadas. Justamente, Anchorena explicó que trabaja en “proyectos concretos, por ejemplo para evitar que el barrio tenga edificios de alturas inadecuadas” como ya se hizo en Caballito. “Hay que crear sinergia entre legisladores y vecinos para preservar la buena arquitectura: hay muchos lugares en peligro a conservar y defender”.
Buena parte de la discusión y las preguntas hacen a la inminente creación de una APH en Barracas para proteger muchos edificios notables, y una rezonificación de buena parte de la espalda de Montes de Oca hasta Hornos, y el entorno del Hospital Elizalde, para prohibir la alta densidad y los edificios en altura. Los vecinos mostraron tanto aprecio por las torres como los de Caballito, que lograron prohibirlas en su región, y repetidamente pidieron que se bloquee un proyecto en la calle Olavarría, donde algún inversor compró varias casas para crear un terreno grande y hacer una torre. De Almeida explicó que había realizado un pedido de informes y averiguó que nadie había pedido todavía permiso para construir nada en ese lugar.
De Almeida puso el tema en contexto al explicar que se busca un código urbano que refleje las alturas actuales que caracterizan a los barrios y no uno que impulsa una ciudad de alta densidad, de edificios altos y superpoblada. De Almeida explicó el proyecto de Anchorena de crear los metros virtuales como objeto legal, para que los dueños de casas catalogadas puedan vender el potencial de construcción que no van a realizar, otra manera de hacer viable el patrimonio y ayudar a su conservación.
Ignacio Fusilier explicó el origen de su grupo Proteger Barracas. Fusilier es de una de las familias ancestrales del barrio y vive en la casa que compró su bisabuelo en la década de 1870. Ese mismo ancestro decoró la vecina iglesia de Santa Felicitas con sus pinturas, otro antecedente que explica que el arquitecto sintiera “casi desesperación al ver las demoliciones en el barrio”. Fusilier midió sus emociones contando que hubo treinta demoliciones de piezas valiosas en apenas un año y dentro del perímetro de lo que sería la APH, un proceso de vandalismo realmente notable. El arquitecto admitió que las avenidas pueden ya estar perdidas, pero que hay que cuidar las todavía mayoritarias manzanas de casas que tiene el barrio, “por su patrimonio edificado y también por su calidad de vida”.
De Almeida cerró retomando la idea, explicada por Anchorena, de que el patrimonio perdido no se recupera, lo que lo hace comparable al medio ambiente, imposible de restaurar una vez destruido. Y destacó la increíble utilidad de la movilización de los vecinos ejerciendo presión sobre los políticos. El ejemplo fue el del colegio La Salle, que ya sería un hotel muy remodelado si no fuera por los ex alumnos y patrimonialistas que pusieron el tema en los diarios. El mismo Macri terminó ordenando que se catalogara el colegio, lo que sucedió en tiempo record. Como para mostrar qué claro tienen esto los vecinos, Fusilier le entregó a De Almeida un fajo encuadernado con 1700 firmas apoyando la APH y exigiendo el fin de las torres.
Este miércoles se realiza la tercera de estas reuniones sobre patrimonio, esta vez en Villa del Parque. Es a las 18.30 en el Club Parque de Marcos Sastre 3264, enfrente de la plaza y casi esquina Cuenca.
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