Sáb 04.09.2010
m2

Entre Londres y Valencia

De paso por Buenos Aires, Héctor Serrano contó su vida como diseñador español radicado en Londres.

› Por Luján Cambariere

Héctor Serrano es uno de los nombres fuertes del diseño español, aunque desde el 2000 vive y trabaja en la capital inglesa. Después de estudiar en la ESDI de Valencia, su ciudad natal, hizo un master en Diseño de producto en el Royal College of Art de Londres y allí se quedó. Entre sus clientes se encuentran firmas e instituciones como Moooi, ICEX Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España, Droog Design, Metalarte, La Casa Encendida (Caja Madrid) y el Ayuntamiento de Valencia, entre otros. Su estudio recibió numerosos premios, como el Peugeot Design Award, el segundo premio en el diseño del nuevo autobús para Londres, junto a Miñarro García y Javier Esteban y el Premio Nacional de Diseño “No Aburridos”. Y ése es un atributo que le calza muy bien a su trabajo, como lo demuestran algunos de sus proyectos más recientes.

¿A saber? Las Animal Hand, unas calcomanías para que los chicos se transformen en diversos monstruitos, para la firma Worldwide; el Captain Soap para B Sign, una embarcación que se ocupa de mantener a flote el jabón y champú y demás accesorios de baño mientras uno se baña; la Sofa Lamp que realizó para Moooi en colaboración con otro colectivo español, los CuldeSac, y se inspira en el icono del tradicional sofá Chester, tomando su estética y en versión luminaria.

¿Otros de sus diseños más conocidos mundialmente? Varias luminarias como la Superpatata, en látex que se apila, y para él, sirve de almohada y objeto antiestrés que hiciera para la holandesa Droog y la Waterproof que flota en el agua y realizara para Metalarte. Así como los trabajos que tienen más que ver con sus raíces españolas como el recipiente La Siesta para La Mediterránea en colaboración de nuevo con los CuldeSac y Rauly Martínez. Un recipiente en terracota que combina el aspecto de una botella de agua mineral con las ventajas de “botijo” tradicional. En la misma línea, de unir tradición con contemporaneidad, otro embalaje, el de la “Papa de Tenerife” para el Cabildo de Tenerife, que eleva este producto tradicional a la categoría de delicatessen mediante un pack especial que trae todo lo necesario para degustarlas. De paso por Argentina invitado por el Cceba como jurado de sus premios de diseño entregado recientemente, cuenta para m2, cómo lo hace.

–¿Cómo fueron sus comienzos? ¿Recuerda su primer encargo de diseño?

–Como todos los principios, fueron duros pero llenos de ilusión. Al principio no había clientes y los proyectos eran autogenerados. Una vez terminados, los exponía y mostraba siempre que podía para poder buscar un futuro productor/cliente. El primer encargo fue el de Metalarte para diseñar un nueva lámpara que encajara en su colección Metalab. La aventura funcionó bien y de ahí surgieron la Waterproof y la Top Secret.

–¿Cuáles son las señas particulares de su trabajo? ¿El humor es clave?

–Tratamos de crear productos y proyectos con los que nos sintamos identificados de la manera más humana, emocional y extraordinaria posible. De alguna forma combinamos dos conceptos aparentemente opuestos: innovación y familiaridad. El primero trae al proyecto el elemento inesperado y novedoso y el segundo juega con la memoria para poder sentirnos identificados y al mismo tiempo seducidos. El humor surge de forma natural y dependiendo del proyecto cobra más o menos protagonismo.

–¿De quiénes recibe mayores encargos? ¿De qué tipo de industria?

–Son muy diversos, desde packaging, instalaciones, mobiliario, producto. Quizá recibimos más encargos de iluminación porque es del tipo de producto que más tenemos y más conocido.

–Tiene varios muy representativos de su país, como el contenedor de papas, un abanico o la botella inspirada en un botijo.

–Creo que salir de tu contexto o país natal siempre es bueno porque no sólo aprendés sobre el lugar a donde vas, sino y quizás incluso más, de donde vienes. Es curioso que tuvimos que irnos a Londres para diseñar un botijo. Seguramente nunca lo hubiéramos hecho si hubiéramos estado en España. Es un poco como el dicho, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

–¿Por qué se mudó a Londres? ¿Cómo es diseñar allá?

–Vine a estudiar un master en diseño de producto en el Royal College of Art. Al terminar, gané el Peugeot Design Award, en la fecha era el premio más importante de diseño, las cosas fueron bien, mi pareja vino a Londres y decidimos quedarnos un tiempo y casi sin darnos cuenta ya han pasado doce años.

–Diseñó un bus para Londres... tremenda responsabilidad.

–Era un brief difícil y un reto interesante. El Routemaster, que es precedente, es un bus increíblemente innovador y muy querido por los londinenses. Teníamos que diseñar un nuevo autobús que podría ser tan querido o más que su sucesor. Al analizar el original nos dimos cuenta de que muchos de los principios que se utilizaron todavía hoy son válidos y por ellos decidimos respetarlos e innovamos donde lo que creíamos necesario.

–¿Cuáles cree que son sus mayores virtudes o diferencias a la hora de proyectar? ¿Dónde pone el énfasis?

–En que el usuario se sienta identificado con lo que estamos diseñando, que lo valore, lo entienda pero sobre todo se enamore. Siempre hecho de la forma más sencilla posible, cada proyecto habla de una sola idea para que el mensaje sea claro y conciso.

–Viaja, participa de muestras colectivas, dicta talleres... ¿qué necesita hoy el diseño mundial?

–Más que el diseño lo que necesitamos en nuestra sociedad es un cambio de valores a la hora de consumir para poder hacer un futuro más sostenible. Deberíamos consumir menos pero de mayor calidad y en consecuencia de mayor costo, esto reduciría el consumo de energía y de desechos y al mismo tiempo mantendría la economía. Debemos ir hacia un futuro de calidad. Es una cuestión económica, política y cultural y no sólo de diseño.

–¿Qué cuestiones le preocupan y ocupan?

–La cantidad inmensa de recursos que consumimos y nuestra ignorancia total sobre la consecuencia de ello es algo que en los últimos años me llama la atención y preocupa. El fotógrafo Edward Burtynsky ha sabido muy bien tratar este tema y en su documental Manufactures Landscape lo muestra muy claro. Es increíble pensar que hay una mancha de partículas diminutas de desechos de plástico en el océano Pacífico tan grande como Estados Unidos y esto es sólo consecuencia de consumo de cincuenta años de plástico.

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