En la muy maltratada Mar del Plata hay un grupo de patrimonialistas que sostiene un blog particularmente activo. Marplatenses Defensores del Patrimonio Arquitectónico y Urbano, o MDP a+u está muy bien diseñado y tiene un largo archivo de temas. Ultimamente, el grupo está muy preocupado por la Casa del Puente, la obra magistral de Amancio Williams, y por la ex terminal de ómnibus de la ciudad. Para defenderlas, tuvieron dos iniciativas muy inteligentes.
Quien tenga memoria de lo que fue Mar del Plata hasta la década del setenta, cuando comenzó a ser arrasada y arruinada, tendrá una prueba de cuánto nos falta como país. De la nada, los argentinos habíamos construido una especie de utopía urbana, una ciudad notable de espacios planeados, edificios singulares y paisaje bien aprovechado. Todo el quién es quién de la arquitectura nacional se lució en particular por esas costas, ya que el carácter de esta ciudad mezclaba el planeamiento urbano y la infraestructura “seria” con esa licencia para el capricho y la fantasía que es la casa de veraneo.
Si bien se arrancó con vastas residencias de ricos, la clase media le dio enseguida el tono a Mar del Plata, en un proceso que fue acompañado por Bustillos, de primer orden y uso público, y continuó hasta la década del sesenta. Parecía que nadie, oligarca, clase media o nac & pop, podía estropear la ciudad, pero bastó que llegara la versión berreta de modernidad que es el departamento argentino para quemarla por los cuatro costados. La avidez especulativa hizo el resto.
Como todavía quedan piezas encantadoras de lo que fue Mar del Plata, los patrimonialistas se organizaron. Ahora decidieron defender a una víctima de la desidia y otra víctima de la avidez con una cibercampaña pidiendo a los diputados bonaerenses que de una vez expropien la Casa del Puente y que lo hagan con todo su parque. En el sitio http//medpau.blogspot.com está el modelo de carta. el otro paso fue tajante: propusieron a la Casa y a la ex terminal para la lista de patrimonio en peligro que compila el World Monuments Fund, lo que lleva al potencial de papelón a Nueva York primero y al mundo después.
Mientras, en Buenos Aires, mañana tendremos la oportunidad de ver una joya arquitectónica recientemente restaurada con todo cariño. El Casal de Catalunya –ni se te ocurra escribirlo con ñ– cumple en septiembre 125 años y comienza a festejar con una visita guiada a las once de la mañana. Nuestro Casal es la segunda más antigua de las 123 entidades catalanas desperdigadas por el mundo y, como saben vecinos y amantes del teatro, no es sólo para catalanes. El edificio es literalmente una pieza única en Buenos Aires, un ejemplo del medievalismo que fue un pilar del Modernismo catalán, muy a la Bosch, con una fachada de piedra notable. La visita es gratuita pero tiene cupo limitado, con lo que hay que llamar al 4323-9400, interno 2783, para inscribirse.
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