Sábado, 15 de agosto de 2009 | Hoy
Las bodas de plata del Centro Cultural Virla, punto neurálgico de la movida tucumana, mostró lo que pasa en una ciudad histórica y activa.
Por Luján Cambariere
Para algunos sus rasgos distintivos se encuentran en su gastronomía, con las empanadas más deliciosas del planeta –que llegan indefectiblemente con un limoncito que es toda una advertencia– o milanesas fuera de escala. Para otros, la identidad está en sus paisajes de cerros, ríos, valles y los más bellos naranjos coronando cada una de sus calles. Y todavía para otros, la marca registrada son sus intelectuales –escritores, investigadores, artistas, periodistas– que ni la más tremenda de las represiones pudo callar.
Lo cierto es que Tucumán no para y eso se pudo comprobar con las bodas de plata (adelantadas, se cumplen en octubre) del Centro Cultural Virla de la Universidad Nacional de Tucumán, que se transformó desde su creación, en el advenimiento de la democracia, en el eje neurálgico de su movida cultural. En esa época, el entonces rector ingeniero Eugenio F. Virla dispuso la reapertura de la Extensión Universitaria, que fue clausurada durante la dictadura militar, recuperando el edificio de la calle 25 de Mayo al 200, en el corazón mismo de la ciudad y a dos cuadras de la Plaza central.
Todas las manifestaciones del arte –pintura, teatro, música, cine, y desde que asumió su actual directora, la inquieta Silvina Fenik, también el diseño, tienen su lugar. “La característica de este espacio es la simultaneidad y diversidad de actividades que conviven. Un camino que recorre desde lo académico (la mayor parte de las facultades desarrolla actividades aquí) pasando por lo artístico, lo formativo y también por experiencias que trascienden su espacio físico, como las actividades del ‘Virla fuera del Virla’. Por ejemplo, por citar alguna, en el Día de la Música escondimos en un primer piso del edificio de la DGI a un grupo de jóvenes músicos que sorprendieron a todo el público que estaba realizando trámites. Fue impactante, ya que en ese momento el malestar y la protesta desapareció para disfrutar”, cuenta Fenik.
“Ahora, la apuesta al diseño me parece fundamental. Esto permitió abrir nuestra tienda, la única con estas características en un ámbito oficial, generar actividades y alianzas para ofrecer a la comunidad un espacio que no está desarrollado con todo su potencial. Laboratorios de diseño, seminarios del Inti, exposiciones y, este año, el lanzamiento de nuestro primer Salón de Diseño. Entrar a este espacio es como poner el pie en lo infinito, el límite lo pone uno”, remata.
Encuentros de historietistas, talleres de filosofía con niños, programas de clown en hospitales, ciclos donde se entrecruzan lenguajes como el gourmet con la literatura, la poesía y la música. Y algunas de sus marcas registradas, como su ya instalado concurso de intervenciones artísticas en espacios públicos Sitios Tangentes (www.sitiostangentes.blogspot.com.), una verdadera perlita con propuestas que van de lo aparentemente más lúdico como la del artista Rolo Juárez, a quien se le ocurrió montar un cumpleaños móvil, con guirnaldas, torta y sandwichitos (Cumpleaños Colectivo) durante uno de los recorridos diarios de la línea de colectivos que él mismo tomaba. Una acción performática que hasta tuvo el regalo de contar con una casual cumpleañera, una señora mayor que, a falta de su fiesta de quince, tomó ese festejo como una señal, una revancha del destino.
O sin dudas con otra carga, pero también desde un sitio absolutamente positivo, el proyecto Monumentos de Carolina Pereyra. Un ejercicio de la memoria distinto. Estudiante de artes, joven mamá de dos niños, hija de desaparecidos, pero sobre todas las cosas una mujer a la que la adversidad no le ha quitado las ganas. Sensible y comprometida, Carolina decidió honrar la memoria de 16 víctimas de la impunidad desde la dictadura hasta hoy repartiendo durante un día, en la esquina de Avda. de los Próceres, 10.000 volantes. Como su obra artística se fundamenta en encuestas, los mismos tenían las cinco cosas más lindas que recordaban sus seres queridos de estas personas desaparecidas. Recuerdos cotidianos: “Su forma de bailar, de reír, cómo contaban chistes, que le decían ‘ropero vestido’ porque como era grandote cuando se engripaba andaba con una colcha encima”, resume algunos Carolina, quien para la edición de este año destina su trabajo a echar luz sobre otra injusticia: la violencia de género.
