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Escuchamos y repetimos que diseño es multi e interdisciplina, pero los ejemplos son pocos porque muchas veces tememos salir de los compartimentos estancos. Pionera en Chile en poner en valor la artesanía tradicional de la región, presentándola de un modo absolutamente premium y enalteciendo el trabajo de distintos artesanos a través de su etiqueta y tienda Ona, Macarena Peña está volviendo a sus raíces de historiadora. Y desde ahí siendo cada vez más y mejor diseñadora.

Es que parece que a Ona le llegó el tiempo de generar su colección propia y con años de experiencia abriendo camino a la valoración de un acervo cultural tan rico y genuino, no podía ser de cualquier modo. Es más, “el modo”, “el cómo”, es lo que más la desvela. Por eso retomó con fuerza su vocación de investigadora y orquestó los medios aprendidos a través de su formación en gestión cultural (se postuló y ganó el subsidio de Innova Chile –Corfo–) para contar con el apoyo que le permitiera lanzar una colección que recupera las visiones del mundo andino en sus diseños. Sobre todo, mucha de la magia ritual y espíritu de un mundo marcado por otros ritmos que se traducen en estas piezas cargadas de significados.

Laboratorio de
diseño e identidad

Ahí se cocina parte de la nueva historia de Ona. Se investiga, documenta, registra. “La investigación respecto de los códigos de creación de pueblos originarios ha sido la actividad eje que ha marcado el trabajo al interior del laboratorio liderada por la investigadora Carolina Cox. La investigación consta de trabajo historiográfico de revisión de fuentes primarias y secundarias en las diferentes bibliotecas y centros de estudios del país en referencia a producción artesanal local. Toda la información recopilada en torno de las temáticas culturales está siendo almacenada y sistematizada en un archivo digital al que hemos llamado Atlas cultural y al que podrán acceder desde una plataforma Google Map quienes lo deseen”, cuenta Peña.

Simultáneamente realizan viajes a terreno. Como punto de partida para abordar el textil, patrimonio tan propio de este país, a las zonas de San Pedro de Atacama y Arica.

Pero además trabajan en pos de su inserción en el mundo contemporáneo, identificando las necesidades y tamaño del mercado, planeamiento de la identidad de marca y el diseño de la colección. “Dentro de este proceso nos encontramos dimensionando el mercado y realizando el perfil de nuestro público objetivo. También se están identificando cuáles son los volúmenes de venta y categorías de producto de la tienda para poder realizar una estructura acorde a la empresa y sus realidades”, detalla.

“Los primero prototipos han sido diseñados por profesionales en sus áreas correspondientes. En el caso de la cerámica, el trabajo ha estado a cargo de la ceramista Pilar Guzmán. En joyería, Liliana Elgueta. Mientras que en el área textil estamos trabajando con el diseñador austríaco residente en Chile, Arnold Hass, quien ya ha realizado trabajos de estas características en Etiopía y ahora con nosotros, con comunidades aymara del norte de Chile. En octubre abrirá una tienda en Viena y quiere lanzarla con la colección Ona”, señala.

En síntesis, esta innovación es posible al desarrollar la metodología de conciliación entre los códigos originarios y las tendencias actuales de consumo, realizando una propuesta de valor al producto final desde su puesta en valor a través de contextualizar su materialidad, iconografía y técnicas propias de las culturas antiguas y agregando valor a través de recrear su diseño aplicando lenguajes contemporáneos.

Textiles parlantes

Así apoda Peña a sus textiles. “En el mundo andino la cultura material posee un sentido total, ya sea en su creación como en su uso, orden práctico, ritual o estético. Las cosas no fueron o son diseñadas de cualquier manera. Todo tiene su orden y razón de ser. El diseño y la construcción poseen claras normas que se rigen por patrones establecidos, en algunos casos inalterados a lo largo del tiempo, trascendiendo a las épocas y fronteras. Las diferencias, por lo general, son detalles que denotan su origen o procedencia específica. Existen piezas y técnicas panandinas que cruzan las fronteras culturales y geográficas, las prendas en su estructura se mantienen inalterables y es en sus detalles en donde se encuentra su singularidad, como es el caso de las talegas o costales para las semillas”, cuenta, sobre piezas en las que encuentra inspiración. Junto a otros elementos clave del mundo andino como las alforjas y aguayos, en los que se inspiran los primeros productos que actualizados devienen en chales, bufandas y cobertores de camas.

“Lo mismo que los códigos, en especial los colores o efectos ópticos responden a observaciones directas de la naturaleza, como lo son los colores de un pájaro, la piel del jaguar o el arco iris. Mientras que las ornamentaciones o decoraciones están hechas para remembrar o representar diferentes seres de la naturaleza, ya sean reales o míticos. Las técnicas textiles son desarrolladas a partir de los efectos visuales que éstas son capaces de transmitir. Como es el caso de la piel de jaguar o serpiente emulada por la técnica del ikat o teñido con amarras. También ellas nacen en función de recrear o invocar a los seres considerados sagrados. Vale recalcar que en estas culturas no existen objetos que sean meramente decorativos, sino que lo decorativo está presente para transmitir un mensaje.” Igual que hace ella ahora con estas nuevas prendas que ponen en comunicación y a comulgar, lo mejor de los dos mundos.

“Entregar una propuesta de valor a través de la producción de objetos artesanales innovados, con identidad, en ediciones limitadas apelando a las personas que comprenden que el lujo está vinculado con el significado, el conocimiento de las historias que hay detrás de dichos objetos, la pieza única, que respeto las materialidades, a sus autores y las historias que hay detrás de ellas es nuestra meta”, remata.