Este miércoles se reactivó el futuro de esa joyita porteña, la Confitería del Molino, que sigue degradándose en un abandono ya inexplicable. Como se recuerda, el Congreso tiene decidido expropiarlo, darle un nuevo uso al edificio y reabrir la famosa confitería al público, con un concesionario. Pero el proyecto de ley había perdido estado parlamentario, lo que fue reparado por la Comisión de Cultura de Diputados esta semana. Por unanimidad, los diputados Pérez, Alfonsín, Carrió, Piamonte, Iglesias, Gil Lozano, Gioja, Cortina y Ferra de Bartol firmaron la expropiación en tres proyectos complementarios que ahora pasan a la Comisión de Hacienda. Los tres proyectos difieren apenas en el uso del edificio, con uno que expropia sólo la confitería y otro que expropia todo, mientras que el tercero destina el edificio a actividades culturales del Congreso.
Y hablando de salvatajes, la buena noticia es que esa gente lúcida de la Galería Güemes comenzó otra etapa de la restauración del espectacular rascacielos de Gianotti, en su momento el edificio más moderno, lanzado y alto de esta Buenos Aires. La Güemes salió de una larga siesta decadente en este siglo nuevo y sufrió una gloriosa serie de trabajos que la transformaron en un paseo obligado, siempre con algún turista asombrado de su interior. La altísima bóveda ahora resplandece, con sus estucos y luminarias, mientras que la estatuaria volvió a ser el gran atractivo del proyecto original. La galería hasta recuperó el notable teatro del subsuelo, que había sido cerrado y olvidado, y es hoy una pieza única de esta ciudad con su diseño original intacto.
Lo que arranca ahora es la restauración de la fachada sobre la calle San Martín. La que da a Florida se perdió en un incendio en la década del setenta, cuando se consideraba que no había que restaurar nada porque “eso ya se había hecho”, con lo que lo dañado fue reemplazado con un muy feo bodrio de hormigones, hoy felizmente atenuado hacia el interior con una superficie reflexiva. Pero la fachada de San Martín está allí, cachuza y necesitada del arreglo que ahora recibirá. Pronto, entonces, se verá brillando uno de los conjuntos escultóricos en broncería más altivos de la ciudad. Y, para el que mire bien, aparecerán los curiosos guerreros casi aztecas que vigilan en los arcos.
A esta intervención feliz se le pueden sumar otras, ya que a veces los buenos ejemplos contagian. La Subcomisión de Patrimonio de la Sociedad Central de Arquitectos y la Dirección General del Casco Histórico porteño tal vez buscan este efecto con su primer concurso de intervenciones en esa zona de Buenos Aires, que abrió esta semana. Hasta el 19 de agosto pueden presentarse obras realizadas entre 2001 y este año en las categorías de recuperación y puesta en valor, obra nueva y ampliación, o diseño y ambientación, realizadas por arquitectos o equipos miembros de la SCA. Informes en [email protected].
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