El viento tira medianeras, el CAAP tira casas patrimoniales, el PRO ignora a los vecinos.
› Por Sergio Kiernan
Buenos Aires se les sigue cayendo al ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, y a su subsecretario, Héctor Lostri. Los destrozos de la semana son ejemplares de la situación en que está la ciudad, abandonada a los intereses de los sectores más concentrados de la construcción. Pero no alarmarse: como dicen y repiten Chain y Lostri, “todo está dentro de la ley”.
En agosto sufrimos el derrumbe absurdo del gimnasio en Villa Urquiza, con tres muertos debido a la dejadez o la codicia de una empresa constructora. Sea que ni pensaron en los riesgos o simplemente se quisieron ahorrar un costo, el caso demostró de un modo tajante que la falta de controles es completa. Basta decir “total...” y seguir cavando, que nadie vendrá a inspeccionar. Literalmente, ya que la Dgfyco, encargada de estas cosas, hace tiempo que está capada.
Chain y Lostri sólo posan de macristas, pero en realidad trabajan para el sector de la construcción –algo que Lostri admite y hasta se ufana– con lo que nunca estuvo en su agenda hacer la inversión para crear un cuerpo de inspectores de verdad, entrenado y controlado para que no sea un festival de coimas. Ni hablar de subir los castigos a los infractores: cuando el Ministerio de Cultura, cumpliendo con la ley 1227, propuso incluir los atentados al patrimonio en el Código de Contravenciones, Chain vetó la idea de modo final. Su ministerio ni siquiera tuvo una sola idea propia para legislar el tema.
Por eso no sorprende que este miércoles, con la tormenta, hubiera otro derrumbe en Villa Urquiza, éste menor y sin víctimas. Decía Marx que la historia se repite como farsa y en este caso no falló: el viento tiró abajo una medianera en una obra en construcción. Se cayeron unos treinta ladrillos en Roosevelt y Triunvirato, unos tres metros cuadrados de muro que estaban a la buena de Dios en un séptimo piso. El impacto fue en el techo de un restaurante y los ladrillos eran huecos, con lo que esta vez no hubo desgracias.
Al subsecretario Lostri le gusta señalar que es físicamente imposible tener un inspector presente en cada obra, con lo que intenta señalar que no podría haberlo evitado. Como es un hombre que dicen que es inteligente, hay que asumir que disimula saber que no hace falta poner un inspector en cada obra sino tener leyes firmes y cortantes, de modo que la gente solita se cuide. Por ejemplo, en este caso a nadie se le ocurrió anclar el muro recién construido. Total...
La Villa Elizabeth en la calle Boyacá ya no existe. Como se ve en la foto, los dueños primero la vandalizaron y ahora terminaron de demolerla. La secuencia de hechos es reveladora de cómo se hacen estas cosas, y de paso prueba que el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales es una máquina de permitir demoliciones y no un instrumento para salvar nuestros edificios valiosos.
La casa, pobrecita, está en la nueva zona de outlets que surgió alrededor de Avellaneda y Nazca. El lugar es un descontrol –sin inspecciones, para variar– y creó una burbuja inmobiliaria. Los dueños de la bella casa no tuvieron otra idea que tumbarla y, como era anterior a 1941 y tenía que pasar por el CAAP, comenzaron por vandalizarla. Para cuando llegó al Consejo ya no tenía sus techos, con lo que los consejeros dudaron. Si era por los representantes de Lostri, de Cultura, de Liliana Barela y de las instituciones supuestamente dedicadas al patrimonio, la hubieran “desestimado” de inmediato. Pero los representantes de la Legislatura y la Sociedad Central de Arquitectos dudaron bien, con lo que el tema quedó para más adelante.
El proyecto de catalogación presentado por Silvina Pedreira, la presidenta de la Comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura, terminó siendo ese más adelante. El CAAP terminó en el conveniente preciosismo que hace que cualquier edificio de época que no esté en perfecto estado –basta que le cambien una ventana– se considere “descaracterizado”. Como se dijo y se dice en el CAAP, no hay que “premiar” un edificio así con una catalogación. Lostri, Chain y su representante, Susana Mesquida, deben reírse de tanta ingenuidad ajena, porque saben que una catalogación no es un premio sino un freno a la especulación inmobiliaria.
Con lo que el 26 de agosto los dueños se presentaron por ventanilla a pedir permiso para destruir esta casa. Era un jueves, y este lunes 30 tuvieron el papel sellado. Para el miércoles, la pala mecánica liquidaba esta obra de 1912.
Más rápido que eso, imposible. El CAAP sí que funciona con eficiencia.
Este martes, la Proto Comuna Caballito volvió a la Legislatura para pedir que el gobierno porteño responda a su pedido de cambiar “el modelo constructivo especulativo” de la ciudad. Le entregaron, otra vez, copias a cada uno de los 60 diputados porteños y dieron una conferencia de prensa con 18, que representaban a todos los bloques menos al oficialista. Los vecinos, junto a Vecinos por el 25 de Mayo, Lo que faltaba y Urquiza por las casas bajas, quieren un cambio de código que incluya más inspecciones, un registro de reincidentes para frenar a los contumaces, un expediente único por obra que registre las denuncias, una baja general de alturas en la ciudad, una suspensión de permisos ya entregados, multas y castigos de verdad y que la Dgfyco sea disuelta por inutilidad manifiesta. También piden que los colegios profesionales de arquitectos y de ingenieros sancionen a sus colegas criminales, y que Chain no pueda seguir vetando la propuesta de Cultura bajo la ley 1227.
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