“Este año salí a preguntar a las mujeres en Tucumán qué cinco cosas no dirían en público. Con las que más se repetían –Soy Lesbiana, Me gusta coger, Nunca tuve un orgasmo, Me hice un aborto, Mi marido me golpea– hice unas remeras con las que varias salimos a la calle. Todas generaron insultos o polémica. La única que no generó ninguna reacción fue la de la violencia doméstica. Eso prueba que acá está tan naturalizado. Así que mi proyecto de este año consiste en dibujar con stencil la silueta de 16 mujeres muertas por la violencia en el último sitio donde fueron vistas con vida”, resume Carolina. Una luchadora que en el mientras tanto se gana la vida vendiendo una bella línea de accesorios (bolsos y carteras) que ella misma produce con descartes textiles y cuadernos de papel reciclado, hilo y cuentas plásticas.
Del Virla surge a fines de 2007 con el objetivo de incluir a un público joven con apetencias culturales y artísticas más contemporáneas, cuentan. Así, a la ya conocida oferta musical y literaria que ofrecían, incorporaron indumentaria, accesorios, joyería, juguetes y una amplia selección de objetos de artistas, a raíz de la fuerte impronta artística que tiene la ciudad a través de su universidad. Hoy son más de 22 los diseñadores y artistas de Tucumán, Jujuy y Salta que tienen la tienda como principal vidriera. Varios exponentes de joyería contemporánea donde abundan propuestas que pasan por el recurso textil, como la línea de telas estampadas y bordados Anavlis Seni de Silvina Berreta; los prendedores y collares inspirados en ciudades norteñas, muchos con fieltro, de Solana Catalán y Marta Salina para su etiqueta Mamba (que además ostenta chanchitos alcancía cerámicos de los típicos norteños customizados con cartapesta en distintos estampados); los collares calados en goma, hule o lona plástica de Florencia Vivas; la accesorios tejidos de Pamela Desjardins con combinaciones de cintas y botones; los aros y collares en papel, tela, hilos de coser fundidos con alambre, cordones o pintados de Juliana Estrada o las propias de la simpática Irene Auvieux, docente de artes y directora de la tienda con su marca Uso Arte, pines y colgantes construidos sobre fragmentos de la obra pictórica de Rubén Kempa, su marido. “Pequeñas pinturas ‘para usar’ y llevar por la vida alegremente”, según cuenta.
Absolutamente tiernos, los muñecos de tela en versión punk a más infantiles o pop hechos con telas recicladas, plásticos y lentejuelas de Belén Aguirre, las hebillas con la técnica del origami pero en tela de Ester Boué, quien junto a Fabiola Brandan (diseñadora de indumentaria reconocida por sus prendas mutantes que truecan funciones, son reversibles y con una moldería cuidada al detalle) y Lorena Sosa, con bellas piezas en tela y alpaca, además de prendas, conforman en colectivo Intendencia, en esto de apostar, según cuentan, al diseño y no a la tendencia.
Los artículos de escritorio Pepa “anotadores y cuadernos de dibujo que nacen a partir de la intervención del camino que transitan los cartones antes de llegar a convertirse en residuos”, según explica su autor, Rodrigo Cañas. Los accesorios de la etiqueta Malvaviska de Alejandra Erazo, bolsos, carteras y accesorios en banners reciclados. Y dentro del segmento, objetos de artistas, las sillitas en resina epoxi de Romina Postigo (ella también diseña una delicada bijou en lana y cobre), los tipitos frenéticos de amplias y dentadas sonrisas, también en resina, de Alejandro Contreras, las coloridas cajas de Rubén Kempa y las bellísimas y expresivas muñecas en cerámica de Luciana Guiot, entre otros.
Estudiantes de diseño y arte también se las traen con personajes encantadores como la dulce Elisa Socolosky, hija de gastronómicos, a quienes les usa todo su herramental (mientras ellos se encuentran trabajando en España) para su diseño experimental. Desde el horno eléctrico de panadería a la pastalinda, pasando por todo tipo de papel films y moldes, en los que procesa su bijou. Simpáticos collares, prendedores y vinchas hechos en base a cotillón y vajilla descartable de cumpleaños (coloridas cucharitas, tenedores, pulseritas) y manguera de PCV horneados. O como otra inquieta estudiante de artes e indumentaria, Jessica Morillo, que desde los doce años, cuando empezó jugando a hacer su propia bijoux en macramé, buscó desmarcarse del tradicional empleo que se hacía de la técnica con sus colores apagados y el aplique de semillas, por una apuesta mucho más viva donde gana el color y la suma de otras técnicas como el crochet.
Mientras que Natalia Michel, estudiantes de moda, además de ostentar una original línea de indumentaria deportiva femenina con todo tipo de apliques en la tela que imprimiéndole un poco de glamour a la actividad física así como accesorios, bolsos y carteras en materiales de descarte –cintas de cassette, rollos de foto–, es una de las que se ocupa de imprimirle dinámica a una movida de ferias de diseño que recién comienza en la provincia.
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