Tokyo Fiber Senseware, la muestra dedicada a la investigación y aplicación de revolucionarias fibras químicas japonesas, da el puntapié inicial para innovar desde una nueva materialidad. Shigeru Ban, Ross Lovegrove, Kengo Kuma y Antonio Citterio, algunos de los invitados a la fiesta.
› Por Luján Cambariere
“Así como los materiales de la Edad de Piedra inspiraron a las mentes creativas de entonces, estas nuevas fibras sintéticas lo harán con las nuestras. Algunas son microscópicas como una célula, otras más flexibles que una goma y otras conductivas como el metal”, adelanta Kenya Hara, entre otras cosas director artístico de Muji y fundador del Nippon Design Center, quien en su rol de curador de diseño fue el encargado de elegir a catorce diseñadores y empresas del mundo para designarles un tipo de fibra con la cual trabajar en pos de la muestra Senseware. Aunque en realidad la propuesta va mucho más allá, porque la invitación era cursada hace dos años por los más importantes productores de fibras químicas japonesas con el objetivo de que algunos de los profesionales contemporáneos más renombrados se pusieran a experimentar con ellas en pos de la generación de nuevos productos para el mercado actual de consumo. Como explican desde el Museo Holon, donde están por albergar la exposición (después de que ya diera el presente en Milán), “puro monozukuri”, un término oriental que define la vocación de apostar a nuevos conceptos.
Así cada uno de los convocados –arquitectos, diseñadores de indumentaria y producto, paisajistas y artistas– se puso a explorar para demostrar el potencial del material. Un lujo que pudieron darse algunos de los nombres más fuertes de la escena internacional, entre los que figuran el inglés Ross Lovegrove, el italiano Antonio Citterio, y por supuesto mucho oriental, como el arquitecto Shigeru Ban, famoso por emplear en sus obras materiales no convencionales como el papel o el plástico y por ser considerado uno de los mayores innovadores en la actualidad.
Aunque ésa suele ser una de las primeras advertencias al entrar a cualquier muestra, imposible llevarla a cabo en ésta, sobre todo con tanta textura y formatos inusitados. Así, las propuestas incluyeron hasta al logo de la expo, construido mediante gotas de agua que forman la palabra Senseware dispuesta sobre un bastidor rectangular forrado con un tejido de color negro repelente al agua llamando Monert. La instalación se encontraba inclinada unos 45 grados, de manera que las gotas se escurrían aleatoriamente por el lienzo, deslizándose hacia abajo por el efecto de gravedad como una pequeña lluvia de efecto absolutamente hipnotizante.
Uno de los más festejados, sin dudas, fue el Kukitorimushi de Panasonic. Una criatura, robot, con forma de almohadón realizada en tejido Nanofront, una fibra de polyester hecha de invisibles nanofibras capaces de limpiar la mínima mota de polvo y hasta manchas de aceite.
Sin dudas por el protagonismo que adquirieron el año pasado, gripe porcina mediante, también llamaron mucho la atención las máscaras quirúrgicas diseñadas por Mintdesigns hechas con Smash, un material termoplástico fácil de modelar con calor, que no se rasga fácilmente y además se puede imprimir. El colectivo de diseño de moda japonés las versionó imprimiéndoles distintos grafismos o con formas de animalitos, ya que su idea es que sean incorporadas con gusto como parte de la indumentaria.
En el rubro mobiliario, absolutamente sutil, como era de esperar de acuerdo a su trayectoria, la silla ultraligera del arquitecto Shigeru Ban, quien para la ocasión dejó de lado el bambú, papel y cartón, algunos de sus fetiches, para emplear una nueva fibra de carbono. Mientras que, por su parte, un ícono del design italiano, el arquitecto y diseñador Antonio Citterio, ideó un sofá recubierto con un tejido elástico y muy suave llamado Finex, de formato oval, que gracias a un sistema eléctrico en su interior bien particular logra que en determinadas posturas le crezcan una especie de alas.
En el segmento iluminación, los geniales Nendo (estudio de diseño japonés) trabajaron para sus pantallas de lámparas el mismo tejido que usaron los Mintdesigns para las máscaras, el Smash, con el objetivo de sacarle el máximo provecho al poder difusor de la luz de este material. Además, este textil no tejido puede moldearse con calor, entonces lo trabajaron soplándolo como si fuese un vidrio. ¿El resultado? Unas pantallas absolutamente bellas sopladas cada una de forma diferente, como siempre, con algunas reminiscencias de su acervo local, en este caso de las pantallas de papel japonesas.
En el campo de la moda, el diseñador Kosuke Tsumura propuso piezas modulares a partir de Filibendy, otro textil no tejido con múltiples virtudes, porque es transpirable y absorbe el ruido. Aunque lo que es más interesante es que cada uno puede construir su propio vestido uniendo estas piezas en configuraciones clásicas u otras más futuristas.
Por último, Lovegrove conquistó con su Seeds of Love, una mochila de forma orgánica y ultraligera diseñada en base al Triaxial Woven Fabric (T.W.F), un material que con muy poco tejido otorga una firmeza y resistencia increíbles.
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