Sáb 04.06.2011
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Combo brasileño

Arte popular, diseño con identidad y belleza en lo cotidiano. Un tres en uno –Nuevas adquisiciones, curada por José Alberto Nemer, Río San Francisco, por Ronaldo Fraga, y Autoría compartida, por Mónica Nador– desplegado en el Nuevo Pabellón de las Culturas Brasileiras.

› Por Luján Cambariere

El año pasado habíamos anunciado, a través de la cobertura de la muestra Puras Mixturas, el lanzamiento del “Pabellón de las Culturas Brasileiras”, nada menos que en un edificio de 11.000 m2 proyectado en 1950 por Oscar Niemeyer en el Parque Ibirapuera de la ciudad de San Pablo. Un espacio expositivo al que se le daba nueva vida con la vocación de salvaguardar y divulgar la diversidad cultural brasilera y, en especial, el patrimonio material e inmaterial de las culturas menos favorecidas. Tradición y contemporaneidad del pueblo brasileño. Hoy, que ya es una realidad, genera una enorme admiración que las muestras en cartel manifiesten todos los cruces prometidos: pasado, presente y futuro; diseño, arte popular, artesanía. Un lujo al que el país vecino nos tiene cada vez más acostumbrados y pudimos ver de primera mano.

LAS NUEVAS ADQUISICIONES DE ARTE POPULAR

Decenas de obras de más de veinte artistas acaban de ser integradas al acervo del pabellón. ¿El responsable? Como no podía ser de otro modo, José Alberto Nemer, quizá quien más sabe en la actualidad de la producción popular brasileña (autor, entre otros, de A mao devota, Santeiros populares das Minas Gerais nos séculos 18 e 19), artista plástico y doctor en artes plásticas por la Universidad de París.

Según él mismo cuenta en el catálogo de la muestra, las incorporaciones están en sintonía con las primeras adquisiciones –cerca de 3600 objetos entre cerámicas, ropas, grabados, pinturas, esculturas, provenientes de la Colección Rossini Tavares de Lima del Museu de Folclore– y de las investigaciones folclóricas del legendario Mario de Andrade. Las obras, también aclara, pertenecen al circuito de las artes plásticas, con pertinencia estética y autonomía artística, por lo que esto impide que sean confundidas con otras actividades del hacer popular como la artesanía. Ya que además otras adquisiciones hechas de objetos de diseño popular y de arte indígena serán presentadas en posteriores muestras. “Muchos de estos artistas –continúa Nemer–, algunos ya fallecidos, tienen su producción cerrada a los intereses del mercado. Así, se buscó potenciar las oportunidades de adquisición, combinando los recursos disponibles en obras altamente significativas de cada uno, obras que representasen lo mejor de la trayectoria y del espíritu creativo del artista. Como legado de las tradiciones medievales de los oficios, es común ver a los maestros de arte popular dar continuidad a sus producciones a través de miembros de la familia o de la comunidad. Sin perjuicio del aspecto legítimo y generoso de tal actitud, en el caso de estas nuevas adquisiciones, privilegiamos las creaciones originales en un reconocimiento a estos grandes autores. Esta decisión parte del presupuesto de que el pabellón, más que un depositario de obras, asume el compromiso de evidenciar el proceso de creación mostrando sus diferentes facetas y épocas”, remata.

¿Algunas perlitas? Las esculturas en madera de Antonio de Dedé, los óleos sobre paneles de madera aglomerada de Chico da Silva, las muñecas en cerámica de Isabel Mendes da Cunha y como ejemplo de algunas de las máximas leyendas que reúnen: el Joao Caveira, la escultura fálica hecha en madera en la década del 80 por Francisco Moraes da Silva, más conocido como Chico Tabibuia.

Dentro de la muestra, en un sector apodado “De misión en misión”, recuerdan hitos en pos de la preservación de la diversidad. Ahí uno descubre que ya en 1947 Brasil fue el primer país en seguir la recomendación de la Unesco de crear instituciones volcadas a promover y cuidar la cultura popular.

“Venida del latín, traditio, del verbo tradere, tradición es el acto de transmitir, más no sólo lo que se adquirió anteriormente. La tradición en su sentido más amplio integra lo que existía con lo que existe por primera vez y hace ser de nuevo lo que es”, explica el siempre didáctico Nemer.

UN ICONO POR OTRO ICONO

Otro referente brasileño, esta vez del palo del diseño, el estilista Ronaldo Fraga, ocupa el primer piso con la muestra sobre el río San Francisco. Desde su infancia, cuenta, sus memorias han estado bañadas por las aguas del tercer río más grande de Brasil. Su papá pescaba a sus orillas y sus regresos a casa eran toda una fiesta.

Como Fraga se caracteriza por rescatar lo mejor del riquísimo y delicioso acervo material e inmaterial de su país dándole nueva vida a través de sus colecciones de indumentaria, cosiendo vida y obra, era natural que le llegara el turno a su río. Y como además es un profesional apasionado, primero lo remontó varias veces desde la ciudad de Pirapora, al norte de Minas Gerais en un barco a vapor, lo tradujo a su colección verano 2009 presentada en Sao Paulo Fashion Week y ahora lo hizo bellísima muestra en un diálogo entre su narrativa de moda y la rica cultura ribereña en la que nos sumerge a través de los ojos desplegando un universo gráfico imperdible.

Así, al subir la rampa de acceso, da la bienvenida un cardumen de increíbles peces de colores realizados en Pet. Trece son los diferentes ambientes, instalaciones que remiten a distintas leyendas, música y sabores. Hay mercados, santuarios, vestidos que hablan al son de Maria Bethánia y una declamación del poema “Aguas e Mágoas do Rio Sao Francisco” de Carlos Drummond de Andrade, una pared enorme simulando un bastidor con bellísimos bordados (otro oficio típicamente ribereño) y hasta una “Pescadería del saber” especialmente ideada para que de un modo lúdico los más chicos aprendan distintos conceptos claves que hacen al quehacer y la identidad. ¿Un ejemplo? Un pez traía en su boca la palabra Piracema, bello concepto que aprendimos hace un tiempo justamente a través de Nemer, ya que da nombre a uno de sus proyectos personales y no es otra cosa que “volver al origen para procrear”.

STREET ART SOCIAL

Como si fuera poco, el subsuelo del edificio está ocupado por el megataller de stencil de la reconocida artista Mónica Nador y su equipo Jamac del que ya hace unos años también dimos cuenta en este suplemento. “Autoría compartida” es el nombre de esta bella muestra donde se revela el paso a paso de la técnica que Nador y su equipo emplean como herramienta social, ya que embellecen con ella las calles y casas de los sectores más vulnerables. Lo interesante, en este caso, es el modo en que desarrollaron los trabajos expuestos: primero eligieron objetos icónicos del acervo del pabellón como tambores o ciertos tejidos. Los transformaron en stencils y luego la repetición de estas imágenes en secuencias organizadas generó patrones exquisitos que transfirieron a telas de más de seis metros de altura que cuelgan del techo.

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