La defensora del Pueblo porteño pidió explicaciones por el altísimo costo de la ínfima plazoleta de las Madres. Y agregó una comparación con los precios de otras obras públicas compiladas por vecinos.
› Por Sergio Kiernan
Un día frío a comienzos de este invierno, nuestro columnista el arquitecto Marcelo Magadán estaba dando una de sus caminatas por el sur porteño cuando se encontró con una sorpresa. En la esquina de Garay y Entre Ríos aparecía una ínfima plazuela, la de las Madres, con veredas nuevas de cemento peinado y dos farolitos. Todavía exhibía el cartel de obra y Magadán notó, con sobresalto, el monto de 598.406,46 pesos. Como este arquitecto es un hombre prolijo y preciso –por algo es uno de nuestros mejores restauradores– volvió a casa a buscar su cinta métrica, lápiz y cuaderno. Al rato sabía que su sobresalto era justificado, porque la plaza tenía 37 metros cuadrados de tierra batida, todavía sin pastito, y 67 de vereda. “Remodelar” el triangulito había costado 5328,50 pesos por cada metro cuadrado de plaza, sea de tierra o de cemento. Una obra semejante, hecha por un privado para otro privado, costaría 47 pesos por metro.
Magadán publicó su descubrimiento de la plazoleta más cara de nuestra ciudad el cuatro de julio en m2. De inmediato pasaron dos cosas: el gobierno porteño guardó el más helado silencio y la Defensoría del Pueblo porteño empezó a preguntar. Resulta que la defensora del Pueblo, Alicia Pierini, tuvo este mismo año la buena idea de crear una nueva defensoría adjunta, dedicada a temas de planeamiento urbano, identidad barrial y a patrimonio arquitectónico. Su titular es Gerardo Gómez Coronado, que se tiró de lleno a la pileta y está disparando pedidos de informes, convencido de que la Defensoría es una gran herramienta para defender la ciudad.
El 20 de julio, luego de hablar con Magadán, la Defensoría abrió la actuación 3682 y el último día de ese mismo mes le enviaba un oficio al Poder Ejecutivo pidiendo explicaciones sobre el asombroso precio.
Resulta que la obra de la placita de las Madres tiene un segundo nivel de rareza bastante desconcertante. Cuando uno ve una obra en una plaza o calle, piensa automáticamente en los ministerios de Planeamiento Urbano o de Espacio Público. Pero el amarillo cartel de Entre Ríos y Garay avisaba que la obra era a cuenta y orden de la Subsecretaría de Atención Ciudadana, que depende directamente de la Jefatura de Gabinete porteña y no tiene nada, pero nada que ver con la obra pública.
Atención Ciudadana se dedica justamente a atender a los ciudadanos, a través de la Dirección General de Atención Vecinal, de la red de CGP que cubren la ciudad, de la Dirección General de Defensa y Protección del Consumidor y de la de Descentralización y Participación Ciudadana. A la subsecretaría le caen programas como el presupuesto participativo, el Registro de organizaciones de acción comunitaria, el call center que atiende reclamos y la recepción de pedidos online. Lo más cercano que llega la subsecretaría a poner un ladrillo en alguna parte es cuando redirige pedidos vecinales “a los funcionarios de cada área”.
La actual subsecretaria es Gladys Esther González, que no registra tampoco el menor antecedente en obra pública o arreglo de plazoletas. González fue directora por el PRO en el Banco Ciudad en tiempos de Jorge Telerman y estuvo a cargo de la publicidad del banco, lo que generó comentarios ya en esos tiempos.
Tal vez su inexperiencia en obras públicas o la dificultad de fijar precios en temas tan soft como la publicidad expliquen el extravagante precio de la licitación 2343 que firmó González para la plazoletita. Que el precio es una exageración notable se desprende no sólo del cálculo de Magadán sino de lo que paga el mismo gobierno porteño por otras obras: hasta en el raro mundo de la obra pública, la plazoleta de Gladys Esther brilla por su precio.
Tanto, que el defensor adjunto Gómez Coronado acaba de presentar esta semana un agregado a su oficio de julio. Resulta que el funcionario recibió ayuda de un grupo de vecinos de la ciudad que se andan ganando el bronce. Son los vecinos del parque Leonardo Pereyra, que primero se indignaron por la destrozona “reforma” de su plaza y luego se pusieron a estudiar todas las obras en plazas del gobierno porteño. En el sitio www.parquele onardopereyra.com se puede encontrar una lista interminable de intervenciones en plazas, parques, patios urbanos y plazoletas en todos los barrios. Y con una prolijidad notable, los vecinos incluyeron en su relevamiento los precios declarados en los carteles amarillos.
Para dar apenas un ejemplo evidente para los que anden por el centro: la plaza Libertad, que cubre la manzana pareja entre Cerrito, Marcelo T. de Alvear, Libertad y Paraguay fue licitada más o menos al mismo tiempo que la minúscula plazoleta de las Madres. Resulta que la intervención sobre los espacios verdes fue presupuestada en 1.540.110 pesos, algo menos que el triple que la obra de Gladys Esther. Pero la Libertad mide 10.000 metros cuadrados y la Madres mide 100, con lo que Atención Ciudadana se gastó unas treinta veces lo que Espacio Público, medido por metro de obra.
En fin, será interesante ver qué contesta el Ejecutivo sobre estos costos que tanto se destacan hasta en la comparación entre sus propias obras.
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