El World Monuments Fund cierra en exactamente diez días –15 de marzo– su lista de lugares y edificios en peligro, que supo incluir papelones argentinos como la sinagoga Brenner, el centro porteño y el Teatro Colón. La “Watch List” se publica cada dos años y fue creada para alertar sobre edificios “amenazados por el descuido, el vandalismo, la guerra, el desarrollo o un desastre”. Este instrumento para que los que aman lo suyo denuncien a nivel mundial fue creado en 1996 y ya ayudó a 637 sitios en 90 países.

Lo de ayudar es por partida doble, ya que la Watch List tiene un peso moral muy grande y un respaldo material notable. Cuando se incluyó el Colón, en la última lista, más de uno tuvo un soponcio. Por ejemplo, la Comisión de Monumentos Históricos, que necesitó tecitos de fresa y menta para recuperarse. Que un edificio aparezca en esta lista mundial ayuda a que el más distraído se enfoque.

Pero también hay un nivel material muy sólido, ya que el WMF repartió doscientos millones de dólares para reparar o salvar el 40 por ciento de los edificios incluidos en la lista. No fue el caso de los edificios argentinos, todos víctimas del descaso o la irresponsabilidad locales, no de la pobreza o los huracanes.

Para darse una idea del nivel del WMF se puede visitar su página web –www.wmf.org– y ver el calibre de lo que ayudan a intervenir. Así se verá el anuncio del inicio de los trabajos en la catedral y la iglesia del Santo Redentor en Ani, Turquía, dos piezas medievales. O ver las últimas noticias de los trabajos en el templo mortuario de Amenhotep III en la Tebas egipcia y las pautas con que se iniciará próximamente la intervención en el observatorio de Chankillo, un edificio de 2300 años de antigüedad en la costa peruana.

Como destacan en el Fund, cualquiera –así, en negrita– puede proponer un edificio o lugar para la lista. Basta ir al sitio y buscar el guideline para ver cómo hay que escribir la comunicación.