Sábado, 31 de julio de 2010 | Hoy
Por Luján Cambariere
Siempre destacamos el virtuosismo local de las joyeras contemporáneas, sobre todo al convertir en absolutas piezas preciosas cualquier material que tocan. En este caso, se trata de una diseñadora industrial, Mayté Ossorio Domecq, quien transforma nada menos que el remanente de una industria de calzado de seguridad en bellísimos collares, brazaletes y pulseras. “Trabajo en el diseño de joyas desde hace ocho años. Primero de la mano de Julio Pérez Sanz y después con Fernanda Sibilia, experiencia que me lleva en ambos casos a la exploración de materiales diversos y su optimización. Vivencias que me llevaron a descubrir los diferentes modos de relación entre materiales y procesos, objetos y personas.” Al poco tiempo, Ossorio Domecq gana un concurso de diseño en piel, donde la propuesta trataba diferentes técnicas para la optimización y reúso de remanentes de cueros y pieles, y el premio era un seminario de diseño sustentable en Copenhague.
“Ahí comienza mi búsqueda y compromiso con la sustentabilidad, señala. Luego las ganas de hacer algo que me representara, donde volcar mis experiencias y aprendizajes cobra vida de la mano de Silvia Barretto, jefa de cátedra en la Universidad de Lanús y amiga, quien ante la bienal de ArteRe (reúso, resignificación, reciclado) de la universidad, me desafía a trabajar con remanentes de Confecat, la fábrica del calzado Ombú, donde ella trabaja en el área de diseño. Así nació este emprendimiento que significa para mí un trayecto inagotable, donde el principal objetivo es ser parte de una cadena sustentable, poder generar un eslabón más en el mercado, pensando los productos como la confluencia de belleza-medio ambiente-sociedad.”
Así, a su estudio llegan trozos de telas, cueros y materiales de los más diversos, algunos con forma (por ejemplo, los logos de las botas de seguridad o remanentes de alpaca de punteras de bandoneones de Ana María Weckesser) o sobrantes de cortes de los cuales va rescatando las diferentes formas. “Se pintan fondos y bordes, se pegan o agujerean, y por último se vinculan. Un trabajo absolutamente artesanal, detalla. Y continúa: La materia prima/descarte a mi criterio es un desafío. Es una fuente inagotable de recursos, que hay que aprender a leer y donde el rol del diseñador es justamente encontrarles el camino, el descubrir su razón y estética, logrando que por ejemplo un pedacito de cuero de una bota de seguridad se convierta en un collar que realza las curvas femeninas y acompañe su movimiento”, remata.
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