Sábado, 6 de noviembre de 2010 | Hoy
El sábado pasado se publicó en este suplemento un elogio a los vecinos de Floresta, que vigilan en detalle las avivadas de ciertos especuladores y hacen obras como si no existiera la flamante Area de Protección Histórica. Los vecinos de Salvar a Floresta colgaron la nota en su blog el mismo sábado y ahí pasó algo que hasta ahora no había ocurrido nunca en temas patrimoniales: fueron amenazados. La cosa no fue casual ni leve, ya que se habló de pegarles un tiro, de matarlos.
Estas acciones de cabotaje muestran el caletre de los que están rompiendo los edificios del barrio para hacerse unos mangos con un multimarca o un taller clandestino de ropa. Las frases que se colgaron como comentarios abajo de la nota incluyen –textualmente– “Mudence por la seguridad fisica y de sus flias. lo antes posible, esto le puede costar la vida, la ley es el dinero...”; “...Se te van a borrar todos los recuerdos en un instante, cdo. te peguen un tiro, aqui manda la plata...”; “ESTAN TODOS MUERTOS MUDENSE LO ANTES POSIBLE”; “Por cien pesos ahora se mata. Son muy baratos.”
Los vecinos se comunicaron de inmediato con el defensor adjunto del Pueblo porteño Gerardo Gómez Coronado, que los está ayudando a denunciar los atentados contra el APH. Gómez Coronado juntó a los vecinos con el equipo legal de la defensora Alicia Pierini, que les recomendó hacer de inmediato la denuncia. Los vecinos se iban a entrevistar con la fiscalía que investiga los talleres ilegales –causa que incluye delitos graves como la reducción a la servidumbre– para hacer la denuncia y unir este tema a la causa principal.
Una manera de encarar el tema es ir al punto de la nota publicada el sábado pasado, que trataba sobre la obra-comando (ilegal y rapidita) realizada en una casa de Joaquín V. González esquina Bogotá. El domingo 10 de octubre, bien temprano, apareció un grupo de albañiles con sus herramientas. En horas, se cargaron el frente de la ochava y el garaje de la casa, transformándolos en grandes aberturas con persianas metálicas. Como los vecinos sacaban fotos, los encargados de la obra los insultaron y hasta los corrieron. Primera pista: las fotos. Segunda pista: el volquete lleno de escombros, que alguien alquiló. Y tercera pista: cada computadora tiene un número de identificación que puede ser rastreado y ubicado.
Pensar que si Daniel Chaín no fuera un agente inmobiliario en lugar de un ministro haría cumplir la ley en lugar de tener que hacerlo los vecinos...
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